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Escenario político



GABRIEL GONZÁLEZ CASTELLANOS

Parcial


Miércoles 13 de Enero de 2021 7:06 am


LOS procesos electorales antes de 1990 eran eventos organizados por la denominada Comisión Federal Electoral, dependiente de la Secretaría de Gobernación. El gobierno de turno imponía criterios definitorios en los resultados de cualquier momento electoral, para beneficiar a lo que se llamó “Partido de Estado”, con la presencia de la acomodaticia “oposición” que siempre ostentó el blanquiazul ante los regímenes autoritarios.

La movilización social en torno al Frente Democrático Nacional con la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en 1988, fue demasiado para la facción tecnócrata en el poder, indispuesta por todos los medios posibles en cederlo. La insurgencia popular contra el fraude obligó al grupo en el poder a hacer los ajustes para que las elecciones fuesen función específica de una institución autónoma.

El IFE surgió en 990, como la instancia encargada de darle imparcialidad, certeza, transparencia, confiabilidad y legalidad a los procesos electorales, para que los partidos políticos, además, desarrollaran su actividad en condiciones de equidad. Muy pronto la buena voluntad descrita en palabras siguió el rumbo de los “consensos”.

A partir de 2014, el INE sustituyó al IFE con la tonalidad de los arreglos entre las organizaciones partidarias proclives a los gobiernos autoritarios. En una tesitura así, la institución electoral ha incentivado en los 2 últimos años, una marcada actitud de parcialidad como es notorio en las determinaciones que toma favoreciendo al conservadurismo.

Ahora su Consejero Presidente expone que los programas en que el titular del Ejecutivo informa de las vicisitudes de la administración pública, las conocidas “mañaneras” se deben suspender a partir del mes de abril, por motivos de la elección que se avecina.

Requiérese recordarle al INE que la libertad de expresión no es una dádiva o un acomodaticio regalo que hayan hecho los gobiernos autoritarios. Cuando nos referimos a la libertad de expresión, hablamos de un ejercicio plural y democrático que toda persona ejerce, en busca de la justicia y la democracia. Porque se puede afirmar, sin lugar a dudas, que sin justicia no hay libertad, y sin libertad es inexistente la república democrática y soberana.

No se concibe la presencia de la democracia sin libertad de expresión y opinión pública, que tienen un lugar privilegiado de exposición para el conocimiento de la sociedad. Es ahí, en ese ejercicio, donde se clarifica la importante labor de quien ejerce las libertades democráticas, porque en esa actitud consuetudinaria se va definiendo el lugar que se ocupa en el escenario de la lucha de clases.

Debo precisar que la democracia no termina ante un proceso electoral, pues es un ejercicio permanente que se concretiza antes del voto, durante el voto y aún posterior al voto. En tal sentido, la libertad de expresión y la opinión pública no se pueden circunscribir a plazos fatales, con los cuales se considere la existencia de un límite que lleve a poner un paréntesis en una lucha política, que por su naturaleza es una actividad permanente. No es, pues, una actividad sujeta a veleidades de tiempo y espacio, como lo pretenden imponer las mentalidades autoritarias electorales.

Al ejercer la libertad de expresión hay quienes escogemos el camino de la propuesta y la lucha por la democracia, sustentados en convicciones e ideales que se configuran en un Proyecto de Nación basado en la justicia social. Otros prefieren ejercerla mediante la diatriba y la denostación o con la alabanza y la zalamería hacia quienes ostentaron el poder conservador.

El INE quiere censurar la crítica y ello equivale a combatir la capacidad humana de pensamiento y juicio. Al no aceptar la crítica, es sólo un dogmático en el orden del pensamiento y es dictatorial en el orden de los hechos. ¿Sirve al pueblo, o al dinero?