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Momento



EVA ADRIANA SOTO FERNIZA

En memoria


Sábado 05 de Junio de 2021 6:39 am


TAN urgente es el tema del Medio Ambiente que en la hora presente, salta a la vista en cualquier lugar y momento. Y hasta en estos días de alta tensión política, en la que como nunca antes se había visto, hay una participación generalizada por las diferentes preferencias que se nos presentan, esta discusión tiene también que ver con la forma en que unos y otros, candidatos y candidatas, ofrecen gestionar el tema medioambiental. Aunque no se deja de observar que la gran mayoría de los suspirantes a cargos de elección popular, muy poco o nada dijeron acerca de si tienen o no proyectos viables para conservar y proteger el ecosistema. 

El 5 del presente mes se celebra por cierto el Día Mundial del Medio Ambiente, de hecho es la fecha más importante en el calendario oficial de las Naciones Unidas para fomentar la acción ambiental. Desde 1972 en que tuvo lugar la Conferencia de Estocolmo, el 5 de junio se ha convertido en una plataforma global de alcance público que reúne a gobiernos, empresas, celebridades y ciudadanos en torno a un asunto ambiental apremiante.

Y qué decir acerca de 2021, el cual es un año atípico como ya lo fue 2020. La pandemia por Covid-19 ha desviado la atención de otros problemas también relevantes entre ellos, sí, el medio ambiente. Además el propio virus ha generado más residuos: mascarillas, guantes, plásticos… En este año la celebración se centra en la “restauración de los ecosistemas”, lo que para la ONU significa “prevenir, detener y revertir” el daño ocasionado en la naturaleza. “Pasar de explotarla a curarla”. Para ello, el presente 5 de junio arrancará el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de Ecosistemas (2021-2030), cuyo objetivo es revivir “miles de millones” de hectáreas de naturaleza: mares, bosques, tierras de cultivo… Según los datos proporcionados por las Naciones Unidas, si se consigue restaurar el 16 por ciento de las tierras transformadas se podrían prevenir el 60 por ciento de las extinciones de las especies previstas.

También aseguran que mediante la implementación de la Década de la Restauración, se podrá conseguir mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados C, lo necesario para suavizar su impacto y ayudar a las sociedades y empresas a adaptarse al cambio climático. Todo esto invita a la esperanza y sobre todo a participar activamente en la restauración, palabra por demás atinada para referirse a esta acción. Pero también es una realidad, una triste verdad, el que la crisis climática que vive el mundo es igual de intensa que la violencia que enfrentan las personas y comunidades que defienden los territorios naturales, los bosques, los ríos, el agua, las selvas, la flora y la fauna. 

Hay números que lo muestran y son una mera aproximación: en el 2020 los defensores ambientales mexicanos padecieron uno de los años más violentos de la última década con 18 asesinatos, 65 ataques y 90 agresiones, denunció en el reciente mes de abril el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda). Organizaciones internacionales sitúan a México como uno de los más peligrosos para activistas ambientales y Derechos Humanos. El Cemda reportó el mayor incremento de agresiones en los estados de Chiapas, Campeche, Estado de México, Chihuahua, Ciudad de México, Guerrero y Veracruz.

Todavía permea en la memoria la tristeza y consternación por la “sospechosa muerte” de dos activistas ambientales que fungían como defensores y guías en la Reserva de la Biósfera de la Mariposa Monarca, en Michoacán, durante el mes de enero de 2020. En menos de una semana fueron hallados los cuerpos de Raúl Hernández, guía de la reserva, y de Homero Gómez, también activista y administrador del mismo santuario. La UNESCO expresó su profunda preocupación urgiendo al esclarecimiento de dichas muertes. De hecho, América Latina se ubica como la región más peligrosa para los defensores ambientales. De los 10 países con mayor número de asesinatos, siete se localizan en Latinoamérica: Colombia, Brasil, México, Honduras, Guatemala, Venezuela y Nicaragua. Es debido a esta realidad lamentable que involucra a defensores y defensoras del medio ambiente que, “dan su vida por la vida”, que este artículo se ha escrito en su memoria. 


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