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Asilo a Assange



RODRIGO MARTÍNEZ OROZCO


Jueves 07 de Enero de 2021 7:25 am


LA magistrada británica Vanessa Baraitser, negó la extradición de Julian Assange a EUA donde enfrentaría 175 años de cárcel tras ser acusado de 18 delitos de espionaje e intrusión informática. De acuerdo con la magistrada, la salud del acusado está en riesgo y no soportaría más el encarcelamiento. Por su parte, el Gobierno de México se apresuró a ofrecer asilo político al cofundador de WikiLeaks. Como era de esperarse, encontramos reacciones diversas en torno al ofrecimiento de asilo de AMLO a Assange. Suele haber una tendencia cuando se trata de asilo político: hay quienes lo celebran y quienes acusan el gobierno en turno de ser candil de la calle y oscuridad de la casa. Lo cierto es que, si bien la postura de López Obrador se basa en los principios tradicionales de la política exterior mexicana y en una larga tradición de asilo político, debemos entender dichas tradiciones en el contexto actual.

Primero los argumentos de los detractores. Dejaremos de lado aquellos detractores con intereses partidistas, pues sus posturas son más que predecibles. Más allá de estos grupos fácilmente identificables, encontramos argumentos en contra del asilo a Assange o a cualquier otro posible asilado. Durante los años de la Guerra Civil Española (1936-1939), las diversas agrupaciones de derecha en México se manifestaban prácticamente todos los días en la Ciudad de México en contra de la llegada de los “rojos”, es decir, los republicanos que huían de la Guerra Civil. En ese momento, el argumento era que las reformas cardenistas habían causado estragos en la economía mexicana y que no era posible recibir extranjeros sin atender primero las necesidades de los mexicanos. En el papel, el plan del gobierno de Cárdenas era crear colonias agrícolas donde se asentarían los refugiados españoles. Aunque en la práctica los republicanos acabaron viviendo en las grandes ciudades, los detractores del asilo acusaron a Cárdenas de repartir tierras primero a los gachupines y luego a los mexicanos.

Para el caso de AMLO, las críticas más interesantes en torno al ofrecimiento de asilo se refieren a la inseguridad y la violencia que sufren los periodistas mexicanos. En pocas palabras, López Obrador ofrece asilo en uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo, al mismo tiempo que desmanteló sin sustituir aún los mecanismos de protección a periodistas. La crítica no podría ser más legítima. Sin embargo, el error está en plantear una falsa disyuntiva: o Assange o los periodistas mexicanos. No se trata de opciones mutuamente excluyentes. Se puede exigir legítimamente la puesta en marcha de los mecanismos de protección a periodistas y reconocer la utilidad política del asilo a Assange.

Dejando de lado a los fanáticos obradoristas, aquellos a favor del asilo sostienen argumentos interesantes para el análisis. La iniciativa se inserta en una visión más amplia de la relación de México con Estados Unidos que el gobierno de AMLO quiere construir con base en los principios tradicionales de la política exterior. En este espacio ya analizamos la felicitación de AMLO a Biden y cómo los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos se encuentran al centro de la política de López Obrador hacia EUA. El ofrecimiento de asilo, más allá de si es aceptado o no, es simplemente un paso más en una dirección ya trazada.

Muy probablemente Assange no llegue a México y su caso no se convierta en un conflicto entre EUA y nuestro país. Sin embargo, lo importante es que, al parecer, el gobierno mexicano está intentando construir un nuevo modus vivendi con la superpotencia. La regulación de las actividades de los agentes estadounidenses en territorio mexicano también forma parte de estos esfuerzos. De nuevo, la política exterior del gobierno actual se presenta como uno de sus flancos más sólidos.