Momentos
EVA ADRIANA SOTO FERNIZA
¿All inclusive?
Sábado 21 de Noviembre de 2020 10:17 am
BÁSICAMENTE, el mundo de las niñas está conformado por muñecas, o
así era hasta hace muy poco tiempo; y aunque ahora hay más variedad de juguetes
de todo tipo, las muñecas seguirán siendo líderes. En mi recuerdo permanece la
figura imborrable de mi primera muñeca, desde la imagen recogida en el aparador
de la tienda donde se exhibía dentro de su caja: con su capa roja de caperucita
y dos trenzas rubias que brillaban ante mis admirados ojos. Nunca más volví a desear
un juguete tanto como aquella muñeca. Llegó a mis manos una Navidad y como ya
lo expresé, se quedó conmigo para siempre. Tuve otras, quizás mejores o más
bonitas pero ninguna como esa. Todavía adolescente busqué tener una, era un
bebé gringuito muy realista que conseguí en un viaje a Los ángeles. Lo que
comprueba que este juguete ha sido emblemático para nuestro género. Además, no conoce
límites de clases sociales o niveles económicos. Esta vez, visualizo la segunda
muñeca que me impresionó en la niñez –quizás tanto como la primera– le llamé
“la muñeca de elote”. Imaginen un pedazo de trapo al que se le forma la cabeza,
rellenándola con zacate seco y atándola con un cordón para formar el cuello,
para figurar luego con el resto de la tela, un cuerpecito que pide ayuda a la
imaginación. ¡Ah!, pero lo más
hermoso de aquel ser fantástico era el cabello. Una preciosa y larga melena
hecha de cabellos de elote, nunca he vuelto a ver cosa más bella. ¿Quién te la dio?,
pregunté a la afortunada dueña que la acunaba amorosamente, ¡me la hizo mi
papá!, me dijo sencillamente. En aquel tiempo y en aquel lugar fuera de Colima
donde vivíamos, eran aquella niña y su familia vecinos de nuestra casa. Vivían
humildemente en un pequeño solar baldío donde su papá había sembrado una
“milpa”, y su vivienda era una pequeña choza donde la mamá “torteaba” para
ayudar al sostenimiento familiar. La niña de la muñeca de elote y yo fuimos amigas,
me encantaba ir a su vivienda a ver cómo hacían las tortillas y, lo más
atractivo, para que me prestara aquel extraordinario juguete que ninguna tienda
vendía. Porque tampoco se dan en maceta, papás que hagan con sus propias manos
la mejor muñeca. Ahora, en el presente,
se ha disparado el tema de los juguetes, es tan extenso que me limito al de las
muñecas porque sólo alrededor de ellas hay impresionantes innovaciones. Son las
llamadas “juguetes inclusivos”. Hay líneas que, por ahora, son de origen extranjero
que están lanzando lo que llaman “juguetes basados en un mundo real”. Una marca
inglesa presentó en 2016 tres modelos atendiendo a la diversidad: una muñeca
con un bastón, otra con una cicatriz de nacimiento en la cara y una tercera con
un implante coclear. Además, crearon complementos como sillas de ruedas, gafas
correctivas, férulas, etcétera. En una línea similar, se encuentra otra que ha
creado diferentes particularidades físicas para sus muñecos: así encontramos a
Juana, con discapacidad visual; a Emilia y Santiago que tienen síndrome de
Down; o a Valentín, amante de los deportes, que va a todas partes en su silla
de ruedas. Pero lo que más impacto
provocó en mi sensibilidad, fueron las muñecas “pelonas”, muñecas con cáncer
que se quedan sin cabello por efecto de las quimioterapias, con su cabecita
cubierta con el respectivo pañuelo; algunas hasta en silla de ruedas, otras con
el tono de piel cetrino que produce muchas veces la enfermedad. Disculpen la
falta de estómago, pero al verlas sentí un incómodo cosquilleo en la piel. Pero también hay otro
cambio fundamental: los muñecos varones para los niños, lo cual, aducen los
fabricantes, tiene que ver con la ruptura de estereotipos. Se apunta, a que en
la medida en que cada vez hay más hombres que asumen los cuidados de los hijos
o de sus padres, los niños tienen nuevos modelos de varones a imitar, de modo
que es normal que quieran practicar esos roles a través del juego. ¿All inclusive?
Cómo extraño a mi muñeca caperucita, pero más a la “cabellos de elote”.
bigotesdegato@hotmail.com