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Campaña de vacunación


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Jueves 14 de Enero de 2021 7:51 am


EN medio de la pandemia de Covid-19 que en México ha causado 136 mil 917 fallecimientos y ha contagiado a un millón 571 mil 901 personas, la llegada de las vacunas a nuestro país es una de las mejores noticias en meses.

Todos los mexicanos habíamos esperado con ansias este momento, pues la vacuna constituye el medio más eficaz para frenar la espiral de muertes; no obstante, la Secretaría de Salud y los especialistas han aclarado que para contener la pandemia se deben mantener las medidas higiénicas y de sana distancia.

El presidente Andrés Manuel López Obrador prevé que para abril de este año, 15 millones de adultos mayores ya se encuentren vacunados. Esta semana empezaron a trabajar 10 mil brigadas para el Plan Nacional de Vacunación, formadas por servidores públicos y voluntarios, para aplicar la vacuna. Los primeros son los trabajadores de Salud, por lo que se espera terminar con esta primera etapa el 31 de enero y posteriormente se comience la vacunación de los adultos mayores.

López Obrador dijo que la justificación es que se trata de una población vulnerable. “Si vacunamos a todos los adultos de acuerdo a las recomendaciones de especialistas, estaríamos disminuyendo la mortalidad por Covid en un 80 por ciento, por eso la prioridad”.

Luego de vacunar a este grupo vulnerable se continuará con enfermos crónicos menores de 60 años y luego con maestros. Señaló que en términos generales se trata de vacunar a todos los mexicanos y también a residentes de países extranjeros en México, a todos, “es vacunación universal y gratuita”, ratificó.

El Gobierno Federal se prepara para iniciar la vacunación en las 32 entidades del país, para lo cual cada semana se aplicarán 439 mil dosis.

Sin duda, la campaña de vacunación representa una vía de solución sanitaria de mediano plazo. Sin embargo, ha levantado alertas ante el proceso electoral de este año, no sólo porque la aplicación del antígeno y la pandemia en sí pueden prestarse a un uso político, sino también por la utilización de los Centros Integradores del Bienestar y la participación en las brigadas de los “Siervos de la Nación”, encargados de entregar los apoyos del Gobierno Federal. La intención es burda de tan obvia.

Benito Nacif, ex consejero electoral, señaló que hay riesgo de que “la vacuna se convierta en una dádiva y que se use políticamente en el contexto de las campañas electorales para repartirlas con fines político-electorales”, por lo que es importante que se establezcan los procedimientos, protocolos y mecanismos para evitar que eso ocurra. Hasta ahora no se han elaborado.

Desde que empezó la emergencia sanitaria, la gestión del gobierno de López Obrador ha dejado mucho que desear y los resultados son los ya 136 mil 917 muertos. De acuerdo con un análisis de la Universidad Johns Hopkins, México ocupa el primer lugar en letalidad entre las 20 naciones más afectadas por la pandemia en el mundo, con 8.8 por ciento de fallecimientos, es decir, la cifra corresponde al número de muertes respecto de cada 100 casos confirmados de contagio.

Con la campaña masiva de vacunación, Andrés Manuel tiene la oportunidad de hacer un buen papel y compensar los errores cometidos por su administración en la atención de la emergencia sanitaria, a condición de evitar el uso electoral amañado.

No obstante, llama la atención que el Gobierno Federal haya firmado acuerdos clasificados como “información confidencial” con tres de las farmacéuticas que proveerán al país de vacunas: Pfizer-BioNTech, AstraZeneca-Oxford y CanSino. No se puede hacer público ningún dato sobre los mismos. La Secretaría de Relaciones Exteriores alega que incumplir la cláusula que exige discreción “podrá causar daño en la obtención de la vacuna para atender a la población”.

Durante su gestión como jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Andrés Manuel clasificó toda la información relativa a la construcción de los segundos pisos. Hoy se repiten esos acuerdos de confidencialidad y se le cae su bandera de transparencia plena.

