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Óleo urgente



RAÚL PÉREZ OSORIO


Martes 20 de Octubre de 2020 7:33 am


EN la juventud, cuando leíamos algo de historia universal, llamaba la atención que las tierras ubicadas entre los ríos Tigris y Éufrates eran ocupadas por hordas que permanecían ahí mientras que no llegaran otras que los expulsaran. Estaba seguro que el nombre de este artículo sería “Noventa Minutos”, en relación con los 19 millones de dólares que Felipe Calderón Hinojosa pagó como presidente de la República a una empresa prestadora de servicios, por haber capacitado a tres trabajadores en 90 minutos; y como se le deben 6 millones de dólares a esa empresa, quieren que el actual gobierno los pague. 

El viernes me di cuenta de que el gobierno de Estados Unidos detuvo a quien fuera Secretario de la Defensa Nacional en el sexenio de Enrique Peña Nieto, de confirmarse los delitos que se le imputan, este país sería considerado como un narcoestado, lo único que faltaría por saber es lo siguiente: si mandaba el narco o el Estado.

Los hilos de la historia en determinados momentos se atirantan y el género humano es el protagonista, lo hace según sus intereses, desde la llegada de los españoles a este continente y las masacres perpetradas por ellos, con espada y crucifijo en mano; además, el desprecio a los naturales, como una agravante que no se ha desterrado de ciertas clases sociales contra los pueblos originales. Todo eso es producto de una incultura de capas sociales ajenas a un horizonte humanitario, que trae como consecuencia una limitación intelectual que ve más pequeños a los demás.

Cuando en 1492 se corrió la noticia que había tierra firme lejos del continente europeo, la Iglesia Católica se tambaleó de pies a cabeza, porque la fe, impuesta por miles de años a los creyentes, les prohibía dar crédito de cosas distintas a las de su religión. Como siempre, a través de la pintura se guardan momentos estelares de la historia. Todos conocemos el cuadro pictórico donde aparece Cristóbal Colón pisando por primera vez este continente, siendo recibido por indígenas que imagino daban gracias a sus dioses por aquel acontecimiento. Los mexicas ya habían aportado grandes creaciones al arte y a la cultura universal, los artistas de ese tiempo crearon la Coatlicue, el Calendario Azteca, las Pirámides e infinidad de monumentos y prodigios culturales.

Aún se discute que el nombre de nuestro continente es incorrecto, pero el acierto de Américo Vespucio fue pronunciar estas palabras: “Mundus novus”, es decir, un mundo nuevo. Por un error o mala intención se le puso América en su honor, en lugar del de Cristóbal Colón.

Otro momento significativo de la historia aconteció en 1798. El pintor Eugenio de Lacroix, en una de sus obras llamada La Revolución Francesa, sintetiza el sufrimiento y la injusticia del pueblo, pero incita a la libertad de todos los ciudadanos que anhelaban quitarse el insoportable peso de la jerarquía católica y sus reyes.

En estos momentos se viven cosas muy fuertes que esperemos que algún genial pintor las concentre en un óleo o cómo se llame. Debemos adecuarnos a los tiempos, los graffitis se encuentran en las bardas citadinas y son aceptados, ya no hablemos de los millones de anuncios en todo tipo de medios de comunicación que, para quién los diseña, es arte.

No puede quedar paralizado el arte en este momento, porque imágenes y hechos atiborran a la sociedad. Si pudiéramos elaborar un bosquejo, podríamos poner en primer plano a Carlos Salinas de Gortari, simbolizando un amanecer, que sería el origen del neoliberalismo; luego a Eduardo Medina Mora, como procurador de la República, dando el banderazo para que ingresaran armas en el operativo Rápido y Furioso, para que grupos criminales del país ataquen al propio Ejército y al pueblo de México.

También debe aparecer Gilberto Lozano, como representante de la crema y nata de la intelectualidad, producto de la educación de la iniciativa privada; sin faltar Francisco Martín Moreno, simbolizando al Prometeo, llevando luz a la oscuridad mexicana para que los chairos sepan que la luz existe; tras ellos, en otro plano de la pintura, una multitud integrada por el pueblo pobre, hambriento e inculto gritando con pancarta en mano: “No a la extinción de dominio”; “No venezolanizar México”; “Fuera el comunismo”; “Páguese los 19 millones de dólares que debe México por la capacitación de tres personas en hora y media que contrató Calderón”. Y que la medalla Belisario Domínguez la asigne Frena, Enrique Krauze, Gilberto Lozano y Diego Fernández de Cevallos; no creo que sea necesario inducir que se prendan 100 fuegos.