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Letras y números



JOSÉ ÁNGEL BRAMBILA LEAL

La Feria: ¿habrá o no habrá?


Lunes 30 de Agosto de 2021 7:59 am


PÁSELE marchantita, pase y lleve sus membrillos de Zacatecas, duraznos y tejocotes de la Sierra del Tigre, manzanas y nueces del meritito Chihuahua, y las delicias que vienen de todos los rincones del mundo. Pruebe los mangos de Madagascar, las mandarinas de China, el rambután de Indonesia y la fruta del dragón, de Colombia. Pásele por acá, porque aquí están los gritones que vienen a surtirle la ropa pa’ los chilpayates; y por el mismo precio le vamos a dar éste y éste y este otro, aunque se enoje el patrón, el viejo pelón de la fábrica.

Cuesta caminar entre la muchedumbre que parece llevarlo a uno en vilo, pero la sonrisa de los infantes y el entusiasmo de los parroquianos que nos vamos encontrando viniendo de sabrá Dios dónde, y los semblantes nostálgicos de quienes han vivido decenas de ferias, hacen que el corazón se agite, rememorando a los padres, abuelos y hermanos que ya han partido a gozar de otras ferias celestiales, donde no correrán el riesgo de que les desaparezcan la cartera, les salgan al encuentro unas húngaras para adivinarles la suerte o surjan de la nada cuatro tipos arrastrando una mesita para que acierten dónde quedó la bolita.

Cito uno de los espléndidos trabajos de investigación que ha llevado a cabo Jaime Pizano Alcaraz, donde menciona que ya en el Siglo 16 se llevaban a cabo festejos en la explanada de la plaza central –lo que hoy es el Jardín de la Libertad– para conmemorar a Todos los Santos y a los Fieles Difuntos; pero es a partir de 1934 cuando se empezó a dimensionar lo que es ahora nuestra tradicional Feria, cuando ya se realizaba en la Plaza Alameda o Plaza Nueva, en lo que hoy es el Jardín Núñez.

De entonces a la fecha han transcurrido 87 años; sin embargo, el terremoto de 1941 impidió que ese año se llevara a cabo. Luego, en los años 1947 y 1948, también se suspendieron los festejos, debido a la fiebre aftosa que en esos años afectó la ganadería; y en 1959, era imposible llevarlos a cabo, pues justo el 27 de octubre el cielo se vino abajo en forma de huracán, arrasando con el pueblo de Minatitlán, hundiendo barcos en Manzanillo y dejando destrucción infame en innumerables poblaciones de la costa mexicana.

Debido a eso, la Feria se registra como si este año fuese la LXXXIII, es decir, un festejo que difícilmente se llevará a cabo, tomando en cuenta los grandes riesgos que eso conlleva. ¿Que cuál será la situación que prevalezca el sábado 30 de octubre, que sería el día de la inauguración? ¿Cuál será el color del semáforo que marcará el ritmo de las actividades en el estado? ¿Aceptarán las grandes empresas invertir cantidades que en estos momentos no sobran, para que a la hora de la hora el evento se suspenda? Sí, sí son importantes todas esas preguntas y muchas más que todos tienen en la punta de la lengua.

El asunto es: ¿cuánto cuesta una vida humana? ¿Vale la pena, con el propósito de una sana diversión, correr los grandes riesgos, cuando ahora estamos siendo testigos de la terrible situación que se está viviendo en el Sector Salud, donde todos los profesionales luchan por salvar vidas, incluso las de aquellas personas que no hacen caso de todas las recomendaciones que a cada paso las autoridades nos restriegan en la cara, alertándonos de realizar actividades que conlleven algún riesgo?

En el vecino estado de Jalisco, desde el pasado 26 de julio se tomó la decisión de suspender las fiestas de octubre y los festejos patrios, así como las fiestas patronales en los municipios y las congregaciones religiosas “debido al aumento de casos positivos de Covid-19”. Aquí las autoridades aún están analizando si conviene poner en riesgo la vida de miles de personas que seguramente acudirían a los recintos feriales, valiéndoles los riesgos que ello implique. No olvidemos que es un evento que inaugura el Gobernador saliente y clausura la Gobernadora entrante. ¿Vale la pena?

¿Gusta opinar? Lo espero en Las Mentadas.


jbrambilaleal@yahoo.com.mx