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Psico-tips



GERARDO OCÓN DOMÍNGUEZ

Descultivando tabúes


Domingo 12 de Septiembre de 2021 7:07 am


RECUERDO que una vez en clase de español de primero de Secundaria, cuando estudiaba en la escuela Ma. Concepción Barbosa, en Tepames, se tocó el tema de las guerras. Mientras la profesora guiaba la clase y describía las atrocidades de los conflictos armados, recuerdo que me saltaron a la mente algunas situaciones ventajosas que podrían resultar de las guerras, como la disminución de la población. Uno de mis compañeros se adelantó a hacer la misma observación e inmediatamente la maestra comenzó a cuestionar a mi compañero preguntándole si las guerras eran buenas, o si era bueno que murieran personas. Mi compañero guardó silencio avergonzado.

Antes de que se me condene, quiero asegurar no estoy a favor de las guerras como tal. Pero también quiero hacer algunas precisiones para efectos de este artículo, tomando como ejemplo la muerte, que no es lo mismo que matar.

En primer lugar, en psicología la muerte no es ni buena ni mala. Es un proceso que existe gracias a que hay vida y por lo tanto está incluido en nuestro desarrollo de muchas maneras. Ya por principio de cuentas tan sólo por haber nacido estamos condenados a morir. Muchas personas mueren antes de nacer, quizás me digan que quien no hace vivo no es todavía una persona. Para el caso, en todo el mundo mueren personas desde los pocos minutos de nacidos y los demás después, pero indefectiblemente falleceremos.

La muerte, por si fuera poco, está presente en todas las especies de plantas y animales y las personas nos beneficiamos de ello, pues para que nos alimentemos tenemos que hacerlo de productos que están vivos o estuvieron vivos en algún momento. No podemos vivir sin que algo muera para que nos alimentemos, incluso si nos adherimos al veganismo, algunas plantas o frutas tendrán que detener su proceso de vida para satisfacer nuestras necesidades de alimento, vestido y casa, entre muchas otras.

Ahora bien, para que las personas logremos desarrollar una buena capacidad de análisis y síntesis, debemos poder imaginar un mundo de posibilidades. Por ejemplo, ¿cuáles son las ventajas de ser omnívoro y cuáles las de ser vegano? Adicionalmente se puede tomar una hoja de papel y dividirla en dos partes poniendo las ventajas de cada una.

Entonces, todo esto está relacionado con algunos tabúes, es decir, la prohibición de hacer o decir algo determinado, impuesta por cierto respeto o prejuicio social o psicológico. Un tabú que violó mi compañero fue el de intentar describir un aspecto positivo de la guerra. Y aunque puede parecer grotesco, México se benefició durante la Segunda Guerra Mundial gracias a su relación con Estados Unidos, pues le vendía más petróleo durante que antes de la guerra. Hoy con menos prurito podemos encontrar libros relacionados con estos beneficios y miles de publicaciones en internet que describen objetivamente las ventajas de ese y otros conflictos.

Otros tabúes cada vez menos frecuentes son la vasectomía y la salpingoclasia. Tan sólo el hecho de discutir la esterilización en pareja, suele ser momento complicado que requiere tanto de valor como de información para poder tomar una decisión en cualquier sentido.

Existen cientos de tabúes psicológicos, familiares, sociales y culturales. Obviamente algunos podrían parecernos incuestionables como alimentarnos con carne de gato o de perro. Vale recordar que en India no comen vaca y que en Corea y China la carne de perro se vende sin menoscabo. Eso sin contar que antes eran comunes las historias de los puestos de tacos que vendían la no tan salubre carne de guaguacoa, para referirse a la barbacoa de perrito. Como última aclaración no quiero decir que nos dediquemos a probar todos y cada uno de los tabúes (ni yo mismo lo intentaría). Pero hay algunos que valen la pena porque son tabúes cuestionables.


*Psicólogo