En Colima, ayer el gobernador José Ignacio Peralta Sánchez puso en marcha la vacunación. Manifestó que se estará siendo responsable y transparente en la aplicación de la misma, como lo establece el Plan Nacional de Vacunación. En el acto, se vacunó a una enfermera del Hospital Regional. El Mandatario informó que dicha aplicación es la primera de las 4 mil 875 dosis que en una primera etapa serán suministradas al personal de Salud que trabaja contra la Covid. Detalló que serán 3 mil 333 trabajadores de las áreas Covid que serán inmunizados.

Es un acierto que el gobierno lopezobradorista haya garantizado el dinero suficiente para la compra de las vacunas, sin embargo, no había ninguna necesidad de que contaminara esta buena acción con la estrategia de vacunar a las personas en los Centros Integradores de Bienestar, que es donde se entregan los apoyos sociales, pues ello se presta al tramposo uso político-electoral. También la participación de los “Siervos de la Nación”, “promotores de programas sociales” y los “voluntarios” en las brigadas manchan la campaña, porque son personas que no pertenecen al sistema de salud.

El hecho de que López Obrador diga que no se utilizará políticamente la campaña de vacunación, no basta, ya que en los hechos está demostrando lo contrario. Es evidente el sesgo político-electoral que se le está dando a la inmunización, aprovechando que es imposible detenerla pues urge frenar la pandemia.

Morena, la fractura


A la hora de repartir candidaturas, Morena reactivó una de sus líneas genéticas preponderantes, la del sectarismo, aquella que terminó minando al PRD, su padre político, de donde emigró la mayoría de morenistas actuales. La otra línea de sangre proviene del PRI, donde se formaron muchos de los dirigentes más visibles, entre ellos, sobre todo, Andrés Manuel López Obrador.

Entre moderados y radicales se libra una batalla interior ante la cual López Obrador aparenta guardar sana distancia, neutral indiferencia. No es así. Las decisiones de partido pasan por su aprobación o no pasan. En la más fiel tradición de los procedimientos priistas, el Presidente ha decidido las candidaturas a las Gubernaturas. La Comisión Nacional de Elecciones, supuesto órgano neutral que define por datos estadísticos las postulaciones, es sólo la pantalla, la cubierta, el pretexto, un florero más. Las decisiones se dan en Palacio Nacional. Tanto es así que ninguna encuesta se ha dado a conocer ni siquiera a los precandidatos objeto de las mediciones “objetivas” de preferencias populares. Pura simulación.

Obvio por previsible, el resultado fue la fractura de Morena, que no acaba de ser partido, sino mera herramienta, otro adorno más en la mesa del Presidente. A Mario Delgado Carrillo, dirigente formal, los conflictos internos le acortaron un año la dirigencia, y cuando alcanzó el cargo apenas tuvo tiempo para acoplarse a la realidad de las decisiones presidenciales y jugar el papel de convalidador de dedazos. Así, le brincaron las liebres en Tlaxcala, Guerrero, Colima, Michoacán, Nuevo León, Nayarit, Zacatecas, Sinaloa, Coahuila y Baja California. En todos los estados hubo inconformidad contra los ungidos y contra Delgado Carrillo, incluso en su propia tierra, donde el grupo Fundadores de Morena le lanzó huevos a él y a la precandidata Indira Vizcaíno Silva. Tuvieron que salir cubiertos por guardias, tapados con hules y cartones. Nunca antes en Colima aconteció un episodio político tan vergonzoso, a ningún partido, a ningún candidato.

El éxodo ha comenzado. Claudia Yáñez Centeno, aspirante a candidata y Diputada federal, dejó Morena y se afilió a Fuerza Social por México, donde es precandidata a Gobernadora. El partido del senador suplente Pedro Haces es obra de López Obrador, acaso previendo lo que pueda ocurrir en la sucesión de 2024, que ya no está lejos. En 2 años y medio, comenzará la lucha abierta por la postulación, hoy todavía soterrada.

