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Momentos



EVA ADRIANA SOTO FERNIZA

Ojos que no ven…


Sábado 24 de Octubre de 2020 8:10 am


UNA noticia me ha llenado de inquietud, como si no hubiera de esto para dar y prestar debido a la pandemia. El video que la acompaña eriza la piel: tres taladros gigantescos horadan el subsuelo marino con la misión de perforar y destruir la roca más sólida. Estos artefactos están diseñados para bajar al lecho marino y pulverizar lo que se les ponga enfrente, igual roca que coral, que montañas marinas; que cualquier forma de vida dentro del océano. Todo para extraer materiales que empiezan a escasear en tierra, como fosfatos, níquel, cobalto y manganeso. Se trata de la minería submarina que viene y pretende quedarse. En el fondo marino, sobre todo en las zonas más profundas están algunos de los ecosistemas menos estudiados del planeta. La búsqueda de minerales se dirige ahora a uno de los lugares más inaccesibles y frágiles: los suelos de los océanos. Tanto Estados como empresas están diseñando planes para extraer codiciados minerales.

Ahora, con la creciente demanda de baterías para autos eléctricos y para almacenamiento de energía solar y eólica, se han elevado los costos para muchos metales y “tierras raras”, por lo que se han reforzado las iniciativas de minería submarina. Ya hace más de un año, en agosto de 2019, una nota publicada en la prestigiada revista Nature, dio información sobre el próximo arranque de esta nueva industria extractiva global. Los fondos marinos que constituyen un patrimonio común de la humanidad y que están localizados bajo aguas más allá de las jurisdicciones nacionales, son llamados por los interesados en este tipo de explotación, simple y despectivamente como “el Área”. La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA por sus siglas en inglés) una institución creada por las Naciones Unidas con 168 países miembros para regular la minería submarina ya había otorgado en los últimos años 29 licencias de exploración para contratistas auspiciados por gobiernos nacionales para explorar minerales en el fondo marino.

Los océanos están enfrentando el mayor desafío de todos los tiempos y nadie está hablando de esto. Mientras tanto, la mencionada Autoridad Internacional de los Fondos Marinos, en vez de tomar las decisiones correctas en beneficio de nosotros y de las futuras generaciones, están priorizando una nueva industria destructiva cuyos efectos podrían ser catastróficos e irreversibles en los océanos. Que, como bien sabemos, son el mayor sumidero de carbono y proporcionan la mayor cantidad de oxígeno que cualquier otro lugar de la tierra; además de que son el hogar de la mayoría de los seres vivos del planeta. Necesitamos un océano sano para sobrevivir. No podemos permitir que la minería submarina amenace nuestro futuro. Ya no podemos esgrimir la consabida frase… “Ojos que no ven…”.

Lo siguiente es un breve apartado para honrar la memoria de un valiente y la solidaridad de quienes lo apoyaron: El reciente miércoles por la tarde un alma buena trascendió hacia un mejor lugar y dejó muchos espíritus conmocionados. Julio César Hernández Rivera, un hombre joven -36 años- de oficio albañil, sufrió un terrible accidente y estuvo luchando por su vida durante seis largos días, atrapado y semienterrado en la noria donde había estado trabajando. No lo conocí personalmente, pero como tantos que supimos de este hecho por los medios, estuve con el corazón encogido esperanzada de su rescate y pensando en la angustia de su familia. Acabo de ver una fotografía suya en el obituario que participa su fallecimiento, y la pena se materializó al encontrarme con el rostro armonioso de un joven en la flor de la vida: con la piel brillante, la frente en alto y… los ojos; en ellos mi atención se detuvo, al encontrar la expresión de una mirada limpia y franca, que refleja un espíritu lleno de sueños y esperanzas por cumplir. Como menciono al principio de este artículo: un alma buena. Tanto para su inconsolable familia como para todos aquellos, tanto oficiales como particulares, que de una manera  incansable y arriesgando sus propias vidas se unieron para su rescate, ofrezco mis más sentidas condolencias.

 

bigotesdegato@hotmail.com