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Despacho político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Dos actitudes, dos errores


Martes 20 de Octubre de 2020 7:32 am


1.- Sorprendió a muchos el resultado de dos elecciones locales, las de Coahuila e Hidalgo, pospuestas en razón de la pandemia y efectuadas anteayer, domingo. Si de por sí es sorpresivo el inesperado –visto a la distancia– triunfo del PRI, lo es más por apabullante. En el estado norteño obtuvo 16 de las 16 curules en disputa. En varios distritos, la diferencia era de 20 puntos porcentuales sobre Morena.

En Hidalgo, la contienda se resolvió de una manera similar. Ahí también el PRI arrasó a los otros contendientes, sobre todo a Morena que, se supondría, pudo ganar holgadamente y no lo hizo. No pudo.

La Fiscalía Especializada en Delitos Electorales (Fepade) informó que no se reportaron incidentes anómalos mayores en ambos comicios.

2.- Mientras el PRI, como es normal en tales casos, celebró en voz de Alejandro Moreno, dirigente nacional, la noche misma de elecciones sendas victorias, la reacción del presidente interino de Morena, Alfonso Ramírez Cuéllar, se produjo de manera automática: no reconocemos los resultados, dijo. Tales las palabras que eran usuales antes de tener el poder presidencial. Ahora recurre a variantes de un mismo tema: tengo otros datos.

A Morena lo tomaron con los dedos en la puerta. Ocupados como están sus dirigentes en las ácidas reyertas internas por la presidencia del comité nacional y sus alrededores, se olvidaron de los comicios y dejaron a los morenistas coahuilenses e hidalguenses solos y su alma. Lo dijeron tanto dirigentes juveniles como seniles. En este último caso, Porfirio Muñoz Ledo dijo una obviedad: los resultados electorales son un “serio revés para Morena”.

Todo mundo lo entiende así, menos Alfonso Ramírez Cuéllar. El interino ha enfrentado las dos primeras elecciones bajo su dirigencia y las ha perdido de manera desastrosa. 

3.- En el PRI lo celebraron como quien emerge de las profundidades marinas sin aire en los pulmones a tomarlo en bocanada salvadora. Con frases como “estamos vivos” y “regresamos”, los priistas parecen no comprender en exacta dimensión que si han salido del fondo marino a tomar aire, es bueno para ellos, pero todavía se encuentran extraviados a mitad del océano sin rumbo definido.

Como en el tango, han ido tanto en rodada cuesta abajo que detenerse lo consideran un hecho afortunado.

Sin embargo, tendrán que darles a estos comicios una dimensión exacta. No son, al menos por ahora, una regla, sino una excepción. Así como Morena ganó la Presidencia en 2018 por el hartazgo de la gente causado por una larga sucesión de yerros del gobierno de Peña Nieto, ahora los tricolores han aprovechado en dos estados las fallas del partido del gobierno que consideraba ganar con la sola inercia de hace 2 años. Es decir, los de Morena no entendieron por qué ganaron y no temen perder una elección, temerarios como son. ¿O comodinos?

4.- Después de su infortunio y de que desde el gobierno le tundan un día y otro más todavía por las estupideces políticas y la corrupción galopante del peñanietismo, los priistas consideran que es válido un buen trago de optimismo. Tienen razón. 

Pero si no quieren volver al hoyo, deben comprender las razones de sus victorias dominicales y que en 2021 las condiciones serán otras. Mientras sigan sin trabajar o lo hagan al viejo estilo clientelar cuando ha perdido millones de clientes, los tricolores se quedarán en donde están ahora.

Volver a gobernar pasa por reconstruir partidos, diseñar programas de gobierno y organizarse. Ninguna de esas cosas hace hoy el tricolor como no sea en el discurso. Y peor: da la impresión de placerle la idea de un frente común con el PAN y otros partidos. Ir de esa manera será darse un tiro en el pie. Ninguno de esos partidos está para desesperarse y perder identidad política. El camino de retorno es largo, se debe tener paciencia y escoger con quien te haces acompañar.

5.- Si en Morena desoyen las alarmas, corren riesgos en 2021. Por mucho que el Presidente les esté haciendo la tarea a los canibalescos dirigentes, aspirantes a la Presidencia en 2024 y los cuadros medios a quienes les gusta la meritocracia, similar a la del priismo más rancio, se verán en problemas si no resuelven sus pleitos.

Tampoco tienen mucho tiempo. Si llegan enfrentados unos contra otros a los comicios del año próximo –un semestre y días más– podrían obtener resultados insuficientes para sostener la estructura que López Obrados ha imaginado para perpetuar su movimiento en el poder. 

Ya veremos si los morenistas controlan su espíritu beligerante, que en algunos es abiertamente vandálico, y participan en acelerar el deterioro o si por fin entienden dónde están parados.


MAR DE FONDO


** “Yo no tengo memoria para las cosas que pergeño./ Las olvido con una/ torpe facilidad. Y se despeña/ mi prosa por abismos fascinantes,/ y los versos esfuman su tozudez como si nada./ A veces ni siquiera recuerdo los favores/ de la bastarda musa pasajera,/ ni los ayes nerviosos del alumbramiento./ No sé, pero me cansan tantos/ anacrónicos ecos, tantos rastros/ gustados a deshora./ Mejor así, progenie de papel y de grafito./ Mejor que te devoren/ los laberintos del cerebro,/ apenas declarado tu primer vagido./ Así yo seguiré sin lastre alguno/ fraguando más capullos (devociones/ efímeras, incendios absolutos),/ y después otros más, y más aún, hasta morir del todo” (Jaime García Terrés, mexicano, 1924-1996. Esta desmemoria mía).