Por ahora, en la coyuntura electoral, a Andrés Manuel le interesa conservar la mayoría en la Cámara de Diputados. Es su obsesión más apremiante. Si en 2018 Morena arrasó, esta vez no las tiene todas consigo. Su vida interna es un relajo; la externa, una rebambaramba. Si alcanza la mayoría, difícilmente será del tamaño de la actual, cuando echó mano de partidos aliados como el PT, el extinto y confesional PES –resucitado con otro nombre, las mismas siglas–, Fuerza Social por México y el Partido Verde. Con el del Trabajo y el Verde, Morena ha tenido distanciamientos y rupturas en diversos estados a consecuencia del pésimo manejo de las nominaciones a gubernaturas. Colima es un ejemplo entre muchos. Para las elecciones legislativas, las negociaciones resultarán igualmente complicadas, o más. El caso de Cristóbal Arias, en Michoacán, es ilustrativo. Irá por otro partido cuando lidera las preferencias reales, medidas con objetividad, no en las fantasías de las encuestas de Morena que ni siquiera se levantaron.

Morena carece de estrategia de cara a los comicios del 6 de junio. Se atiene a que puede solo y que les hace un favor a sus aliados. La realidad es que en alianzas y coaliciones, se trata de sumar puntos porcentuales de votación. Una vez más, la soberbia insuflada por un triunfo arrasador, el de 2018, que se atribuye a sí mismo aunque en realidad fue obra de López Obrador –ya no estará en las boletas, pero trampeará para hacer campaña simulada–, le puede perjudicar. Sí, tiene ventaja, según las encuestas, por ahora. Un seguimiento a esas mediciones revela, sin embargo, dos cosas: la tendencia a la disminución de preferencias electorales y el enorme escollo que significa haber llegado a su tope, por lo que le costará mucho crecer de nuevo o siquiera mantenerse en el nivel actual. Encima, los desilusionados con el gobierno y el partido suman legiones. Esos ya no votarán por el partido del gobierno. Los indecisos son multitud.

¿Qué busca Morena? La mayoría en la Cámara de Diputados y todas las gubernaturas posibles. Sin estrategia, ausente la operación política, quebrantada la unidad interna, de suyo frágil desde el principio, confrontados grupos y tribus con cada día más encono, se dirige a una elección que podría darle, en tales condiciones, una sorpresa desagradable, una en que el mejor de los panoramas sea ganar mayoría apenas por escasa diferencia.

En Colima, los beneficiarios indirectos son los partidos de la alianza “Sí por Colima”, si saben aprovechar la circunstancia, si postula a los adecuados y ofrece un programa concreto atractivo a los electores, novedoso y creíble.

¿Qué hará Morena si, en el peor de los casos, pierde la mayoría? Se ahondarán sus luchas internas, se culparán, como siempre, unos a otros y tal vez llegue a 2024 lejos del optimismo de la victoria de 2018. Aquellos, los de entonces, ya no serán los mismos.


Periodo de silencio


LUEGO de la conclusión de los periodos de precampañas a la Gubernatura, Alcaldías y Diputaciones, aspirantes y partidos políticos entrarán a un periodo de trabajo interno hasta que comiencen las campañas constitucionales, el próximo 5 de marzo.

Ya los institutos políticos realizaron sus procesos para la selección de precandidatos y futuros candidatos, aunque en el caso de las coaliciones “Sí por Colima” (PAN, PRD y PRI) y “Juntos por un Colima Mejor” (PT y PVEM) aún tendrán que elegir a sus postulantes.

La alianza del PAN, PRD y PRI definirá a su abanderada en la última semana de este mes, a través de una encuesta en la que participará la panista Martha Sosa Govea y la priista Mely Romero Celis. Para la del PVEM y PT aún no existen fechas concretas.

