Irán mueve sus fichas para negociar con Biden
MAURICIO MESCHOULAM*
Sábado 18 de Septiembre de 2021 3:53 pm
IRÁN se encontraría a solo un mes de tener suficiente uranio
enriquecido como para armar una bomba atómica si así lo decide, según indica la
información recabada por la Agencia Internacional para la Energía Atómica
(AIEA) esta semana. Esto representa el punto
de mayor progreso de su proyecto atómico desde 2015, cuando Rohani firmó el
acuerdo nuclear con EU y otras potencias, acuerdo del cual Trump se retira en
2018. Biden había intentado aproximarse a esta situación con un enfoque distinto
y desde hace meses ha estado negociando con Teherán para revivirlo. Sin
embargo, el tiempo se vino encima. Además del tiempo, a Biden se le vino encima
Afganistán. Todo ello termina conectándose. Primero, el martes, el
NYT reportó que, con la información recabada por la AIEA, Irán se encontraría a
solo un mes de tener suficiente cantidad de uranio al grado de enriquecimiento
requerido para una primera bomba atómica. Los datos deben ser leídos dentro de
un contexto más amplio en los que Irán está buscando ejercer cada vez más
presión sobre Biden para revivir el pacto nuclear, probablemente bajo incluso
mejores condiciones para Teherán que las que había en 2018 cuando Trump se
retiró del mismo. Segundo, nada de esto es
enteramente sorprendente. Cuando en 2018 Trump decide abandonar el acuerdo y
reactivar las sanciones, Teherán se mantuvo cumpliendo su parte de ese
convenio, y dio un año de tiempo para que las otras partes firmantes,
especialmente Francia, RU y Alemania, consiguieran moderar las posturas de Washington.
Pero todos esos esfuerzos fracasaron. Así, en 2019, Irán advirtió que, dado que
EU había abandonado sus compromisos, Teherán también, de manera paulatina, iría
escalando sus niveles de incumplimiento del pacto. Tercero, la nueva
administración en Washington llevaba ya varias rondas de conversaciones
indirectas con Teherán en Viena. Biden estaba buscando sellar su reingreso al
acuerdo antes de que el presidente Rohani dejara el cargo, pero las
negociaciones se estancaron entre mayo y junio. Vinieron las elecciones en
Irán. En agosto, tomó posesión Raisi, un mandatario de línea más dura. Y cuarto, esto ocurre de
manera paralela al retiro estadounidense de Afganistán lo que genera tanto
efectos a la geopolítica regional, como también un impacto psicológico, por el
mensaje que Washington ha proyectado: EU no solo parece estar tan desgastado
por sus intervenciones internacionales, que prefirió abandonar un puesto de
control estratégico en Asia Central, sino que además, como si exhibiera toda su
urgencia de retirarse, fue altamente negligente en ese abandono, incapaz de
prever la velocidad de los eventos, e ineficiente para desarrollar estrategias
que le permitieran un desenlace diferente. La conclusión que se
está tomando en Irán y en muchos otros países es que, la llamada “opción
militar” para el proyecto nuclear iraní, no está, al menos hoy por hoy, sobre
la mesa. Este conjunto de
factores, en la visión de Teherán, le otorga un amplio margen de maniobra para
negociar con Washington, bajo condiciones para Irán que pueden ser incluso
mejores que las que tenía en el acuerdo del 2015. Como dije, el tiempo se
vino encima. Ahora mismo, en Teherán hay un nuevo presidente que está
comunicando que no tiene prisa alguna, y que ha leído los últimos eventos de
Afganistán como parte del desinterés de Biden en toda la región, ante el
imperativo de ya poderse concentrar exclusivamente en sus mayores batallas:
China y Rusia. Mientras tanto, el proyecto nuclear iraní sigue avanzando de
manera acelerada. En pocas palabras, la urgencia para sacar un acuerdo -al
menos, la urgencia que se percibe- hoy parece estar más del lado de Washington
que de Irán.
*Analista internacional