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Escenario político



GABRIEL GONZÁLEZ CASTELLANOS

¿Presiones?


Martes 14 de Septiembre de 2021 7:24 am


HISTÓRICAMENTE, las organizaciones sindicales surgieron como una imperiosa instancia de organización, para que los trabajadores conjuntamente lucharan por la defensa de sus derechos laborales.

Durante muchos años, los asalariados hubieron de batallar en el mundo capitalista, para que sus necesidades de organización se concretaran en instituciones sindicales, con el propósito fundamental de velar por sus derechos laborales, como expresiones claras de una faceta de la lucha de clases.

El esfuerzo de Marx y Engels fue trascendente al proponer la organización sindical como núcleo integrador de los trabajadores, que se materializó en la fundación de lo que se llamó la Asociación Internacional de Trabajadores o sencillamente la Primera Internacional, en 1864. De esa forma, la organización sindical se desarrolló conforme a la necesidad histórica de los trabajadores, por tener una institución encargada de luchar por sus derechos.

Sin embargo, la génesis de la historia sindical, muestra los momentos y lugares en donde se pervirtió ese origen histórico, para dar lugar a una organización gremial domesticada, sometida a los intereses patronales, con la presencia del denominado charrismo sindical. Fluyeron, en nuestro espacio territorial, dirigentes acomodaticios a las directrices burguesas, con la complacencia aún de los sindicalizados.

Ello no quiere decir, que la totalidad de organizaciones sindicales se significaran por inclinar la cabeza ante los gobiernos autoritarios, sino que la presencia del sindicalismo independiente, de las organizaciones gremiales combativas por la reivindicación de los derechos laborales, ha estado presente con toda la dignidad de los trabajadores persistentes en la justicia social.

A la llegada de los gobiernos tecnócratas, desde 1982 y hasta 2018, atendiendo a las disposiciones del capital financiero, el embate hacia las organizaciones sindicales fue sistemático, con miras a pulverizarlas o a convertirlas en meras instancias administrativas de recursos humanos. Lo primero se constituyó en una acción permanente hacia el sindicalismo independiente, mientras que lo segundo se institucionalizó en los sindicatos oficialistas. En torno a estos últimos, es penoso el papel de figuras de ornato que se han ganado a pulso.

Ahora, en condiciones políticas muy distintas a las existentes durante los gobiernos neoliberales, el gobierno popular de la 4T impulsa la mejoría en las condiciones de vida de los asalariados. Un escenario así debiera ser valorado en su justa dimensión, por las dirigencias sindicales acostumbradas a la dádiva, para integrarse y aportar a los cambios sociales que se están dando.

Pero obcecadamente las dirigencias charras le son fieles a los gobiernos autoritarios, con la ilusión de que retornen y los vuelvan a cobijar con su manto protector. Siguen sometidas a cacicazgos, con quienes han obtenido jugosas prebendas y su actitud ante las transformaciones que se generan, se ve rebasada en los hechos diarios por sus representados.

Resultan indignantes los agravios que en los últimos aconteceres se les ha hecho a los trabajadores, que directa o indirectamente reciben su salario de parte del Ejecutivo estatal. Sus dirigencias, con tímidos reclamos y sin combatividad alguna, se han presentado ante Peralta, pero lo cierto es que se han enmarcado en la agnóstica aventura de los agnósticos gobernadores de la Alianza Federalista, con sus agnósticos resultados.

¿En qué momento han cuestionado las dirigencias, la opacidad en el uso de los recursos públicos, por parte del titular del Ejecutivo? ¿Cuestionan por qué desventurados se utilizaron los recursos destinados a los salarios de los trabajadores? ¿Son los trabajadores los responsables del diseño del fracaso de una administración perniciosamente ineficaz? Me parece que la figura jurídica del arraigo debiera aplicarse a algunos actores.