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Innovemos algo ¡ya!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

La liebre


Domingo 29 de Agosto de 2021 7:13 am


SIN saberlo pasamos la vida nadando entre diferentes tipos de violencias y no todas son evidentes; existen otras además del abuso sexual infantil. Investigar, leer, preguntar, opinar y escuchar a otras expertos, nos puede ayudar a encuadrar sí hemos o no estado inmersos en un entorno violento, ya sea como víctimas o como verdugos.

Lamentablemente esta danza cruel está normalizada, que al principio ni siquiera la percibimos como perniciosa o incapacitante, pues mientras seamos parte de un círculo de violencia, no podremos ser dichosos ni alcanzar nuestro mejor potencial en ningún ámbito. La realidad es que nadie, absolutamente nadie, tiene derechos por encima de los derechos de la otra persona; ni siquiera los padres, que por ser los adultos a cargo de un menor, se creen que pueden mentirles, manipularlos, apartarlos, gritarles o golpearlos.

Van por la vida hondeando la bandera del amor, dicen que es por su bien y es exactamente así como entre nobles causas y justificaciones, los mayores tiranizan a sus “amados” hijos. A veces ni cuenta se dan, pero la verdad es que no permitimos que los niños expresen ni negativas ni su opinión.

Por ejemplo, imagina a un niño cuyo abuelo saluda al niño apretándole los cachetes o frotándole la oreja, esto al niño le incomoda, pero un día, finalmente, el niño logra expresarle al abuelo que por favor no le haga más así, que no le gusta, y es justo en ese instante que todos los grandes ponen esa cara de desaprobación y molestia, acción que para un niño es en sí toda una amenaza; en eso la mamá le dice al niño que no diga eso: “mira, es tu abuelito y te quiere mucho, no pasa nada, no te portes así, o mamá se pondrá triste y se va a enojar”.

Y así el niño aprende a callar, descubre que lo que él siente no es importante, que los más fuertes pueden tocarlo aunque a él le moleste, también aprende que eso significa que lo quieren. ¡Qué absurdo! Qué fácil es añadir vulnerabilidad a las circunstancias de nuestros niños. Suficiente carga es ya tener que estar bajo los cuidados de adultos, que no siempre pueden ser emocionalmente sanos; asumimos que por ser padres estamos en lo correcto, y eso es definitivamente una gran falacia.

Ser padres no nos da un certificado de salud emocional o mental, como tampoco lo da el legítimo parentesco; no por ser los abuelos se licencia el derecho de incomodar a un niño; no por ser la madre nos asiste la razón, tampoco es correcto exponer a nuestros hijos a situaciones para ellos incómodas y peligrosas; no porque mamá tenga pareja extramarital y diga que es amigo, significa que nuestros hijos lo acepten o que no se den cuenta de la realidad.

No se vale que usen a sus hijos, a las leyes y al sistema judicial, para implementar vendettas personales, con el único fin adquirir ventaja sobre el otro. ¡No!, ¡no se vale!, que so pretexto de ser mujer, mientan a las autoridades para obtener lujos y ganancias, para que el marido acepte una relación extramarital con el maestro de los hijos, como si fuera algo normal.

¡No!, no se vale obligar a los hijos mediante manipulaciones y chantajes a no expresar su molestia cuando ven al maestro acariciando a su mamá; es más, no se vale que los hijos tengan que fungir como testigos de la citada intimidad, como tampoco es válido que se crean que con explicarles a las 2 de la mañana que lo que vieron, está bien y que es un secreto. ¿Qué acaso no saben que eso duele y marca?, ¿que eso también eso es abuso?

Ese pequeño, cuya mami está confundida, dice que se quiere morir, que ya no aguanta y que así no puede ser feliz, pero ella cree que son cosas de niños. Ella no entiende que su falta de límites está quebrando a sus hijos. A veces no vemos que para que la liebre espante, tiene que brincarnos de cerca. Solo espero que la ley lo proteja y permita que su padre le lama sus heridas. Por favor, innovemos algo ¡Ya!


*Terapeuta psicoemocional


innovemosalgoya@gmail.com