Sin embargo, tales definiciones tendrán que ser internas, los tiempos para el contacto con los militantes y simpatizantes se acabó, en tanto el de acercamiento a la población o apariciones públicas todavía no empieza, se trata de una especie de ínterin silencioso que se extiende durante casi 2 meses, desde el 8 de enero hasta el 5 de marzo.

Durante este periodo, los precandidatos y partidos políticos deberán ser muy cuidadosos en su actuación y posicionamientos, dado que en su afán por no desaparecer del escenario político, podrían incurrir en violaciones a la legislación electoral.

Al respecto, el Código Electoral del Estado refiere, en el artículo 288, que los actos anticipados de campaña constituyen una infracción de los candidatos o, en su caso, de los partidos políticos, lo que puede ser sancionable con medidas que van en correspondencia a la gravedad de la infracción.

Tal ordenamiento define los actos anticipados de campaña como “expresiones que se realicen bajo cualquier modalidad y en cualquier momento fuera de la etapa de campañas, que contengan llamados expresos al voto en contra o a favor de una candidatura o un partido, o expresiones solicitando cualquier tipo de apoyo para contender en el proceso electoral por alguna candidatura o para un partido”.

El artículo 296 señala que los precandidatos que incurran en actos anticipados de campaña, podrían hacerse acreedores a sanciones como la amonestación pública o incluso la cancelación del derecho a registrarse como candidatos.

Esta figura también se contempla en el caso de la Ley General de Procedimientos e Instituciones Electorales (LEGIPE), específicamente en el artículo 446, en que se menciona que los actos anticipados de campaña de quienes aspiran a una Diputación federal o Senaduría constituyen una infracción a tal ordenamiento.

Así, tendremos un receso de actividad política, al menos en el contacto con los electores, que se extiende a lo largo de casi 2 meses. Durante ese tiempo, quienes aspiran a un cargo de elección popular tendrán que moderar sus ansias o corren el riesgo de ser sancionados por la autoridad electoral.

Parece un sinsentido que tras semanas de intenso proselitismo en sus respectivos partidos, los aspirantes tengan que someterse a un paro de varias semanas. Ese diseño del calendario genera confusiones, pues seguramente habrá precandidatos que sigan trabajando en el acercamiento a la gente, al filo de la ley o violándola.

Además, el lapso de varias semanas sin actividad política enfriará un proceso electoral que ya se había iniciado y no tendría por qué frenarse, dado que constituye una pérdida de tiempo y recursos para las instituciones y los partidos políticos.

En todo caso, el calendario electoral tendría que modificarse para acercar lo más posible el periodo de precampaña con las campañas constitucionales, así no habría margen a la comisión de irregularidades por parte de los institutos políticos y sus aspirantes.

La adecuación de los tiempos será un tema pendiente en el diseño de la próxima reforma electoral, pues no tiene mucha lógica el esquema actual. Por lo pronto, los precandidatos deben respetar lo establecido en la ley, cuidando no violentar las disposiciones y a la espera de que lleguen las campañas, en la primera semana de marzo.


A la postre…


VAYA momento vergonzoso e incómodo pasaron el presidente nacional de Morena, Mario Delgado Carrillo, y la precandidata a la Gubernatura, Indira Vizcaíno Silva, el viernes pasado afuera de la sede estatal de su partido, de donde tuvieron que salir entre empujones, protegidos por personal de seguridad con lonas para evitar que los huevos que les lanzaron morenistas inconformes con la designación de Indira, les impactaran.

No hay antecedente en Colima de un hecho como éste, en que el líder nacional de un partido político y una precandidata a Gobernadora fueran abucheados y agredidos de esa forma y, lo peor, que no haya sido una protesta o ataque de adversarios, sino de militantes del mismo abanderamiento.

