Desastres naturales
EDITORIAL
Sábado 11 de Septiembre de 2021 9:52 am
UN deslizamiento de tierra en el Cerro del Chiquihuite, en
Tlalnepantla, Estado de México, se registró ayer por la tarde, dejando una
persona muerta y al menos otra decena se encuentran en calidad de desaparecida
entre el alud que sepultó varias viviendas. Este hecho se agrega a
los múltiples fenómenos naturales que en los últimos días han azotado
diferentes regiones, tanto en el Pacífico como en el Golfo de México y en la
zona del centro, con afectaciones directas a la vida de las personas, así como
a su patrimonio. Todavía no se recuperaba
el país de la desgracia ocurrida en Tula, Hidalgo, con la muerte de más de 15
personas provocada por el desbordamiento de un río, cuando ahora se presenta
este siniestro, derivado también de las constantes lluvias que se han
presentado en las últimas semanas. En el caso del Cerro del
Chiquihuite, los sucesos son atribuibles a la naturaleza, pero también a la
dejadez de las autoridades que han permitido asentamientos humanos en zonas de
riesgo, como laderas de cerros o en las márgenes de ríos y avenidas de agua. Seguramente muchas de
estas tragedias podrían evitarse o al menos mitigarse su impacto, si las
dependencias gubernamentales fueras rigurosas al momento de autorizar nuevas
edificaciones, siempre en consonancia con los requisitos de desarrollo urbano. Igualmente es necesario
actualizar o incluso elaborar los Atlas de Riesgo, así como difundirlos entre
la población, pues estos documentos no tienen una utilidad si únicamente se
elaboran para cumplir con tramitologías o se reservan para expertos en el área
de protección civil.
Lo
deseable es que los apoyos lleguen con rapidez a las familias damnificadas en
los últimos acontecimientos. La desaparición del Fondo para la Atención de
Emergencias, antes Fideicomiso Fondo de Desastres Naturales (Fonden), retarda
la ayuda para quienes perdieron su patrimonio, por lo tanto se deben buscar los
esquemas que beneficien a la población afectada.