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La palabra del domingo



ÓSCAR LLAMAS SÁNCHEZ

La casa dividida


Domingo 06 de Junio de 2021 7:11 am


JESÚS entró en una casa con sus discípulos. La multitud sigue necesitándole, y él continúa entregándose a ella. Pero surgen de nuevo las críticas. Ahora provienen de los escribas y de sus propios parientes, a quienes apoyan de buen grado los maestros de la ley. Si los parientes consideran que Jesús está trastornado, los maestros de la ley, más suspicaces, emiten un diagnóstico mucho más sofisticado: es un agente de Satanás.

La acusación, aunque inconsistente, es grave. Estaba castigada con la aniquilación. Jesús se ve obligado a defenderse, y lo hace adoptando por primera vez el lenguaje parabólico. Con él desenmascara la invención de sus adversarios y desvela una vez más su identidad.

Superior a Satanás, él es el depositario y el administrador de las fuerzas divinas. Desvela además la identidad de su verdadera familia. La escucha atenta de su palabra y el cumplimiento de la voluntad de Dios son sus rasgos característicos.

El tema esencial de este Evangelio es el combate entre los dos espíritus. Y el combate que libra Cristo es justamente el del “más fuerte” contra el “fuerte”. Los practicantes toman parte en ese combate optando por el uno o por el otro. Ahora bien, optar por el espíritu de Dios es escuchar su palabra y ponerla en práctica, adquiriendo el compromiso de practicar todas las rupturas necesarias –aun cuando sean familiares– para llevar a feliz término este proyecto. 

El hombre ha sido creado para responder, mediante la fidelidad, a la iniciativa amorosa de Dios. Y como es libre, puede ser infiel y traicionar su vocación, ser juguete de otras criaturas, ni siquiera espirituales. Esto es lo que ha venido a revelar Cristo, liberando a sus hermanos de los lazos de los poderes del mal.

El evangelio también nos habla que Cristo encuentra a su familia. La oposición entre los apóstoles y la familia de Jesús es frecuente en los Evangelios, eco sin duda de las querellas que separaron a unos de otros sobre la sucesión del Mesías. De hecho, esta oposición entre los “hermanos de Jesús” y sus “apóstoles” ilustra la cuestión de la fe.

Los conciudadanos de Cristo no comprenden su enseñanza. Ni la vista de los milagros, ni las victorias de Jesús sobre Satanás les hacen cambiar de parecer. Cristo opta por fundar una nueva familia; la pertenencia a ésta, es cuestión de libertad y no de lazos naturales, de escucha de la palabra y no de sentimentalismo, por lo que al oír que afuera de la casa están su madre y hermanos llamándole responde: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?... Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: “He aquí mi madre y hermanos, porque cualquiera que hiciera la voluntad de Dios, esos son mi hermano, mi hermana y mi madre”. El cristiano se encuentra entre dos fuerzas contradictorias: o sucumbe al pecado y se hunde en la primera, o escucha la palabra y la obedece, con lo que elabora la solidaridad del reino nuevo.

Amigo(a): Recuerda, recibir a Cristo en la Eucaristía es una auténtica experiencia de fe y de amor que nos fortalece y nos impulsa a cumplir la voluntad de Dios.