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De ayer y de ahora



ROGELIO PORTILLO CEBALLOS

Carambola


Domingo 06 de Junio de 2021 7:08 am


“A mí me tocó la gubernatura de carambola” nos refería Arturo Noriega Pizano a mi hermano Sergio y a mí en la Ciudad de México, un día de 1975. Ese día, Sergio y yo habíamos decidido ir temprano al centro de la ciudad para comprar algunas cosas y vernos con unos amigos. Serían tal vez, alrededor de las 9 de la mañana, y estábamos caminando cerca de la Alameda Central, cuando se nos ocurrió ir al Hotel Regis (que se derrumbaría posteriormente en el sismo de 1985), ya que sabíamos que allí se hospedaba el Gobernador de Colima cada vez que iba a México.

Entramos en aquel viejo y hermoso hotel que tenía un pequeño restaurante, en donde efectivamente se encontraba desayunando con César Castañeda, uno de sus colaboradores. Nos acercamos a su mesa y después de saludarlo, amablemente nos invitó a que lo acompañáramos en su desayuno. Se inició una conversación entre quien gobernó Colima de 1974 a 1979, su colaborador y nosotros, dos jóvenes de 21 y 22 años, estudiantes de la UNAM en Filosofía, Pedagogía y Ciencias Políticas.

Platicamos del terruño y de una exposición que sobre Colima se iba a realizar en el Palacio de los Deportes al día siguiente, a la cual nos invitó. También nos preguntó por nuestro tío Jorge, de quien fue amigo y, entre los diversos comentarios que realizaba, se me grabó el de que él era gobernador “por carambola”. Efectivamente, llegó al Gobierno de Colima después de aquel suceso lamentable del gobernador electo Antonio Barbosa Heldt.

Noriega Pizano fue un Gobernador que transformó la fisonomía de la ciudad de Colima, prácticamente le quitó lo considerado como rústico, desordenado y poco atractivo en una pequeña población. Así, por ejemplo, recuerdo que el Jardín Núñez tenía en su interior varios como kioscos y puestos de jugos, tortas y fritangas; que en el mismo portal del centro también había puestos desarreglados o antiestéticos. Noriega transformó los jardines existentes en la ciudad y los dotó de hermosas fuentes. Algunos los amplió e hizo otros nuevos. A él se deben las nuevas instalaciones de la Feria, el Parque El Rodeo, la apertura de la hermosa Avenida Felipe Sevilla del Río y la comunicación por doble carril a La Estancia y a El Trapiche, todo ello realizado, al parecer, sin mucha alharaca y con pocos recursos.

Al terminar aquel desayuno y al momento de despedirnos, el Gobernador nos reiteró la invitación para que lo acompañáramos al día siguiente en la inauguración de aquella exposición promocional del estado de Colima en el Palacio de los Deportes. Allá estuvimos aquel día. El Gobernador llegó prácticamente solo, si acaso con un ayudante, y se dirigió a la entrada de aquella exposición.

Le preguntó a una joven: “Perdone, ¿aquí es la exposición sobre Colima?”. “Sí”, contestó aquella hermosa señorita, pero añadió: “Pero no puede entrar hasta que llegue el Gobernador de Colima, que estamos esperando”. “Yo soy el Gobernador”, respondió el licenciado Noriega; aquella señorita, desconcertada por la sencillez demostrada y poco usual en altos políticos, sólo dijo: “Pues... pase...”.

Ya al interior se empezaron a congregar varias personas de Colima y México, y se inició un recorrido por aquella exposición que llevó mucho tiempo, por los comentarios y explicaciones que se recibían en cada stand.

El Gobernador caminaba rodeado de unas 20 ó 30 personas. Al desplazarse de un lugar a otro, todas las personas lo seguíamos. Hubo un momento en que todos dábamos la impresión de ir de un lugar a otro sin una lógica siguiendo al Gobernador, hasta que un tanto inquieto por una urgencia “interior”, nos dijo a los que lo acompañábamos: “Por favor, ya no me sigan tanto, ahora quiero ir solo al baño”.