Día de las empanadas

PETRONILO VÁZQUEZ VUELVAS
Viernes 02 de Octubre de 2020 12:13 pm
YA estamos en pleno novenario de San Francisco, el patrono mayor de Villa de Álvarez. Recuerden que tenemos otro patrono exclusivo para las fiestas de toros, San Felipe de Jesús, curiosamente los dos franciscanos. Seguro que de ahí se desprende nuestra vocación mística (ajá). Pero San Francisco es nuestro santo protector y en honor a él se repican las campanas alegremente desde el alba hasta el rosario. Hace años, la Villa se alegraba y vestía de amarillo y café, muchas casas se adornaban con cadenitas y motivos con esos colores. Una chirimía y banda de música se paseaba por las mañanas y por las noches dando el alba y el sereno. Las casas lucían bellamente iluminadas con los gusanos y las canastas que ponían en honor al santo. La canasta era por mitad, hecha de carrizo y papel de china, en medio un pequeño candelabro de hojalata donde se insertaba una vela de parafina y se empotraba a la pared. Había casas que hasta 10 canastas ponían; los gusanos se colgaban en dinteles de puertas y zaguanes. El barrio se veía multicolor. Por las noches, la gente se reunía en aquella vieja plaza, llena de puestos con venta de buñuelos, sopitos, atole, tamales, jícamas con chile, gruesos atados de caña de azúcar y las infaltables empanadas. Los chicos comprábamos huevos rellenos de confeti para quebrárselos a las muchachas que nos gustaban, mientras dábamos vueltas a la plaza, los hombres en sentido contrario al de las mujeres, para encontrarlas. La banda tocaba serenata en la parte superior del quiosco; abajo, Petra vendía una rica cena, los muchachos más añejitos encabezados por Rogelio Gaytán, Mario Ibarra, Pablo Radillo y otros, alrededor de la sinfonola. Era bonito escuchar el refrán mañanero: “Padrino, mis empanadas”. Algunos dicen que esa frase viene de hace tiempo, cuando un padrino, en vez de aventar el bolo, les regaló a los niños unas empanadas; otros apuntan a que era una costumbre de otro país. Hace 22 años platiqué con el franciscano que venía a predicar en el novenario, y me dice que la empanada era un alimento que elaboraban desde hace siglos y se ofrecía al final de la comida en un acontecimiento. Luego, como una manera de ayudarse, las ofrecían en venta al final de los grandes eventos sacramentales, como el bautismo y la primera comunión. Cualquiera que fuese la explicación, la esencia es la preservación de esta delicia y el afán de los villalvarenses para mantener, a través de los años, esta costumbre que ahora es una gran tradición. Ese es el valor que le da un pueblo como el nuestro a las diferentes expresiones de la cultura. Hoy se venden en muchos puestos, pero hace años señoreaba Cacheto, Juan El Bule, Mauro, Ángel Palacios, nuestro vecino don José Olmos, ahora su hijo Salvador; a muchos de ellos le sigue su descendencia; más recientemente, José Rebolledo, el popular Ziguin. El mero día, 4 de octubre, la iglesia se engalana y se perfuma para realzar este acontecimiento, en el cuerpo de la iglesia se coloca una verde alfombra de ramas de pino, laurel y santa maría; la gente, al pisarlas, hacía que se desprendiera un exquisito aroma, evocando el olor de las campiñas de Umbría, de donde es originario el santo que fundó la orden que lleva su nombre, en el Siglo 13. Véngase a la Villa virtualmente, entre a su aplicación La ruta de la empanada este novenario, y pida y “cómase su empanadita de coco, piña o leche”, como diría el pregón antiguo. Y no se olvide el día 4 decirle a su amigo o vecino: “Padrino, mis empanadas”. BOMBERO VOLUNTARIO Como diría Serrat. El 25 de septiembre pasado cumplió 15 años de servicio voluntario mi hijo Donaldo. Primero en Bomberos de la Villa y los últimos seis en las guardias nocturnas de la Cruz Roja. Entró a la edad de 15, ni la manguera podía, así que, ¡muy bien chaparro! FELICITACIONES Felicito al gobernador del estado, José Ignacio Peralta Sánchez, por su Quinto Informe de Gobierno, y por cumplir ayer sus 50 años de vida. Un fuerte abrazo.