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De mañaneras, censura y poder



RODRIGO MARTÍNEZ OROZCO


Jueves 14 de Enero de 2021 7:46 am


EL 11 de enero, durante el Seminario sobre Violencia y Paz de El Colegio de México, el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, señaló que las mañaneras del presidente López Obrador deben interrumpirse al arrancar las campañas electorales, puesto que son espacio para la propaganda gubernamental que está prohibida durante el periodo de campañas y elecciones. AMLO, en un encontronazo más con Córdova y el INE, acusó a dicho organismo de censura: “Como ya está de moda a nivel mundial la censura, ya nos quieren silenciar y realmente es una actitud de mucha intolerancia, ¿cómo nos van a quitar el derecho de expresión, de manifestación? ¿Cómo le quitan al pueblo el derecho a la información?”, se quejó el Presidente. Evidentemente López Obrador no ignora el contenido de la Constitución y sabe perfectamente que no lo están censurando. El problema no es de censura o acceso a la información, sino de poder, un poder que el Presidente pretende arrancar a los grandes medios para ejercerlo en una relación directa con “el pueblo”.

Después de 2 años de gobierno, las conferencias matutinas han logrado uno de sus principales objetivos: dictar la agenda y los temas a discutir en el debate público. Esta estrategia es muy clara. Al imponer los temas a discutir desde una posición de alta popularidad y legitimidad, López Obrador toma la iniciativa de la conversación pública, es decir, los grandes medios, que en su mayoría le son adversos, se ven reducidos a un papel reactivo. No es casual que el Presidente dedique tanto tiempo de las conferencias a atacar a los grandes diarios nacionales. Seguramente hay mucho de obsesión y resentimiento después de 2006, pero lo principal es la estrategia política del Presidente, pues al arrancarle la iniciativa, arranca también la legitimidad. La gran prensa tradicional de México ha sido pues, desplazada de la iniciativa.

Cuando López Obrador se queja de que el INE atenta contra el derecho a la información de los mexicanos en realidad está haciendo referencia a otros problemas. En primer lugar, busca desprestigiar a una institución autónoma que, desde su visión, se interpone en esa relación directa entre pueblo y líder populista. No es ningún secreto su aversión a los organismos autónomos del Estado Mexicano. Lo más interesante, sin embargo, es que, posiblemente, el Presidente concibe los límites a sus conferencias matutinas como una reducción de la brecha entre su legitimidad y la de los grandes medios. Dicho de otra manera, limitar la propaganda durante las mañaneras implicaría la posibilidad de que los medios tradicionales recuperaran algo de la iniciativa que han ido perdiendo durante los 2 últimos años. Evidentemente la legitimidad abreva de diversas fuentes, no únicamente de las conferencias de prensa; sin embargo, se han convertido en su principal tribuna.

Algo similar pasa con la supuesta censura de la que el Presidente se dice víctima, haciendo alusión a la suspensión de las cuentas de Donald Trump en diversas redes sociales. Probablemente López Obrador sabe que no está siendo víctima de censura, sin embargo, conoce perfectamente la utilidad de la antagonización permanente como mecanismo de movilización de sus bases y esa es otra de las funciones principales de las conferencias matutinas.

No tiene sentido ser líder de unas bases inmovilizadas o pasivas, especialmente si buena parte del liderazgo se fundamenta en el carisma personal. Desde las conferencias, pues, no sólo se “informa” y se debate, también se moviliza y se alcanzan y defienden posiciones de poder. Lo que está en disputa son los canales de comunicación que permiten llevar la iniciativa y someter al otro opuesto a una posición subordinada y reactiva. Como ejercicio democrático, la apertura a los cuestionamientos día con día es un fenómeno político fascinante, pero las conferencias también pueden convertirse en un riesgo cuando se abusa del peso de la palabra de un Presidente.