Los espíritus reviven con Biden
CARLOS RAMÍREZ
Lunes 07 de Junio de 2021 7:13 am
Lo que no logró el presidente Ronald Reagan
en 1984-1986 contra México, porque se encontró con un muro plural nacionalista, ahora lo va a conseguir de manera muy fácil el poder binario Joseph
Biden-Kamala Harris, con los grupos mexicanos que abrieron la puerta a la penetración estadounidense en México. Lo curioso es que
muchos de los líderes sociales que en 1985 se aliaron al PRI para contener las presiones estadounidenses con una
marcha en las calles, hoy son los beneficiarios
de apoyos de fundaciones que se dedican a promover la democracia al estilo estadounidense y son los que
están exigiendo la intervención
de la Casa Banca en el proceso nacional de gobierno, cual modernos miramares. El gobierno de EUA estaba
a la búsqueda del pretexto
intervencionista; y ya lo encontró: la corrupción,
un defecto de las democracias –de manera sobresaliente la estadounidense– que
tiene que ver con la calidad interna
de gobierno. Pero la Casa Blanca primero potenció el comunismo como el pretexto para erigirse en el policía ideológico
del mundo, luego con los Bush, Clinton y Obama fue el terrorismo y ahora con Biden es la corrupción. De policía geopolítica,
la Casa Blanca pasó a policía de seguridad
y hoy la Casa Blanca aparece como policía moral. Bien mirado el asunto,
la respuesta mexicana está muy
fácil: uno de los temas centrales que le dio votos al candidato López Obrador
en 2018 fue la revelación de la corrupción. Están en la cárcel, perseguidos o procesados. Lo que queda por aclarar
es que el gobierno de Biden y sus brazos intervencionistas como la Embajada de EUA en México y sus
organismos que financian asociaciones civiles y partidos mexicanos estaría en
medio de un conflicto político
grave. Los organismos civiles
anticorrupción de México se han hecho los distraídos para revelar la corrupción, para no ir más lejos,
2000-2012 en los gobiernos de Vicente Fox, Felipe, Calderón y Peña Nieto, a
cuyo servicio estuvieron como funcionarios.
Para el grupo Mexicanos Unidos Contra la Corrupción y la Impunidad, dirigido
por la ex funcionaria del gobierno panista de Fox, María Amparo Casar, la corrupción
comenzó el primero de diciembre
de 2018. La respuesta estratégica del gobierno de López
Obrador debiera ser menos
anímica y más astuta y profundizar la corrupción de los gobiernos de Fox, Calderón
y Peña Nieto para distraer la
atención de la Casa Blanca. Y eso sí, endurecer el control anticorrupción en su
propia administración. Pero el asunto, en
realidad, no es de casos, sino
de estrategias geopolíticas de
dominación. Las instrucciones de Biden fueron a su vicepresidenta y a su
Consejo de Seguridad Nacional, lo que le confiere a la agenda anticorrupción
una esencia intervencionista. La forma en que ha comenzado a operar la
Casa Blanca la agenda anticorrupción en México es intervencionista y remite al acoso de la Administración Reagan: la
Casa Blanca de entonces; el embajador John Gavin; el operador militar Vernon Walters;
el equipo de Kissinger experto en golpes de Estado; el senador ultraderechista,
Jesse Helms; el entonces comisionado de aduanas; el entonces jefe del comando
Sur general, Paul Gorman; y el director de asuntos latinoamericanos del Consejo
de Seguridad Nacional, Constantine Menges, presionaron a México para someterlo a las estrategias de Reagan. Una marcha a mediados de 1985, ante
audiencias públicas anti-México en el Senado operadas por el senador Helms, conjuntó
a todos los grupos nacionalistas
en contra de Reagan, incluyendo, sólo para dar un ejemplo, a Héctor Aguilar Camín.
Hoy, los nacionalistas de 1985 son los miramares de 2021 que están suplicando a Biden que por favor intervenga
a México para alejarlo del populismo y regresarlo
al redil estadounidense. El discurso
intervencionista de Biden exige una
reconstrucción del nacionalismo. Política
para dummies: La política es el
arte de saber responder con astucia y no con enojos. @carlosramirezh