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Hay que decirlo



CARLOS GARCÍA LEMUS

PRI rancio


Martes 24 de Agosto de 2021 7:47 am


POR primera vez en la historia de su vida democrática, Colima no será gobernada por el Partido Revolucionario Institucional a partir del 1 de noviembre. Aunado al desgaste a nivel nacional de un instituto político que no sabe renovarse, se presentaron 6 años en donde el primer priista de la entidad no hizo nada en favor de su partido. En los hechos, no le interesaba antes y mucho menos le importó como Mandatario.

Así es que José Ignacio Peralta Sánchez se llevará la mancha partidista (que como dije, poco o nada le importa) de ser el primer Gobernador que deberá entregar el poder a una persona de un abanderamiento diferente.

Mas culpar únicamente a Nacho de la debacle del priismo colimense sería inapropiado, pues además de su pésima administración, que termina desprestigiada y con el rechazo hasta de quienes lo respaldaron para ganar la elección, muchos otros factores llevaron a la perdición del tricolor, un partido rancio, desdibujado y en agonía en Colima.

Ya desde la elección intermedia de este sexenio, en 2018, el PRI dio muestras de su difuminación, al no ganar ninguna diputación local de las 16 de mayoría y contar sólo con tres diputados plurinominales, uno de ellos hoy plenamente identificado con la Gobernadora electa, y otras dos cuyo paso por la Legislatura ha sido gris. En las Alcaldías obtuvo únicamente dos: Coquimatlán y Minatitlán. En junio de este año, en coalición con PAN y PRD ganaron seis diputaciones locales de mayoría y las alcaldías de cuatro municipios, pero no son triunfos puramente priistas.

Pensando entonces en el futuro inmediato del PRI en la entidad, ¿quién podrá dirigirlo?, dando por sentado que quien actualmente está ahí, Arnoldo Ochoa González, aunque es el prototipo perfecto de lo que representa ese partido, ya no debe seguir. Sus mejores años fueron hace 3 ó 4 décadas y si al PRI le queda aún un suspiro de vida, debe pensar en una renovación.

Pero dicha renovación debe ser real, no como las que a cada rato en asambleas nacionales realiza el tricolor con sus refundaciones y cambios en los que dan vueltas y más vueltas para caer en el mismo lugar.

Es necesaria una sacudida enorme al partido y que sangre nueva tome las riendas, lo que tampoco será fácil, pues, ¿cuántos supuestos jóvenes hay en ese partido que lo son únicamente de edad, pero con prácticas dinosáuricas y con esa obediencia ciega del priismo a lo que ordenen las cúpulas?

Es una militancia que no se atreve a contravenir las órdenes, como se recordará justamente del proceso de 2015, cuando en el destape de Nacho Peralta, la mayoría de los priistas asistentes al evento, afuera de la sede estatal del partido, vitoreaban y coreaban a Federico Rangel, quien era su favorito, pero finalmente agacharon la cabeza y aceptaron. Cierto, ganaron la elección, pero a 6 años, todos conocemos el resultado. Hoy al Mandatario no lo quieren ni los priistas.

A quienes creen que una buena opción para dirigir al tricolor colimense sería su exabanderada Mely Romero Celis, habrá que recordarles que ella ha perdido las dos últimas elecciones en las que ha participado, por la diputación federal en 2018 y recientemente por la gubernatura. Es la primera priista en perder una elección por el cargo más importante del estado, con el agravante de no poder ganar ni siquiera con el apoyo del PAN y del PRD. Fue una derrota estrepitosa, inimaginable hace apenas algunos años.

Si bien por las prácticas a que están acostumbrados en ese abanderamiento, no sería rara una designación de Romero Celis como presidenta estatal, nada bueno le auguraría eso al partido, pues ella es uno de esos casos en los que se podría pensar que traería ideas y propuestas innovadoras, cuando en realidad, aunque es relativamente joven, está hecha a la vieja usanza priista y simplemente sería más de lo mismo. El problema es que no hay en el PRI ninguna figura que se pueda presentar con ese liderazgo, frescura y atractivo que se necesita.

En tiempos de Mario Anguiano se habló y escribió mucho de un supuesto otro PRI, que encabezaba Fernando Moreno Peña. Hoy es tal la ranciedad del tricolor, que de aquellos dos PRI, no se hace ni medio.