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Gracias, Theodorakis



RAÚL PÉREZ OSORIO


Martes 14 de Septiembre de 2021 7:24 am


La dignidad no viene por poseer 

honores, sino por merecerlos.

Aristóteles


SEPTIEMBRE, mes emblemático en nuestro país, cargado de tragedias naturales e históricas, parece cimbrar nuestra consciencia de manera terca y cotidiana. El placer de escribir se deleita en la sencillez, la cual espero me acompañe en esta sensible colaboración; porque para el que esto escribe, la vida y el tiempo es música.

El pasado 2 de septiembre murió Mikis Theodorakis, no sé a qué hora de ese día, pero –como decía mi abuelita– estoy seguro fue a la misma hora en todos los relojes de la Tierra. La abuela jamás aceptaba rectificación alguna. Somos como estatuas humanas, cinceladas por las circunstancias y el medio en el que transcurre nuestra vida.

Por aquellos años estudiaba en el bachillerato vespertino de la Universidad de Colima, tuve el privilegio de conocer la amistad entre compañeros, hoy algunos de ellos ya no están, por eso hay que vivir con intensidad el tiempo permitido que el Creador nos asigna. En esa época de estudiantes tuve la dicha de tener grandes y buenos maestros, entre ellos a Teodoro Ponce de León Valencia, hombre cultísimo y de una sencillez extraordinaria, gran conocedor de la música universal.

Vivió y estudió en Europa, codeándose con las estrellas de la cultura y el arte de aquel continente. En una conversación con muchos amigos, nos comentó que conocía a un músico griego llamado Mikis Theodorakis, pero nadie conocía a ese personaje. Nos invitó a su casa y puso un disco llamado Zorba el Griego, del mencionado músico. Teodoro realizó unos pasos y nos dejó impresionados, ahí apareció en muchos el gusto por Mikis Theodorakis, Nana Mouskouri e infinidad de músicos. Con cariño, a Teodoro le empezamos a decir Theodorakis.

Nos mencionaba que “la música perfecciona las afinidades electivas, es decir, los niveles humanos se unen”. Conocedor del nivel cultural y social de las personas, a veces ponía música clásica y nos quedábamos perplejos, le preguntábamos por qué lo hacía y nos dijo que la música “de manera muy sencilla despide sin ofensas a las personas insensibles e incultas”; luego vimos cómo algunos que nos acompañaban se marchaban sin decir media palabra. Teodoro Ponce de León nos transmitió una cultura que cada quien asumió y extendió, según sus gustos literarios y musicales.

Mikis Theodorakis deja una huella que va más allá de la sencillez y de la grandeza. No hubo momento de descanso en su vida: preso, torturado y exiliado de su país, Grecia, la cuna de la cultura occidental. Él poseía una creatividad musical monumental. Quizás el descanso de su vida inició el 2 de septiembre de 2021.

Me conmovió saber que era gran admirador de Pablo Neruda, Federico García Lorca y otros poetas de esa época. Puso música a In memoriam, poema de García Lorca: “Dulce chopo, dulce chopo, te has puesto de oro. Ayer estabas verde, un verde loco de pájaros gloriosos. Hoy estás abatido bajo el cielo de agosto, como yo bajo el cielo de mi espíritu rojo. La fragancia cautiva de tu tronco vendrá a mi corazón piadoso. ¡Rudo abuelo del prado! Nosotros nos hemos puesto de oro”.

Seguirá poniéndoles música a los hermosos y descriptivos poemas de Federico García Lorca. Para desgracia no sé cuál sería la música de Theodorakis para Sorpresa, joya literaria: “Muerto se quedó en la calle, con un puñal en el pecho. No lo conocía nadie. ¡Cómo temblaba el farol! Madre. ¡Cómo temblaba el farolito de la calle! Era madrugada. Nadie pudo asomarse a sus ojos abiertos al duro aire. Que muerto se quedó en la calle que con un puñal en el pecho y que no lo conocía nadie”.

La última nota musical de Theodorakis fue la indicación testamentaria en su familia, la cual fue totalmente acatada por sus hijos: ser sepultado en Creta, su lugar de nacimiento, y que su féretro estuviera cubierto por la bandera del partido comunista griego, quedando clara una cosa: este hombre jamás persiguió y no tuvo ningún interés mezquino político o económico, nada más vivía por su amor en lo que creía.