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De ayer y de ahora



ROGELIO PORTILLO CEBALLOS

Familia, migración e infancia difícil


Domingo 26 de Septiembre de 2021 7:06 am


INICIARÉ diciendo que salta a la vista que la decisión de migrar tiene como resultado una serie de acuerdos y reajustes familiares que afectan a toda la familia, de manera particular a los niños.

La migración es un proceso que en las últimas décadas ha trastocado en múltiples formas la vida cotidiana de amplios sectores sociales. Particularmente, las configuraciones familiares se han visto modificadas como resultado de la partida de alguno de sus miembros.

La variedad de situaciones es enorme. Pueden migrar los dos padres juntos sin los hijos, puede migrar sólo el padre o sólo la madre; pueden quedarse los hijos con los abuelos, o con la mamá, o divididos, por ejemplo, el padre permanece en EUA y la mamá y sus dos hijos viven en Colima, con serias dificultades para reunificarse. Puede haber también intermitencia, un tiempo aquí, otro allá; pueden además migrar los niños solos.

Con la migración y los sucesos de la sociedad contemporánea se han presentado nuevos fenómenos sociales como la desestructuración de las formas tradicionales de organización familiar y la ruptura de los vínculos sociales respecto a sus lugares de origen. La institución del matrimonio se ha refuncionalizado y resignificado para dar origen al matrimonio a distancia, en el cual a pesar del distanciamiento geográfico de los cónyuges, implica para las mujeres en sus comunidades de origen un mayor grado de sujeción a la autoridad del varón, lo cual incide en un considerable aumento de la sensación de insatisfacción.

Los niños y aún adolescentes se socializan en un contexto de crianza a distancia donde la vida cotidiana y la relación con sus padres han sido trastocadas. Muchos migrantes mantienen no solamente un matrimonio a distancia, sino también una paternidad y maternidad a distancia, utilizando la comunicación en redes sociales, videollamadas y con el envío de remesas. Y ante la migración ya masiva de mujeres, nos encontramos con niños que se socializan y crecen muchos de ellos ante la ausencia de ambos padres.

Entre las divergencias del modelo tradicional de familia (compuesto por padres e hijos en convivencia cotidiana) se encuentran los hogares “dona”, configuración familiar que comprende los padres migrantes ausentes y los hijos a cargo de los abuelos, es decir, existe una marcada ausencia de la segunda generación, quedando sólo los abuelos con los nietos.

En la migración de niños hay que estudiar por un lado, la integración de los pequeños en las sociedades receptoras; por otro, los asuntos en torno al multiculturalismo y la escolarización. El arribo a un lugar de destino, cuyos códigos culturales y de comportamiento son ajenos, supone algunos conflictos para los pequeños, sobre todo entre aquellos que deben también lidiar con la barrera lingüística. Además hay procesos de estigma a los que se ven sometidos los niños hijos de migrantes en tanto son diferentes culturalmente hablando.

El acceso a la educación es un derecho y los niños migrantes pueden ingresar a los colegios, sin embargo, no en todos los casos el proceso de aprendizaje es óptimo. Intervienen en ello factores como el desconocimiento de la lengua, así como las diferentes formas de discriminación que experimentan los pequeños, tanto por los profesores, como por sus compañeros.

Los niños viven enormes riesgos en los procesos migratorios. En el caso de la migración México-Estados Unidos, se ha registrado el caso de las deportaciones de los trabajadores mexicanos indocumentados y la división en que quedan las familias cuando sus esposas e hijos, tanto de un lado y otro de la frontera, no pueden regresar e incorporarse con ellos por problemas migratorios. Esta situación deja a los niños en orfandad en suelo estadounidense y encargados o desprotegidos en México, dividiendo las familias y generando malestar y sufrimiento.