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Despacho político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Seamos intolerantes


Viernes 08 de Enero de 2021 7:28 am


1.- Si el gobierno de Joseph Biden no encarcela a Donald Trump y lo liquida políticamente, los riesgos para Estados Unidos y el mundo son altos.

Racista, xenofóbico y demagogo, Trump está en vías de convertirse en líder de una ultraderecha protofascista internacional. Hay indicios de que los republicanos le impedirán tomar el control de su partido y no sería de nuevo su candidato presidencial en 2024. Muchos son los líderes en busca de tal nominación y trabajarán de cara a ese objetivo. La presencia de Trump los abrumaría y convertiría al Partido Republicano en su cuartel personal con hordas de blancos supremacistas y violentos. De esa ralea fueron quienes irrumpieron anteayer en el Congreso estadounidense cuando sesionaban ambas Cámaras para calificar la elección de Joseph Biden.

2.- Si bien la tolerancia es una característica primordial de las democracias, ¿hasta qué límite deja de serlo para convertirse en un arma contra ellas mismas? Es difícil puntualizarlo en abstracto. Se marca con evidencia, en cambio, cuando brotan acciones propias de los movimientos fascistas. Señalan su origen y propósitos. Ese es el momento en que la tolerancia ha de cesar y cuando las Naciones y los gobiernos están obligados a frenarlos.

Tal momento ha aparecido en Estados Unidos. La arenga de Trump a sus fanáticos colocó a la democracia estadounidense –emblemática con todo y sus varias imperfecciones y caducidades– en el límite de la tolerancia. La turba estaba formada sólo por blancos y contra ellos se procedió débilmente. Acaso si se tratara de negros, la policía habría sido más dura.

3.- En el saliente Presidente, blancos supremacistas han encontrado un líder. Trump ha congregado a los wasp (white, anglosajon and protestant, esto es, blanco, anglosajón y protestante, prototipo del estadounidense, según ideas arcaicas) en torno a la idea de salvaguarda de un país que, según ellos, les pertenece en exclusiva. Para ellos, negros, asiáticos e hispanos les han arrebatado oportunidades de desarrollo, sobre todo empleo. Hoy, los wasp ya no son más el gringo clásico, sino versiones diversas que incluyen hasta hippies desfasados, añorantes del mito del Viejo Oeste y rezagados que culpan de sus circunstancias a otros, cuando no han dado golpe en la vida.

4.- No terminan de entender que las crisis cíclicas son producto de una economía capitalista que tiende a concentrar la riqueza en el capital financiero. Desahuciados de un sistema que han idealizado, responsabilizan a los aliens (extranjeros) de su condición particular, personal o familiar. Escasos de instrucción escolar, discapacitados laborales, en su desesperación buscan culpables, no soluciones.

De esa ralea se nutre el populismo de derecha de Trump. En la medida que los republicanos impidan que los despoje de su partido, el aún Presidente tenderá a formar un movimiento y luego un partido acomodado a sus ideas. El procedimiento lo utilizaron Hitler, Mussolini, Franco, Daniel Ortega (con despojos del sandinismo), Perón y muchos otros populistas de derecha, centro e izquierda.

5.- Un eventual partido de la ultraderecha trumpiana alentaría a los protofascistas, neonazis y movimientos criminales similares en el mundo. Con la hojarasca humana derruida por las crisis de un capitalismo cada vez menos funcional, que concentra el gran capital en las cuentas de los especuladores financieros, los populistas y demagogos encienden hogueras y esparcen incendios. Con frecuencia, adoptan el camuflaje del nacionalismo y el de la identificación con la pobreza y el sufrimiento popular. 

Si no frenan a Trump de manera definitiva, si lo dejan vivir políticamente, resurgirá un movimiento mundial protofascista, el camino más corto a nuevas guerras. El todavía morador de la Casa Blanca, se dice víctima de fraude electoral. Se identifican con él quienes se asumen víctimas de un sistema político y económico. Hallan en él su redentor.

Un camino similar recorrió Hitler hasta incendiar el mundo. La nostalgia podrida de la ultraderecha, la ranciedad de los nacionalismos y el moho de la demagogia son caldo de cultivo de movimientos políticos violentos. Ante ellos, hay que ser profundamente intolerantes.

Anteayer, Trump y los supremacistas blancos que lo siguen, traspusieron los límites. Así comienza la cancelación de las libertades, de todo derecho, el reino de los impostores. Es momento de ser intolerantes con ellos, pararlos en seco dondequiera que se encuentren.


MAR DE FONDO


** “Me gustas cuando callas porque estás como ausente,/ y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca./ Parece que los ojos se te hubieran volado/ y parece que un beso te cerrara la boca./ Como todas las cosas están llenas de mi alma/ emerges de las cosas, llena del alma mía./ Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,/ y te pareces a la palabra melancolía./ Me gustas cuando callas y estás como distante./ Y estás como quejándote, mariposa en arrullo./ Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:/ déjame que me calle con el silencio tuyo./ Déjame que te hable también con tu silencio/ claro como una lámpara, simple como un anillo./ Eres como la noche, callada y constelada./ Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo./ Me gustas cuando callas porque estás como ausente./ Distante y dolorosa como si hubieras muerto./ Una palabra entonces, una sonrisa bastan./ Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto” (Pablo Neruda, chileno, 1904-1973. Poema 15).