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Despacho político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Los trucos de don Porfirio


Martes 13 de Octubre de 2020 7:23 am


PUEDE ser que don Porfirio Muñoz Ledo sufra por su avanzada edad lapsos de desmemoria. O puede padecer el síndrome del que escucha hablar a la virgen. O tal vez tuvo el descuido de no leer la convocatoria a participar en la elección de Presidente y Secretario General de Morena, su partido.

Como fuere, llegó a la conclusión de haber ganado la presidencia de Morena por las 5 centésimas de punto porcentual que tuvo de ventaja sobre el otro contendiente, Mario Delgado Carrillo. Si se tratara de una competencia de natación, por ejemplo, sin duda don Porfirio habría ganado. Estamos, en cambio, ante la práctica de un estudio demoscópico, como técnicamente llaman los especialistas a las encuestas. Vamos, ni siquiera se trata de una elección sino de un estudio de preferencias entre dos opciones. El margen de error resultó superior a la diferencia porcentual entre el primero y el segundo lugar. Por eso se levantará una tercera encuesta (la primera fue la de reconocimiento).

Debiera don Porfirio estar al tanto de la convocatoria emitida por el INE, que prevé tal circunstancia. Habrá que reconocerle a esa institución la capacidad de anticiparse a un caso como el que ocurrió y fijar las consecuencias pertinentes. Incluso la sustentó teóricamente.

En el Acuerdo del Consejo General del INE (INE/CG291/2020), en la cláusula décimo cuarta previene: “Si de la agregación de resultados se presentara el caso, de que, ya sea para la Presidencia, Secretaría General o ambas, los intervalos de los resultados de las preferencias de la candidata o candidato que aparezca en primer lugar se ‘traslapan’ con alguna candidata o candidato para el mismo cargo, y no haya forma conforme a la metodología de la encuesta, de afirmar que alguna candidatura tiene una ventaja significativa sobre la otra, deberá realizarse una nueva encuesta, en los términos de los Lineamientos”.

En efecto, no hay “una ventaja significativa” entre don Porfirio Muñoz Ledo y Mario Delgado, pues 4 centésimas de punto son un margen demasiado angosto para validar el triunfo. Para el político de Guanajuato, sin embargo, es cantidad suficiente para proclamarse ganador y, por tanto, con derecho a asumir la presidencia de su partido. Pero sucede que las reglas no las fija el ex presidente del PRI y del PRD, sino la autoridad electoral. Usualmente, así se procede en una democracia, aunque sea la mexicana que se tambalea sobre sus flacas piernas.

Don Porfirio, como en los tiempos de su tocayo, se proclamó triunfador y citó a sus simpatizantes a la sede de Morena en la colonia Roma, en la Ciudad de México, para presenciar la asunción a la presidencia de su partido, la tercera en su prolongado currículum. Como donde las dan las toman y como para uno que madruga, otro que no se duerme, don Porfirio y sus seguidores encontraron que la oficina estaba ocupada para impedir el asalto. Por supuesto, el guanajuatense se disgustó sobremanera y lanzó uno más de sus rollos quejumbrosos contra el otro contendiente, Mario Delgado, y el presidente del INE, Lorenzo Córdova, quien ha de estar ya más curtido que las pieles que procesan en León, Guanajuato, porque cuando no le llueve le llovizna.

“Ya pónganse de acuerdo”, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien finge mantenerse al margen porque muchos asuntos de gobierno lo ocupan y se niega a tomar uno más, de su partido éste. También se equivoca. No se trata de “ponerse de acuerdo”, sino de acatar la convocatoria y todas sus cláusulas, entre ellas la décimo cuarta que ordena en un caso como el ocurrido una tercera encuesta.

Y ahí llegaron las invitadas de siempre: las invectivas entre candidatos. Que esto y aquello, que si los millones, que si derrocarán al Presidente. Es común en un partido de larga historia de desencuentros y escisiones, porque Morena sigue siendo una prolongación del perredismo desmoronado precisamente por no “ponerse de acuerdo” cuando tenían tiempo para hacerlo.

Como quiera que se resuelva este conflicto –más de un año llevan los morenistas tratando de elegir o designar un presidente de partido–, el esguince se ha convertido en fractura. La división profunda marca hoy a un partido cuya única fortaleza es el presidente López Obrador, quien se niega, al menos en el discurso, a convertirse en la tablilla que inmovilice la extremidad rota.

¿Tendrá Morena el mismo destino que el PRD?


MAR DE FONDO


** “La encantada, la ofendida,/ la trocada y trastocada,/ la que a mí me mudaron/ como árbol sin hojas,/ como sombra sin cuerpo./ Dios sabe si es fantástica o no es fantástica,/ si en el Mundo se encuentra o no se encuentra./ La que veo y se esconde,/ la que los niños siempre miran,/ la que jamás verán los Mercaderes,/ la que aparece/ y desaparece./ La que conmigo muere/ y me desmuere”./ La visible,/ la invisible/ Dulcinea” (Miguel Arteche, español, chileno, 1926-2012. La encantada).