Era un secreto
MANUEL GIL ANTÓN
Sábado 12 de Junio de 2021 8:52 am
YA no. Gracias al trabajo y compromiso ético de quienes
integran la Oficina de Defensoría de los Derechos de la Infancia A.C. (ODI), la
explotación sexual infantil en escuelas ha tomado otro cariz y tenemos que
hacernos cargo, aunque cale. Hay indicios suficientes para establecer una
conjetura plausible: se cruzan los linderos de la terrible experiencia que han
vivido ¿decenas, centenas, millares?, de niñas y niños al ser objeto de abuso
sexual en planteles escolares, porque es probable que exista un fenómeno más
grave aún al añadir al abuso sexual infantil tan solo una palabra: organizado. El 31 de mayo se dio a
conocer el informe “Es un secreto: el abuso sexual infantil en escuelas” (https://dispensariodi/es-un-secreto).
Elaborado por la ODI, fue noticia de primera plana y se dio a conocer por
muchos medios de comunicación tradicionales y modernos. Sobrio, pero sin eludir
las descripciones necesarias, el informe da cuenta cómo, a lo largo de más de
una década de litigar casos de abuso sexual ocurridos en planteles escolares,
fueron apareciendo patrones semejantes en distintas escuelas. No se trataba
sólo de la aterradora experiencia sufrida por las niñas y los niños ubicados
entre los 3 y los 7 años de edad, a la que se añadía el padecer de sus familias
por esos hechos y el largo transcurso de los procedimientos penales, sino de la
ocurrencia de formas similares en que este delito se cometía en planteles
públicos y privados. ¿Casualidad acaso? A partir de las
declaraciones de las víctimas, se fueron reiterando características inusuales:
no eran acciones aisladas. “Se trata de patrones delictivos marcados por
acciones organizadas entre varios adultos y perpetradas de manera masiva dentro
de un plantel escolar”. En uno de los casos, 19 niñas y niños fueron agredidos
por 10 adultos de manera cotidiana; en otro, 49 asediados por 11 adultos. Esto ocurre no solo en
salones o sitios cerrados, sino en pleno patio. Hay personas que ¡toman fotos o
videos! A no pocas criaturas les dieron un refresco que “da mucho sueño” –las
sedaron– y fueron trasladadas a otros lugares. El uso de máscaras y realizar
ritos extraños eran recurrentes: “En 6 escuelas presencian sexo entre adultos.
En 7 escuelas son obligados a realizarse tocamientos entre sí. En 16 escuelas
se denuncian prácticas ritualistas y grotescas”. La ODI amplía su mirada
y encuentra denuncias, sustentadas, con procedimientos semejantes en 18
escuelas situadas en 7 estados de la República. Y denuncian, con la pulcritud
propia de quienes respetan el estado de derecho, la probable existencia de una
red en que el abuso sexual infantil está organizado. En otras palabras, la
sospecha fundada de la captura de escuelas para la explotación sexual infantil
en línea. No se acusa al
magisterio, sino a quienes, ostentándose como tales, o como empleados de los
planteles, usurpan esos puestos para cometer crímenes. Esta distinción es muy
clara. La colusión de tantos adultos en un solo plantel no se explica como algo
casual y es incorrecto que la SEP atienda estos casos sin dar vista a las
autoridades judiciales. ¿Omisión, encubrimiento para “no dañar a la educación”,
cambiar a quien agrede a otra escuela? ¿Es una red que medra con la venta de
las imágenes? Preguntas válidas. La SEP, la Fiscalía
General y las de los estados, y otras instituciones, sin demora, deben realizar
una investigación a fondo. Ya no es un secreto. ¿Habrá una respuesta del tamaño
de la posible afrenta? Más nos vale. *Profesor del Centro de
Estudios Sociológicos de El Colegio de México
mgil@colmex.mx