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Despacho político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

El descontrol


Martes 12 de Enero de 2021 7:49 am


LOS estragos de la pandemia están en el punto más alto desde que hace casi un año se registró el primer caso y luego el fallecimiento número uno de una lista que se acerca a 150 mil víctimas.

Nos dicen las autoridades que el incremento de casos de contagio y muerte recientes se debe a las fiestas de fin de año, cuando se rompieron las medidas preventivas. El desfogue de las tensiones de un año difícil se dio en los festejos navideños y sus alrededores, la espera del Año Nuevo incluida.

Cifras van y vienen. Se imponen marcas de número de nuevos contagios en sólo un día y se rompen por otras más cuantiosas a la jornada siguiente. Sí, son consecuencia de las fiestas de diciembre –las últimas para miles– y lo son, sobre todo, de la incapacidad del gobierno federal para aplicar medidas y obligar a respetarlas. Un gobierno sin voluntad para imponer coto a los irresponsables porque al principio de la epidemia nunca asumió la severidad del daño sanitario. Recuérdese cuando don Gatell aseguraba que la Covid-19 era menos letal que la influenza estacional (durante aquella pandemia, la de 2008, en México hubo poco más de 800 muertos, cifra superada muchas veces en sólo un día en la presente).

Hágase memoria de las contradicciones de don Gatell y del Presidente, no únicamente entre ellos, sino cada uno consigo mismo. Un discurso gubernamental que desdeñó la pandemia, aseguró que la domaría en unos meses (se prolongará hasta agosto, decía en abril del año pasado don Gatell). Aplanadores de curvas, augures de la tragedia, le pusieron números: 6 mil fallecimientos como máximo en “el pico”, el 6 de mayo. Después, que llegarían a 30 mil y que 60 mil sería una catástrofe. Desprecio por el uso de cubrebocas, el aliento a salir a la calle y apapacharse. Así fue el rollo gubernamental durante 2021. El suyo fue optimismo irresponsable, indolencia imperdonable, interminable verborrea.

Ahora nos dicen que las vacunas están por llegar para terminar de inmunizar al personal de hospitales y luego a los mayores de 60 años. Se registraron ya las primeras fallas, se permitieron agandalle de directivos sanitarios “influyentes” y se les echaron a perder dosis por manejo deficiente de las de Pfizer. Y resta la tarea de inyectar a 120 millones de personas en dos tandas, 240 millones.

De vez en vez, en sus rostros se les manifiesta el azoro, acaso el miedo. Parece que apenas se percatan de la dimensión de la tragedia. Quizá piensen en las consecuencias políticas más que en las sanitarias. No debieran preocuparse, si el Presidente conserva niveles de popularidad –tal es su prioridad– que le darán de nuevo mayoría en la Cámara de Diputados federal. Puede ser que no tan amplia como la actual, pero mayoría al fin. La del Senado, por supuesto, la conserva. El “pueblo” tendrá el gobierno que se merece, claro. Mientras haya dinero regalado, que se caiga el cura del púlpito.

En tanto, la economía continúa atascada en el barrial. Aunque desde el gobierno se lance un discurso optimista de recuperación, la realidad –que suele tener “otros datos”– económica se anuncia debilitada, sin mucho ánimo y hasta desesperada. La de México es una economía capitalista, sus reglas son claras y sabidas: sin circulante, no hay consumo, y sin éste, el crecimiento es imposible. Con una breve lista de inversiones públicas y privadas, el gobierno echa las campanas a vuelo. De nada sirve. El daño, que viene desde antes de la pandemia, se curará en el largo plazo. Demasiado longo, para infortunio del país. Sólo dos síntomas ilustrativos: 2020 fue el año en que menos autos nuevos se vendieron en el periodo de los últimos 5 lustros, 25 años. Un millón 200 mil usuarios de tarjetas de crédito las han cancelado. Y de ahí en adelante.

Al descontrol gubernamental de la pandemia se entreteje con el de la economía. Ante la realidad, el gobierno coloca en la agenda de sus prioridades la eliminación de los para él incómodos organismos autónomos, desde el odiado INE hasta el de Acceso a la Información. Son caros, dice el Presidente. E innecesarios, porque como ahora ellos, los “transformadores” gobiernan, no se necesitan contrapesos. Innecesarios resultan en razón de que ellos son impolutos, arcángeles de la pureza y consumados hacedores del bien. En suma, son santos.

Así pinta 2021.


MAR DE FONDO


** “Mientras tanto nos llegaban buenas, óptimas noticias del emperador. Los recibimientos que le habían hecho fueron espléndidos y festivos; especialmente fue magnífica su entrada en Puebla. La sencillez de sus modales y su amabilidad despertaban las más vivas simpatías. Les parecía imposible que el emperador fuese afable con todos, que a todos graciosamente escuchase, que respondiese a éste o aquél con la suave benevolencia que le era propia. No esperaban esto los mejicanos” (Torcuato Luca de Tena Brunet, español, 1923-1999. Ciudad de México en tiempos de Maximiliano. Edit. Planeta, pág. 52).