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¿Qué fuera de la vida sin los sueños?



ROSA EVELIA VILLARRUEL FIGUEROA


Viernes 24 de Septiembre de 2021 7:18 am


SI existe algo que no se pierde con los años, son los sueños, no el cerrar los ojos y dormir, aunque también, dentro de ese mundo mágico y fantasioso encontramos respuestas y construimos proyectos de vida; los sueños de vigilia, de estar alertas a los acontecimientos del día a día, sumando esfuerzos y premisas que vayan nutriendo lo que en algún momento se anidó; con el afán, claro, de que en un momento dado se hagan realidad.

Demasiado realismo nos trae en ocasiones frustraciones y desencantos y se instala el pesimismo, nos centramos en nuestra vida tal cual es y poco enfocamos la mirada en cómo puede ser; pero no desde la fantasía irrealizable, sino desde una proyección viable y trabajar para ello. Cierto que todo movimiento hacia lograr concretar algo planeado, trae consigo una alta dosis de responsabilidad, y creo que ahí es donde se atora todo.

¿Por qué nos cuesta tanto asumir responsabilidades? No hay respuesta concreta, lo que sí creo es que tiene que ver con la historia de vida de cada persona, de lo aprendido y heredado que tanto trabajo cuesta deshacerse de ello. Personalmente no pienso que existan personas perezosas per se, sino que el botón de arranque está muy protegido por aprendizajes de la infancia y habría que sacudirse de ellos, pues el mejor ejemplo de buenos soñadores, lo encontramos en los y las niñas.

Leía hace poco (no recuerdo la fuente), que hicieron un estudio a este respecto con un buen número de niños y niñas, de todos los niveles socioeconómicos. La pregunta concreta (nada nuevo) era “¿Qué quieres ser de grande?”. Independientemente de su condición, los resultados arrojaron, desde grandes atletas, campeones de todos los deportes, hasta exploradores y Presidentes de Naciones. En las respuestas nunca se percibieron limitaciones, sólo aspiraciones futuras.

Los límites van apareciendo con la edad y las trabas que se atraviesan en el camino y la incapacidad o imposibilidad de hacerlas a un lado para llegar a la meta planteada. Los sueños son como las semillas, se siembran en terreno fértil y brotan, pero según el tratamiento subsecuente con el que se topan, es que llegaran a concretar su proceso, o bien se quedan en el camino. En los seres humanos, una de las recomendaciones sería, constantemente estarnos revisando, para detectar de dónde provienen los obstáculos que no permiten concretar proyectos.

En este camino llamado vida, nos vamos encontrando con toda clase de circunstancias, unas favorables y otras no tanto; factores externos e internos que van minando las ganas de seguir, continuar algo ya planeado con antelación y que seguramente le invertimos dinero y esfuerzos. En este sentido, son válidos los continuos replanteamientos del proyecto, pero no su abandono total. O bien retomar otros que no fueron posibles, pero ahora sí, porque las condiciones ya han cambiado.

Cierto que el entorno social y familiar se encarga muchas veces de tirar nuestros sueños, son los auditores encargados de señalar errores, pero no aplauden los aciertos, ya de adultos, permitimos que nos lleven a niveles de mediocridad o frustración con frases de baja estatura, por lo que significamos los sueños como imposibles. El potencial y el empuje con el que nacemos ahí está, retornar a él sería la tarea a realizar, pero a plana completa.

Quizás sea tiempo de ir al baúl de los recuerdos, sacar el libro de los sueños, esos que escribimos en la infancia con tinta indeleble; seguramente nos causará sorpresa y hasta risas de incredulidad lo que leeremos en él, quizás sería bueno compartirlo con las y los hijos, si los hay, con la pareja amigos o amigas, nos sorprenderemos al descubrir su similitud con ellos; pues no creo que exista algún ser humano que no haya soñado un futuro diferente con el que tiene aquí y ahora.

Para concretar los sueños, es indispensable mantener los pies bien plantados en la tierra y la mirada puesta en las estrellas. Atiendan a sus sueños.