Despacho político
ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA
Muchas gracias
Viernes 09 de Abril de 2021 7:31 am
HE estado ligado a Diario de Colima durante casi la
mitad de mi vida. Aquí me hice periodista a la manera de la mayoría: practicando
el oficio, en cuyo argot se dice “manchándose de tinta las manos”. Hoy es la
hora de partir. En diciembre de 1979, conversé con el joven de 29 años
Héctor Sánchez de la Madrid, director general en relevo de su señor padre, Don
Manuel Sánchez Silva, fundador de Diario de Colima, fallecido el 14 de
marzo de ese año. Reportero de periódicos de fugaz vida, deseaba ser parte del
líder. Héctor me recibió en su oficina del edificio de Gabino Barreda 119.
Recomendado por mi gran amigo Jaime Estrada Mora (qepd), subdirector, recibí de
Héctor la oportunidad de ser reportero. Mi primera sorpresa, el sueldo: el
doble de lo que ganaba hasta entonces. Comencé a trabajar el 2 de enero de 1980
y, recuerdo, la nota principal, la de ocho columnas, del día siguiente era mía.
Por la noche, hice mi primera guardia. No conocía ni tantito de ese encargo,
pero cumplí. A la mañana posterior, no me presenté a laborar, no por
irresponsabilidad, sino porque me había picado un alacrán, como lo corroboró la
empresa. Años después, Héctor me nombró jefe de redacción y luego
subdirector. Notas reporteadas, entrevistas, reportajes, columnas y,
eventualmente, fotografías que en aquellos tiempos se tomaban con cámaras
mecánicas, conformaban una tarea múltiple con un fin único: contribuir a las
mejores ediciones posibles de nuestro periódico. El periodismo en Diario de
Colima tenía un ingrediente indispensable: pasión por el oficio. En 1991 me retiré del periódico. Incursioné en otros medios.
Héctor me daría una nueva oportunidad en 2003 en un gesto que le agradeceré de
por vida. En junio de 2009, me llamó a su oficina del nuevo edificio apenas
estrenado en 2000. Me nombró director general. Hoy, dejo ese cargo, cuando él
ha decidido transferir la propiedad de la empresa. Sí, es triste. A la vez, es
motivo de orgullo haber formado parte de un medio de comunicación líder que ha
crecido dando miles de batallas periodísticas, ha enfrentado adversidades,
alcanzado objetivos profesionales y empresariales y dejando constancia de la
vida colimense durante casi 70 años. Mi oficio me ha permitido, entre muchas otras cosas, conocer
a Colima, esto es, su territorio y su gente -mi territorio y mi gente-. He
entrevistado a presidentes de la república, gobernadores, políticos de toda
ideología, desde personajes como Miguel de la Madrid hasta íconos del régimen
priista como Fidel Velázquez, el polémico exdirector de Pemex, Jorge Díaz
Serrano. A artistas como el enorme pintor ruso mexicano Vladimir Kabilchich
Vlady, el gran poeta y filósofo Jaime Labastida, a los novelistas Mónica Lavín,
Gustavo Sáinz y José Agustín, entre muchos más. Conocí y entrevisté al
histórico Manuel Clouthier cuando era líder empresarial, y recientemente a su
hija Tatiana, a numerosos intelectuales y escritores. A personajes de la farándula
como Piporro, Capulina y algunos más. La mayor parte de esos trabajos están en
las páginas de Diario de Colima. Y también traté y serví de vocero periodístico a muchas
personas comunes que necesitaban expresar sus necesidades, problemas y
peticiones. Por mi labor en Diario de Colima, recibí tres amenazas de
muerte (es la primera vez que lo hago público): de un político sindicalista, un
narcotraficante y un gobernador. Como verá el lector, no se cumplieron. Diario de Colima ha sido para mí mucho más que un lugar de
trabajo. Fuente de formación, espacio de expresión de ideas, vehículo de
amistades, caudal de experiencia, estímulo al desarrollo intelectual,
territorio ameno en un sitio donde siempre se labora bajo la presión de la
responsabilidad por lo que se publicará mañana y contra el tiempo. Aquí han escrito también mis hijos Armando y
Rodrigo, mi hermano Julio Ignacio, y fue corrector de galeras, hace décadas,
otro de mis hermanos, Gilberto. De las muchas satisfacciones, las mejores provinieron de la
gratitud espontánea de personas que por estas páginas encontraron soluciones a
sus dificultades ante el poder o la injusticia. Y también de quienes con la
sencillez de la bonhomía, estuvieron agradecidos por mis columnas. Nada menos
anoche, en medio de la vorágine de esta edición tan especial, me visitó un
hombre a quien no conocía, don Guillermo Cárdenas, lector de Sabbath. Vino,
dijo, a conocerme personalmente y a darme un obsequio: una reliquia cinegética
-una piel de animal- que conservó durante más de 40 años. El periodismo da
satisfacciones cuando el pueblo lo lee. Es ese pueblo que ha leído Diario de
Colima durante casi 70 años. Agradezco a Héctor Sánchez de la Madrid haberme permitido
ser parte de Diario de Colima. También el trato amable de su familia, en
especial el de Paty Sánchez Espinosa, periodista inteligente, perseverante y
enérgica. Junto con Héctor, también yo me retiro. Tomaré unas semanas
de descanso. Volveré al periodismo en un diario digital de mi propiedad, aún
por crearse. Espero que nos encontremos ahí pronto.
Héctor, Paty: ¡Muchas gracias!