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Despacho político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Riesgosa batalla


Miércoles 31 de Marzo de 2021 7:26 am


DESDE hace tiempo, el presidente Andrés Manuel López Obrador emprendió una batalla de desprestigio de los organismos autónomos creados en la etapa democrática del país porque le resultan incómodos o le estorban a sus propósitos políticos. 

Los argumentos presidenciales se limitan a que resultan onerosos al erario, en el pasado favorecieron a los regímenes “neoliberales” o sus funciones pueden asumirlas las secretarías de despacho (mal llamadas “de estado”) de su gabinete, esto es, el gobierno sería juez y parte, igual o peor que en los tiempos del más rancio presidencialismo priista.

Uno de esos organismos autónomos es el Instituto Nacional Electoral, sucesor con jurisdicción nacional del Instituto Federal Electoral, uno de los pilares de la democracia electoral del país, producto de una larga lucha de varias generaciones por acabar la hegemonía del PRI en tanto partido casi único e instaurar elecciones libres. La autonomía del INE, como cualquiera de las autonomías, es tomada por obstáculo “del pasado” por el Presidente. Desdeña que sea el mismo INE que en 2018 organizó las elecciones que López Obrador ganó. Y el mismo que las organizó, aunque con otros consejeros, las dos previas que perdió.

En el INE, el Presidente ve con recelo a un organismo autónomo no sujeto a la voluntad presidencial que puede obstaculizar la intención de refrendo de una mayoría legislativa de cara a la segunda mitad de su gobierno. Árbitro de la competencia electoral, el INE puede frenar o sancionar excesos, abusos, irregularidades y violaciones a la ley cometidas por partidos, candidatos, funcionarios de gobierno y ciudadanos.

Desató la pelea la cancelación de la candidatura de Félix Salgado Macedonio a la gubernatura de Guerrero. El conocido depredador sexual está, por el momento, fuera de la contienda. Es probable que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), al que ha apelado, se la devuelva. Ahí, a diferencia de lo que en el INE ocurre, López Obrador dispone de la voluntad de una mayoría de magistrados obedientes a los designios del Poder Ejecutivo. 

Ahora bien, la cancelación de la candidatura de Salgado no fue por la comisión de delitos sexuales, sino por desacato a informar el monto y detalles de los gastos de precampaña. El INE dio dos oportunidades al candidato de Morena -y a medio centenar más- de reportarlos. Acostumbrado a pasar por encima de las leyes y las personas, Salgado se negó a informar. Desacató la ley. Lo sancionaron. A otros partidos y candidatos los sancionó según el tamaño de la falta. ¿Procedió correctamente el INE?

He aquí la jurisprudencia del TEPJF al respecto que muestra el espíritu legal de la fiscalización de gastos: “… el Consejo General del Instituto Nacional Electoral está facultado para llevar a cabo la revisión de la totalidad de ingresos y gastos reportados en los informes presentados por los sujetos obligados de conformidad con los principios de certeza, transparencia y rendición de cuentas. En este sentido, se concluye que cuando en los informes rendidos por dichos sujetos se advierta la existencia de gastos o ingresos que debieron reportarse en un informe distinto al que se revisa, dicha autoridad, en cumplimiento de sus obligaciones, cuenta con la facultad para imponer, en su caso, las sanciones que estime conducentes, pues considerar lo contrario implicaría permitir a los sujetos obligados omitir reportar gastos o ingresos en los informes en los que deban rendirlos, con la intención de impedir u obstaculizar el ejercicio de la facultad de fiscalización de la autoridad”. (Jurisprudencia 4/2017).

En el extremo del abuso, ahora el Presidente y su partido pretenden desaparecer al INE y sustituirlo por un organismo manejable por el Poder Ejecutivo. Pretenden un árbitro cuyas decisiones les favorezcan. Están dispuestos, amenazan, a reformar la Constitución para borrar a un organismo autónomo producto de luchas políticas y sociales de varias generaciones. No pocos de quienes embisten hoy al INE, antes de la creación de su predecesor, el IFE, militaban en las filas del priismo, eran funcionarios de aquellos gobiernos y combatieron, incluso con trampas y leguleyadas, la instauración de la democracia electoral. 

Uno de esos dinosaurios emblemáticos es Manuel Bartlett, operador de la “caída del sistema” en las elecciones de 1988, cuando Carlos Salinas de Gortari despojó de la Presidencia de la República a Cuauhtémoc Cárdenas. Hoy Bartlett es director de la CFE y uno de los intocables del régimen de López Obrador.

Si el gobierno y los legisladores morenistas desaparecen al INE y lo sustituyen por un montoncito de magistrados obsecuentes al Presidente, la democracia electoral será borrada, retornará el país a los tiempos en que la simbiosis partido-gobierno fundaron “la dictadura perfecta”.


MAR DE FONDO


** “Dijo una voz popular:/ ‘¿Quién me presta una escalera/ para subir al madero/ para quitarle los clavos/ a Jesús el Nazareno?’// Oh, la saeta, el cantar/ al Cristo de los gitanos/ 

siempre con sangre en las manos/ siempre por desenclavar./ Cantar del pueblo andaluz/ que todas las primaveras/ anda pidiendo escaleras/ para subir a la cruz.// Cantar de la tierra mía/ 

que echa flores/ al Jesús de la agonía/ y es la fe de mis mayores/ !Oh, no eres tú mi cantar / no puedo cantar, ni quiero/ a este Jesús del madero/ sino al que anduvo en la mar!” (Antonio Machado, español, 1875-1939. La saeta.).