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Indicador polìtico



CARLOS RAMÍREZ

El rostro real del imperio


Viernes 08 de Enero de 2021 7:28 am


COMO acción concertada, los representantes del establishment que no pudieron impedir que el candidato republicano Donald Trump acumulara 47 por ciento de los votos populares (74.4 millones), quieren llevar los disturbios poselectorales del miércoles 6 al tono de que representan una “amenaza para la democracia”.

Pero no ha sido así. La crisis de violencia electoral es correlativa de otras crisis latentes: la aún viva crisis de violencia racial, la crisis de protestas contra la brutalidad policíaca contra minorías, la crisis de violencia por inseguridad, la crisis por muerte de consumidores de drogas ilícitas que circulan de manera libre y masiva, la crisis de pobreza de las comunidades afroamericanas e hispanas y, entre otras, las crisis económicas que ha llevado a la Casa Blanca a salvar a las empresas y al capitalismo y no a los ciudadanos.

La rebelión de los grupos de activistas de Trump fue irracional, pero forma parte de la desigualdad política y de la configuración del sistema elitista político. Los votos que llevaron a Trump a la Casa Blanca en 2016 fueron de los marginados del régimen capitalista que ha prohijado, entre muchos, a Jeff Bezos y sus 180 mil millones de dólares de fortuna personal –3.6 billones de pesos, la mitad del presupuesto federal mexicano para 2021– como producto de su empresa Amazon, con la propiedad de The Washington Post como joya política por el papel antiTrump de ese diario en el establishment mediático que domina el pensamiento, la conciencia y la información del estadounidense medio.

Lo que mostró la violencia del miércoles fue una violencia del sistema desigual, de los intereses creados, del modelo de poderes configurados en lobbies, del poder dominante de los demócratas en el martillo legislativo de Nancy Pelosi y el proceso electoral del pasado martes 3 de noviembre, marcado por la manipulación que controla las decisiones de poder en la Casa Blanca y a los que Trump había marginado de las decisiones y los que habían sido afectados por el enfoque antiEstado, antiguerras y antiriqueza de Trump.

La violencia del miércoles mostró que Trump no es una anomalía en el american way of life o en el “sueño americano o en el modelo de “faro de la democracia”, sino un producto histórico de las contradicciones sociales, de clase y de poderes en el régimen del capitalismo de EUA. Como sujeto histórico, Trump irrumpió en 2016 la continuidad demócrata-republicana que representaba Hillary Clinton desde su papel como secretaria de Estado del imperio. Trump no fue el candidato ideal opositor, pero sí el que despertó a las masas antiEstado.

El estilo atrabancado, vulgar, racista y autoritario de Trump no configuró en ningún momento una alternativa, sino que constituyó en una protesta de los marginados del establishment que pagan con sus impuestos la existencia de esa élite de poder. Pelosi como la versión demócrata de Trump se vio en el pasado informe del estado de la Nación cuando en la tribuna legislativa rompió a la vista de todos su copia del informe presidencial; ahí la democracia formal estadounidense y su Constitución quedaron reducidos a pedazos de papel.

El sistema político estadounidense reventó su subsistema electoral con las elecciones del pasado 3 de noviembre y el uso demócrata de todo el corporativo del establishment, con los grandes medios manipulando la información contra Trump y pidiendo en sus editoriales de manera formal el voto por Biden; ahora esos medios se rasgan las vestiduras clamando por el peligro de existencia de la democracia. Y aunque en las cifras oficiales –que México conoce en su historia como trampas del régimen– beneficiaron a Biden, de todos modos Trump representa el 47 por ciento de los votantes, medio país.

Las elecciones del 3 de noviembre de 2020 y la Presidencia de Biden quedaron ya marcadas por la ilegitimidad y el poder de dominación política, mediática e institucional del establishment. Hoy EUA no es un faro de la democracia, sino un Estado capitalista controlado por los grupos de interés de los lobbies del establishment.

Política para dummies: La política en modo violencia es el espejo de las demagogias de todo tipo.


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@carlosramirezh