Indicador político
CARLOS RAMÍREZ
México, España y Estados Unidos
Domingo 18 de Octubre de 2020 7:00 am
EN su
primer empleo de nivel alto en la burocracia local, el presidente López Obrador
fue director del Instituto Indigenista en Tabasco, una entidad de alto
contenido de cultura indígena reconocida en los libros y olvidada en la
realidad. La tarea de ese organismo era la de atender necesidades cotidianas de
las comunidades originarias que mantenían, sobre todo, lenguaje, deficientes
prácticas tradicionales y poco mestizaje. Justo en
el espacio político de la carta al papa Francisco, pidiendo una disculpa
pública por la represión religiosa para pasar del politeísta indígena al
monoteísmo cristiano, de reiterar que sigue a la espera de la disculpa de
España, la foto del hoy Presidente como funcionario indigenista sirvió un poco
como recordatorio de que su petición tiene algunas razones en su biografía. El tema
español sigue siendo un tema abierto en México, aunque no domina sus
expectativas. Lo mismo ocurre con la agenda historia con Estados Unidos. La
asimilación mexicana al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos en 1993
pasó por una fase de revisión histórica, aunque no con afán de abrir heridas, sino
de cerrarlas. Por promoción de Miguel de la Madrid y de su sucesor, Carlos
Salinas de Gortari, con miras a la integración de mercados, México creó en 1987
una comisión bilateral con EEUU para redefinir las relaciones históricas y
pasarlas del conflicto histórico de 1847 a un entendimiento sin pasado. Por
decisión de De la Madrid y Salinas, México cerró sus desavenencias con la fase
histórica conocida como la etapa en que Estados Unidos le robó a México la
mitad de su territorio, lo que hoy es Texas, Nuevo México, Arizona, California
y parte de Nevada. Algunos mexicanos han pedido que a la par de la disculpa a
España por la llamada Conquista de principio del Siglo 16 que México debiera
exigirle a la Casa Blanca no sólo una disculpa por la guerra de 1847, sino el
regreso del territorio robado. España y EEUU
son las dos heridas que de muchas maneras definieron el perfil del México
actual. Hoy, apenas el 15 por ciento de la población mexicana se considera
indígena por lengua, tradiciones y algunas prácticas sociales y de gobierno.
Pero se trata de dos periodos históricos que la historiografía mueve entre el
modelo de la idealización como forma de control de conciencias por el grupo
dirigente y el repudio vía interpretaciones sin sustento histórico sólido. El
problema en México ha sido la ideología oficial como mecanismo de dominación
política del grupo que mantiene el control político y cultural desde 1910. La
historia ha sido asumida como un aparato ideológico de un grupo dominante. Y la
configuración de héroes ha distorsionado los procesos históricos llenos de
contradicciones, insuficiencias y malentendidos. El PRI creó la ideología
histórica de la Conquista y la Independencia, inclusive distorsionando fechas y
proclamas para acomodarlas al modelo Carlyle de los héroes para sustituir
realidades. México
necesita, en efecto, revisar su historia con España, el Vaticano y EEUU, pero
desde la revisión de los hechos reales. La historia oficial ha sido
determinista: las cosas ocurrieron de tal forma que nos forjaron sin dobleces.
Cuando el PAN ganó la Presidencia en el año 2000 y en 2006, le tocó la fecha
simbólica de 2010 como celebración del Bicentenario de la Independencia y del Centenario
de la Revolución, pero como partido conservador con datos históricos diferentes
a los oficiales no pudo introducir una revisión de la historia y al final esas
fechas se recordaron como los “días de guardar” oficialistas. Como humorismo
involuntario Calderón construyó un pequeño monumento conocido como “Estela de
Luz” para recordar ambas fechas, con el dato adicional de que su costo se
encareció por corrupción escandalosa. España,
la Iglesia y EEUU siguen siendo claves para definir los márgenes de maniobra de
la nacionalidad mexicana. Hasta ahora la historia oficial se ha negado a
revisar el hecho de que la Independencia de 1810 se dio en el contexto de la Crisis
de Bayona en España y de la intención original de crear en América el Reino de
la Nueva España asociado al reino de España y que se le ofreció el trono a
Fernando VII a alguno de sus descendientes. Que después de la derrota ante EEUU
grupos monárquicos mexicanos trajeron a México a Maximiliano de Hamburgo como
emperador importado sin guerra colonial de por medio porque los mexicanos no se
podían gobernar por sí solos. La victoria de Juárez sobre el indigenismo siendo
él indígena, sobre el poder de la religión habiendo estudiado en un seminario
católico y contra el invasor extranjero fue, en los hechos, la verdadera
independencia fundacional de México. Los
grupos ideológicos indigenistas en México son minoritarios, aunque estridentes
y violentos. Ante la amenaza de destruir la estatua de Cristóbal Colón en Paseo
de la Reforma –nuestros Champs Elysées importado por Maximiliano–, el
gobierno lopezobradorista en Ciudad de México la quitó “para limpiarla” y llamó
a un debate sobre si se debe regresar o no. Más que indigenistas, los grupos
anarquistas son los que realizan actos de violencia cada 12 de octubre. El fondo
sigue siendo el mismo: la educación, el Estado y los historiadores continúan
sin hacer una revisión sensata de los hechos históricos: España, la Iglesia y la
guerra con EEUU. Al final, quizás las sorpresas no sean tan… sorprendentes. El
mestizaje mexicano no se ha atrevido a olvidarse de las cargas emocionales de
la Conquista y se olvida del despojo estadounidense, ocupando con migrantes
mexicanos esas zonas antes mexicanas como trabajadores migratorios legales o
sin permisos. Millones de mexicanos tienen propiedades en Texas y California y
viven ahí sin cargas emocionales del conflicto histórico del Siglo 19. Más que
perdón, México debe promover una revisión de la historia oficial. Porque antes
de ese perdón habría que bajar de su pedestal a héroes oficiales que no
existieron, que no hicieron lo que dicen que realizaron y que son una carga
emocional sin sustento histórico. Y entonces la nacionalidad mexicana podría
expresarse sin cargos de conciencia reales y ficticios.
@carlosramirezh