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Momentos



EVA ADRIANA SOTO FERNIZA

El caos y Bolsonaro


Sábado 29 de Mayo de 2021 8:41 am


“ESAS lucecitas de la noche, ¿nos están espiando? Las estrellas tiemblan de estupor y de miedo. Ellas no consiguen entender cómo sigue dando vueltas, todavía vivo, este mundo nuestro, tan fervorosamente dedicado a su propia aniquilación”. Eduardo Galeano, autor de esta frase, veía el mundo desde el punto de vista de los que sufren; en este caso también de la Naturaleza que sufre.

En estos tiempos en que estamos viendo –permítaseme emplear la siguiente frase coloquial– “al diablo por un portillo”, ya no nos es desconocida la degradación que está sufriendo la naturaleza toda, junto a sus habitantes. Para muestra un reciente evento: el 22 de abril, en el marco del Día Internacional de la Tierra, los integrantes del Instituto de Geofísica de la UNAM declaran oficialmente la desaparición del glaciar Ayoloco de México, uno de los mayores generadores de agua dulce, ubicado en la cumbre del volcán Iztaccíhuatl. Y aseguraron que de no tomar acciones que inhiban su desintegración, el resto de glaciares mexicanos desaparecerán en las próximas décadas. Estos científicos de la UNAM colocaron una “placa de deshonra” en el sitio donde se encontraba instalado el cuerpo de hielo, uno de los pocos glaciares que aún sobrevivían en México.

La inscripción, firmada por la máxima Casa de Estudios, fue instalada para plasmar la importancia de su pérdida, ya que estas masas de hielo funcionan como reservas estratégicas de agua, pues de acuerdo con la comunidad científica, los glaciares comprenden el 90 por ciento de agua dulce de nuestro planeta. Esta preocupación quedó, pues, plasmada a través de la placa de acero: “A las generaciones futuras: Aquí existió el glaciar Ayoloco y retrocedió hasta desaparecer en 2018. En las próximas décadas los glaciares mexicanos desaparecerán irremediablemente. Esta placa es para dejar constancia de que sabíamos lo que estaba sucediendo y lo que era necesario hacer. Sólo ustedes sabrán si lo hicimos”. “Esta no es una placa de honor, es una placa de deshonra, de la vergüenza que nos da, no el cambio climático, sino la ‘emergencia climática’”, aseguraron los científicos, pues su ausencia impacta en la disponibilidad del agua y regulación del clima.

¿Será entonces, que vamos a tener que ir poniendo “placas de la vergüenza” en bosques desaparecidos, selvas, lagos, y mares contaminados hasta conseguir que el planeta parezca un cementerio? Los humanos somos realmente un misterio para nosotros mismos. Ya que aunque la Tierra es la casa común de todos, cada país la ve como propia y generalmente hace mal uso de su parte. Sólo que hay quienes se pasan de la raya y consideran que su “parte”, puede irse al demonio ya que es suya y de nadie más. Ahí están las políticas ambientales de Bolsonaro, quien está apoyado por poderosos líderes empresariales, las cuales han sido ampliamente condenadas. El presidente de extrema derecha ha incentivado la agricultura y minería en la Amazonia y echado atrás la legislación ambiental. El año pasado la deforestación en la Amazonia brasileña superó un récord de 12 años.

Funcionarios de los gobiernos de Brasil y EUA han estado discutiendo la posibilidad de colaborar para frenar la destrucción de la Amazonia. Ya que el pasado 24 de abril Jair Bolsonaro aprobó recortar el presupuesto del Ministerio del Medio Ambiente, tan sólo un día después de haber prometido aumentar los fondos y combatir la deforestación. El actual gobierno brasileño ha debilitado las protecciones de la selva amazónica con miras a desarrollar áreas reservadas. Se ha llegado al punto de emitir una carta en la que más de 200 grupos le expresan al presidente Biden que el gobierno de Bolsonaro es un enemigo de la Amazonia y que no tiene la legitimidad de representar a Brasil.

El sitio de nuestra gran casa donde están sus principales pulmones, la reserva incontable de plantas medicinales y la mayor biodiversidad, no puede pertenecer a un personaje, a quien la pandemia que se ha propagado gravemente en su país, sólo le ha parecido una “gripecita”.

 

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