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Innovemos algo ¡ya!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

Punto de inflexión


Domingo 30 de Mayo de 2021 6:52 am


UN punto de inflexión es un término matemático que quizás hasta nos dé cierto repelús, pues en alguna ocasión y por temor a no contar con una excelencia intelectual, hemos rechazado las matemáticas. Realmente la inflexión es tan sólo el punto en donde lo cóncavo se convierte en convexo y viceversa. Ahora bien, si tomamos esta definición y la adecuamos a la vida cotidiana, entonces estamos ante un amplio y no tan exacto universo de interpretaciones.

Digamos que toda vez que, conscientes o no, optamos por algo, es como si estuviésemos ante un punto de inflexión; toda elección lo es y aunque tenga diferentes magnitudes, cada paso modifica el entorno del siguiente escaño. La vida cotidiana incluye instantes con todo y sus opciones, más las consecuencias acordes a lo escogido. Consideremos entonces que, según lo que decidamos, los senderos se verán cambiados. Es obvio que algunas decisiones tienen mayor peso que otras, por ejemplo, decirle que sí a tu pareja y establecer un compromiso para formar una familia, se podría decir que tiene más peso en tu destino, que elegir si comprar 6 ó 7 limones.

Sin duda, vivir es una interminable cadena de elecciones, y al optar por algo, invariablemente estaremos renunciando a lo que se dejó de lado, también nos arriesgamos a equivocarnos. Imagina que un día sales de tu casa buscando divertirte, y que puedes seleccionar de entre muchas cosas por hacer, digamos entonces que has elegido ir al cine, y que al llegar encuentras 10 películas que podrías ver. Siendo así, eliges la película número dos.

Habrás renunciado, por lo menos en ese espacio de tiempo, a las otras películas, más tarde podrás opinar únicamente de la que sí viste. Es trivial hablar del tema, pero las cosas cambian cuando se trata de elegir entre acelerar o frenar ante un inminente accidente, elegir entre entablar una charla con alguien que quizás pueda ser tu próximo jefe o voltearle la cara por temor o timidez, y quedarte sin el camino que esa charla pudiera haberte dado.

Quizás sea por el temor a lo incierto, por no querer equivocarnos, por dudar de nuestra capacidad como individuos, así como de nuestra amplitud de referencias académicas, que dejamos que otros tomen las decisiones por nosotros, dándoles el mando sobre nuestra vida. Vamos sólo caminando, haciendo y diciendo lo que nos dicen que hagamos, sin cuestionarnos. Creer en un líder es una cosa, seguirlo ciegamente es otra, al final, las consecuencias de lo que escojas o hagas seguirán siendo sólo tuyas.

Equivocarnos es un aprendizaje para conocer lo que no se quiere ¡Sí!, equivocarse es válido, aprender de los errores también. Permanecer en la cuerda floja, lo incómodo y en lo que nos conducirá hacia un barranco no es perseverancia. ¡Eso es necedad!, cambiar el rumbo, también es una elección personal.

¡Sí!, vivir es elegir y cuando se nos pide tomar una decisión y además se nos da el tiempo de analizarlo, la responsabilidad de optar es más importante; nunca una elección ha de estar sometida a las emociones ni condicionada a sumarse a lo que otros dicten con amenazas de exilio o repudio. Recuérdalo, por favor, si estás triste, enojado, feliz o apasionado, no es el mejor momento para decidir.

Toda elección es nuestra y de nadie más; sus consecuencias son sí o sí nuestra responsabilidad. De nada nos sirve decidir por conveniencias o por ser más queridos, nos toca estar atentos e informados al tomar decisiones.

Hemos de tener en cuenta que somos únicamente nosotros quienes viviremos en los caminos a donde nos lleven nuestras elecciones, por ejemplo, si por consejo de alguien tomas de más y atropellas a alguien, el responsable no es quien te invitó el trago y sí lo eres tú. Por favor, innovemos algo, ¡ya! Construyamos la valentía para rectificar los errores y empecemos a tomar nuestras decisiones.


*Terapeuta psicoemocional


innovemosalgoya@gmail.com