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Guerras fallidas



LOURDES CARRILLO BERNAL


Sábado 31 de Julio de 2021 10:06 am


WASHINGTON invadió Afganistán en represalia por el apoyo que prestó el gobierno talibán a los perpetradores de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Esa nación se encontraba bajo un régimen bastante reprobable que perpetró crímenes contra sus ciudadanos y que era particularmente agresivo con las mujeres, debido a una lectura sectaria y extremista del Islam.

EUA envió a más de 100 mil elementos a esa nación de Asia central en el punto más álgido de su lucha contra la facción talibán, a la que expulsó de Kabul en noviembre de 2001. Sin embargo, al salir las tropas según lo previsto, la población teme desestabilización profunda. En agosto saldrán los últimos 2 mil 500 soldados que mantiene en Afganistán. EUA dará por concluida su intervención en las dos guerras más largas de su historia: Afganistán e Irak. Este lunes sellaron el acuerdo el presidente Joe Biden y su homólogo Iraquí Mustafá Kadhimi.

Irak, se encontraba bajo un régimen igualmente repudiable pero conservaba la estabilidad institucional y  mantenía un decidido laicismo en una región caracterizada por teocracias y extremismos. El derrocamiento de Saddam Hussein sumió al país en una anarquía de la cual se han beneficiado enemigos de Estados Unidos mucho más peligrosos que el dictador depuesto y asesinado. Además de revitalizar a Al Qaeda, el caos en Mesopotamia fue el caldo de cultivo del Estado Islámico de facciones chiitas abiertamente hostiles a la superpotencia (La Jornada 28-07-21).

Queda claro que, en términos políticos y geoestratégicos, no obtuvo beneficio alguno con estas incursiones y que los únicos ganadores fueron las empresas petroleras, la industria armamentista y los proveedores de servicios de “seguridad” y logística, vinculados con el entorno de Bush hijo, de su vicepresidente Dick Cheney y del ex secretario de Defensa y apologista de la tortura, Donald Rumsfeld (Guantánamo y Abu Ghraib) (La Jornada 28-07-21).

Las invasiones en 2001 y 2003 dejan dos países desarticulados, con una destrucción material incuantificable, obras con siglos de cultura desaparecida, y una pérdida de vidas humanas escalofriantes: más de 150 mil muertos –de los cuales 100 mil eran civiles– en Afganistán y tantos en Irak que se volvieron incontables. En 2006, a sólo tres años del inicio de la ocupación, la revista científica The Lancet estimó en 654 mil el número de iraquíes fallecidos a causa del conflicto. Un año después la encuestadora ORB Internacional elevó el cálculo a 1 millón 220 mil víctimas mortales. Centenares de miles de heridos y millones de desplazados en ambos países.

Tras 20 años de combates han costado 2 billones (millones de millones) de dólares a los contribuyentes estadunidenses, una generación de jóvenes que llevan el estigma de estas inútiles guerras. Finalmente los talibanes controlan hasta 70 por ciento del territorio afgano y todo hace pensar que están en condición de derribar al gobierno respaldado por Occidente.

Conclusión: “las aventuras imperialistas, además de ser ilegales y causar un indecible dolor humano, resultan en la actualidad totalmente disfuncionales para las potencias invasoras”.

La novedosa guerra de sanciones del gobierno de EUA para doblegar a las naciones, tampoco parece eficaz. Para muestra, las sanciones y bloqueos a Rusia y China no les dan resultados. Tanto la canciller Ángela Merkel como Joe Biden reconocieron la esterilidad de las sanciones para detener el gasoducto ruso Nord Stream 2 (NS2), construido en más de 98 por ciento y transportará el gas ruso desde su zona en el Ártico pasando por el mar Báltico, hasta Alemania, que es la primera potencia geoeconómica de la UE. Hasta prometió buscar que no cese el tránsito del gas ruso a través de Ucrania. De cualquier modo Rusia (Gazprom) no tiene mayor problema en vender el gas a China con bajos costos. En cambio Alemania tendría que comprar el gas a EUA con altos costos de traslado. Gazprom contempla  otro gigantesco gasoducto: el Siberia 2 que arrancará en septiembre y ya empezaron las negociaciones para un NS3 con el fin de bajar los estratosféricos precios del gas en Europa occidental. Nuevo dominio geoenergético ruso- alemán. (Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada 28-06-21).

 

*Ex presidenta de la ACPE