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Hay que decirlo



CARLOS GARCÍA LEMUS

PAN, moribundo


Martes 14 de Septiembre de 2021 7:26 am


LA fuerza del Partido Acción Nacional (PAN) en el estado se ha ido diluyendo en años recientes y es evidente la escasez de figuras con liderazgo en ese abanderamiento.

Su presidente estatal, Alejandro García, está muy lejos de ser un líder natural que inspire confianza ya no digamos entre el electorado, sino al interior del partido.

Luego de obtener buenos resultados en los comicios de 2015, en los que estuvieron a nada de ganar la gubernatura (en la elección ordinaria, porque en la extraordinaria ya la diferencia con el abanderado del PRI fue de más de 10 mil votos) y ganaron seis presidencias municipales, entre ellas Manzanillo, Colima y Villa de Álvarez, los panistas no supieron ser la fuerza política más fuerte e importante en Colima.

Vinieron los pleitos internos y las salidas de personajes como Virgilio Mendoza Amezcua y Gabriela Benavides Cobos, que se sumaban a la ocurrida un año antes de Leoncio Morán Sánchez.

Gran parte de la descomposición panista en la entidad se debe al pleito que protagonizaron Jorge Luis Preciado Rodríguez y Pedro Peralta Rivas, por el control interno del instituto político.

Siguieron las disputas por las candidaturas en 2018 y los resultados empezaron a ser adversos para el albiazul, principalmente por el fenómeno que se vivió a nivel nacional con el tsunami de Andrés Manuel López Obrador, que llevó al triunfo a casi todos los abanderados de Morena en la entidad.

Para los comicios de este año, hubo un acuerdo entre los panistas y supuestamente quedaron atrás las diferencias entre los grupos de Jorge Luis y Pedro, pero el desgaste del partido y el avance de Morena los hizo llegar a la coalición, como sucedió a nivel nacional con sus adversarios históricos, PRI y PRD. Desde que se pactó la coalición, el PAN cedió la candidatura a la gubernatura, aunque buscaron disfrazar esa decisión con un supuesto proceso interno en el que nombraron a su precandidata, Martha Sosa, y el PRI a Mely Romero.

Al final de esa farsa, la designación fue de la priista y los panistas, quienes históricamente se han jactado de tener procesos internos democráticos, debieron agachar la cabeza y aceptar la imposición de Romero Celis.

Se supondría que a cambio de eso llevarían ventaja en la designación de candidatos para las alcaldías más importantes, pero tampoco fue así, pues sólo obtuvieron las de Manzanillo, con Jorge Luis Preciado Rodríguez, y de Tecomán, con Sergio Anguiano, ambos perdedores, al igual que los abanderados en Comala, Felipe Michel, y Blanca Estela Acevedo Gómez, en Ixtlahuacán.

Las dos alcaldías importantes que ganó la coalición (Colima y Villa de Álvarez), quedaron en manos de priistas, al igual que la de Cuauhtémoc, con Gabriela Mejía, así es que en los hechos, el PAN fue, una vez más, un gran perdedor en 2021. Ante ese panorama, al partido no le queda más que renovarse, si es que pretende volver a ser competitivo en Colima.

Jorge Luis Preciado y Pedro Peralta deben entender que su tiempo ya pasó, pues es evidente el rechazo del electorado a ellos y sus imposiciones. Tampoco es que al PAN le sobren las figuras atractivas en materia electoral. Quienes podrían crecer son los dos actuales diputados federales, Riult Rivera, quien ganó la elección por el Distrito 1, y Julia Jiménez, quien llegó por la vía plurinominal.

El problema de ambos es que son identificados como alfiles de Pedro Peralta, estigma que deben quitarse si es que en realidad buscan crecer para ser los baluartes de un renacimiento del PAN en Colima, que hoy se ve muy complicado.

Si como lo han anunciado, seguirán en coalición con PRI y PRD en 2024, deben consolidarse como una fuerza política importante para no volver a ser fácilmente manejados por los priistas, como ocurrió para las elecciones de 2021.

No será fácil para el PAN volver a presentarse como un partido de oposición aguerrido. Mucho menos siendo aliado de aquello a lo que siempre se enfrentó hasta este año.

Quizás la coalición tiene sentido y fundamento, pero en los hechos, a los panistas tradicionales poco o nada les agrada ir de la mano y tener que votar por abanderados del tricolor, por más que las cúpulas digan lo contrario.