Poco más de 3 horas estuvieron retenidos en las oficinas de Morena ambos personajes que sostenían una reunión con la dirigencia estatal, pero luego se quedaron encerrados, sin saber qué hacer ante la protesta que había afuera por parte de miembros de la asociación Fundadores de Morena y otros simpatizantes que le reclamaban a Mario Delgado lo que consideraron una imposición de Indira Vizcaíno como precandidata única.

En ese largo tiempo, ningún morenista de la dirigencia estatal o de la comitiva de Delgado Carrillo fue capaz de entablar un diálogo con los quejosos para mediar en el conflicto y detener el vergonzante episodio que ahí se vivió.

Entre empujones salió corriendo Indira Vizcaíno de la sede estatal de Morena, para subirse a una camioneta y huir del lugar, sin esperar a que saliera su dirigente nacional.

En seguida, fue el turno de Mario Delgado, quien también entre empujones e insultos de los manifestantes se subió a otra camioneta y salió rápidamente.

¿Quién iba a pensar que la hoy precandidata de Morena, que se jactaba de estar arriba en las encuestas, sería repudiada por los fundadores de ese partido?

Nadie se imaginaba que al líder nacional del partido guinda, en su tierra natal le harían esa manifestación de simpatizantes de Morena por el desaseado proceso de selección de la precandidata.

En otros estados del país ha habido inconformidades por el mismo procedimiento e incluso algunas protestas en la sede nacional del partido, pero no con el nivel de rabia y agresión que se dio en Colima.

Y de esa doble agresión, nada dijo Mario Delgado, se quedó callado, igual que el dirigente estatal de Morena, Sergio Jiménez Bojado. La única reacción vino de Indira Vizcaíno, quien en su cuenta de Twitter escribió: “Lo que sucedió hoy en Colima es un acto de intolerancia. Debemos trabajar para corregir y seguir adelante en unión. @mario_delgado como siempre es un gran aliado de la 4ta. Transformación. Un fuerte abrazo”.

Sin embargo, a ella no le queda hablar de intolerancia, cuando apenas hace unos días se había lanzado contra Claudia Yáñez Centeno, por haber renunciado a Morena precisamente por la falta de transparencia del proceso. Indira dijo que Claudia anteponía intereses personales a los de los colimenses y que al salirse de Morena, ahora en ese partido ya sabían con quién se contaba y con quién no.

Lo cierto es que Morena llegará a la elección con graves fracturas y enojo de muchos militantes al interior del partido, incluidos los fundadores que en una primera instancia habían informado que abandonarían al instituto político, pero el viernes pasado dieron marcha atrás y afirmaron que desde dentro impedirán el triunfo de la ex delegada federal.

Fue un duro golpe asestado a Morena y a la aspiración de Indira por llegar a la Gubernatura, situación que pudiera repetirse en campaña y le impedirían llegar fortalecida para el domingo 6 de junio. Es la consecuencia del riesgo que asumió la dirigencia nacional al nombrar a quien ni siquiera está afiliada a Morena y que tiene muchos puntos negativos en contra.

Va tomando fuerza la precandidatura a gobernadora de Claudia Yáñez Centeno por el partido Fuerza Social por México. A principios de semana se reunió en Manzanillo con el fundador de ese abanderamiento, Pedro Haces Barba, quien también dirige la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), la cual aglutina a mil 178 sindicatos en el país.

Lo importante para Claudia Yáñez Centeno es que con este proyecto no se confronta ni separa del presidente Andrés Manuel López Obrador, pues el partido y su fundador son afines al proyecto de la 4ta Transformación.

Fuerza Social por México empieza fuerte, al capitalizar los errores de Morena en la designación de candidatos, como son los casos de Colima y Michoacán.

Además, su precandidata en Colima sí cumple los postulados básicos de López Obrador: “no mentir, no robar y no traicionar”, así es que tiene de aquí al inicio de marzo el tiempo necesario para fortalecer el trabajo interno y a partir del 5 de ese mes iniciar con todo su campaña.