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Momentos



EVA ADRIANA SOTO FERNIZA

Los soñadores


Sábado 17 de Octubre de 2020 11:26 am


“Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”; Martin Luther King, sabía de lo que estaba hablando, su filosofía de vida no le permitía el pesimismo; esa nube negra que suele seguirnos cuando no le damos oportunidad a la vida de iluminarnos. Esta forma de pensar tuvo profundas influencias que le vinieron de las ideas de otro grande: Mahatma Gandhi, quien como sabemos logró infundir en su país el espíritu de ver a través de las oscuridades de una larga trayectoria de dominación, para conseguir la independencia de la India sobre la dominación inglesa.

Luther King logró avanzar motivando a todos los que vivían la pesadilla de la opresión racial. Y aquí vale la pena citar su dicho: “Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda”. Podemos insertar esta reflexión en cualquier época y cualquier lugar del planeta. La historia parece empeñada en repetirse, ¿y, cómo si no?, si los que la escribimos somos meramente humanos. Su inolvidable discurso “Yo tengo un sueño”, que fue escuchado por una multitud de 250 mil personas, sigue resonando en la mente universal.

Luther King era un soñador, él mismo decía que era un “inadaptado”, porque difería de aquellos que se sometían al terrible estado de vida que sufrían sus hermanos de raza. En sus palabras, sabía que tanto para él como para la gente que representó durante su corta vida -39 años-, vendrían “tiempos difíciles” pero a pesar de ello no tenía miedo. ¿Resultado de ver “la luz más allá del túnel”?, el conseguir que aquel sueño pronunciado en voz alta ante aquellos miles de oyentes, acabó haciéndose ley. De más está hablar de la pesarosa trayectoria que muchos siguieron inspirados por su sueño; otros tantos y tantos “soñadores”. Podría resumirse, si es que se puede resumir la enormidad de un sueño, en la reflexión de uno de los colaboradores más estrechos de Martin Luther King en enero de 2013: “Si no hubiese habido un Martin Luther King, no habría un Barack Obama de presidente”.

El voltear a ver a estos seres excepcionales, cuyo distintivo ha sido el no rendirse ante la amargura, la revancha o el odio, nos motiva a no rendirnos ante la adversidad; cualquier clase de adversidad. Está claro que no todos estamos hechos de esa clase de madera, pero aún la madera más frágil, se curte cuando se expone a la fuerza de los elementos. La belleza y resistencia de un madero arrojado a la playa por las olas, después de haber sido traído y llevado por corrientes y tormentas, es un ejemplo de la fuerza que todo humano debe saber que lleva en su interior. El tiempo de hoy, de estas horas que nos parecen inéditas, en todos los sentidos: social, político y económico, no es tal. Otros, antes que nosotros, también han vivido algo similar y también algo todavía peor como las guerras y sus feroces consecuencias.  Pero nosotros tenemos una debilidad: hemos sido consentidos por relativamente, buenos tiempos, y aquí no estoy hablando de clases ni diferencias de ningún tipo.

Nuestra capacidad de resistir los malos tiempos no se ha desarrollado, somos como niños consentidos a quienes es fácil asustar y convencer. Y los discursos enfilados a confundirnos y a generar odio y marcar diferencias que, disfrazados o dichos con toda claridad, por quien debería ser un guía y llevarnos a buen puerto, nos han estado calando y envenenando el espíritu. ¿Podría decir sin temor a equivocarme, que no es el guía sino nosotros?

Me gustaría finalizar con esta observación, también de nuestro “soñador inadaptado”: “Los hombres se odian porque se tienen miedo; tienen miedo porque no se conocen; no se conocen porque no se pueden comunicar, porque están separados”. Vamos consiguiendo, pues, ser   mejores “soñadores”.

 

bigotesdegato@hotmail.com