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Despacho político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Candidatos


Miércoles 07 de Abril de 2021 7:01 am


1.- Es Carlos Mayorga, candidato del Partido Encuentro Social a diputado federal por el segundo distrito, con cabecera en Ciudad Juárez, Chihuahua. El hombre comenzó su campaña simulando un cortejo fúnebre. Se metió de muerto en un ataúd, se hizo transportar en una carroza y acompañar de un montón de “dolientes”, su equipo de campaña. Escenificaba “una ciudad muerta”, según explicó. En lugar de ir a la sepultura, “resucitó” para lanzar, por supuesto, un discurso sobre las víctimas de la violencia en su ciudad. 

¿Cómo interpretarán la farsa los familiares de las muchas víctimas de la violencia en aquella ciudad fronteriza? La grotesca bufonada revela cómo muchos pretendientes de una curul u otros cargos de elección popular son capaces de supuestos ingenios -payasadas incluidas- para, creen ellos, ganar simpatías y votos.

2.- La política electoral se ha abaratado. La propaganda nos dice que la de junio será “la elección más grande de la historia”. Nos presume cantidad y no garantiza calidad. Enorme es el número -aproximadamente 4 mil, quizá más- de candidatos a gubernaturas, a alcaldías y diputaciones federales y locales. 

Se agregan los plurinominales, una casta de beneficiarios de algo que en el origen fue una buena intención: la representación de minorías políticas, modelo tomado por México de la democracia de Bélgica cuando aquí comenzaron las reformas políticas: un cuento de nunca acabar, una colección de ocurrencias. Apenas pasaron dos o tres comicios, los partidos se apoderaron de las pluris para regalarlas a la alta burocracia de tales organizaciones, la meritocracia.

3.- Si los candidatos se cuentan por miles, los precandidatos sumaron decenas de miles, hordas, colmenas, esquilineros. Convertidos los partidos en agencias de empleo, en ellos  suele armarse la marimorena porque no alcanza para todos. Cuando se asignan las postulaciones, del otro lado de la felicidad sobrevienen protestas, tumultos, acusaciones y deserciones. ¡Qué bueno que México es un país pacifista, porque si el ejército que forman los políticos fuese a la guerra, a las primeras batallas desertarían de él todos quienes no son generales! Hablan mucho, pero no pelean. Tontos no son… bueno, algunos sí.

4.- Escasea la vocación política. Se demuestra en la conducta de los elegidos a la santa y heroica misión de “defender al pueblo”. Diputados y senadores, por ejemplo, faltan con frecuencia a las sesiones del pleno y a las de comisiones. Otros se duermen en las curules. Algunos protagonizan bufonadas, escándalos y “toman” la tribuna porque sus adversarios se han comportado cual bribones abusando de ser mayoría. Varios solicitan licencia para ocupar un cargo administrativo. Muchos son quienes jamás intervienen en los debates (quizás sea mejor). Y de los que recurren al micrófono, es mínimo el elemental decoro oratorio, ya no digamos ideológico o intelectual. Los saltimbanquis aparecen al inicio de las Legislaturas: cambian de partido, de grupo legislativo, se declaran “independientes” o votan contrariamente a sus compromisos de campaña. Cerecita ornamental del pastel: resultan carísimos al erario, que se acumula con el dinero que millones de contribuyentes pagan con esfuerzo aunque sin alegría, pero pagan.

5.- Tiempo de variedad, momento de los géneros menores del teatro, en las campañas se escenifican: la farsa, el sainete y hasta el auto sacramental cuando para sacar raja y desde fingida enjundia se venera, pudores aparte, al omnipotente Poder Ejecutivo y se promete el oro, el moro y el reino de la felicidad.

¿Piensa usted que tales sucedidos son propios de estas pandémicas campañas? Pues no. Las de hoy son idénticas a las de hace 3, 6, 9, 50 años. La política electoral de la despensa, la gorra, la camiseta, el choro y el acarreo es tan arcaica como los fusiles de la Revolución Mexicana de 1910. Dese tiempo y asómese a esa novela magnífica de Martín Luis Guzmán, La sombra del caudillo. De aquellas formas nefandas de hacer política se llenan los cantaritos de las piñatas en boga.

6.- Y dese tiempo, también, de buscar entre la marabunta de aspirantes al presupuesto público alguno bueno, alguna pasable, digamos los menos malos. Encontrará pocos. Para desgracia colectiva, suelen estar entre los nacidos para perder. ¡Qué le vamos a hacer! Es lo que hay. ¿Será que el cambio no pasa por la política electoral?


MAR DE FONDO


** “Si he perdido la vida, el tiempo, todo/ lo que tiré, como un anillo, al agua,/ si he perdido la voz en la maleza,/ me queda la palabra./ Si he sufrido la sed, el hambre, todo/

lo que era mío y resultó ser nada,/ si he segado las sombras en silencio,/ me queda la palabra./ Si abrí los labios para ver el rostro/ puro y terrible de mi patria,/ si abrí los labios hasta desgarrármelos,/ me queda la palabra” (Blas de Otero, español, 1916-1979. En el principio).