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Psico-tips



GERARDO OCÓN DOMÍNGUEZ

El gato sin nombre


Domingo 26 de Septiembre de 2021 7:08 am


MILLONES de veces he escuchado la discusión acerca de la inteligencia superior de los, perros por las grandes diferencias observables en sus comportamientos. Para los amantes de los perros, la empatía es muy importante. Un perro, además, busca el contacto visual. Es decir, nos mira al rostro y directamente a los ojos. Entienden nuestros gestos y pueden interpretar con mucha facilidad nuestras emociones. Así pues, no es de extrañar que para ellos nosotros seamos parte de su familia y que tengan un nombre.

A diferencia de los perros, los gatos tienen una capacidad de socialización torpe. De hecho, comúnmente decimos que los gatos suelen ser más independientes por esa indiferencia con la que nos bofetean frecuentemente, al grado de ni siquiera comer siempre en la misma casa. Su capacidad para atrapar a otros animalitos para alimentarse (ranas, aves, ratas, ratones, ardillas, algunos insectos y un largo etcétera), los vuelven menos dependientes de las personas.

También les gusta la vida nocturna y su habilidad para trepar árboles y saltar muros altos, les permite deambular por techos de los vecinos. Es por ello que a veces tenemos que llamarles a gritos, por su nombre para que vengan a comer y suelen tardar algunos minutos en llegar hasta nosotros, para recibir sus sacrosantos alimentos.

Es curioso que cuando tenemos a un perro frente a frente, nos vea a la cara y responde a su nombre, sobre todo si siempre usamos el mismo nombre. En contraria circunstancia vivimos con los felinos que la mayoría de las ocasiones, para ellos su nombre sólo significa comida.

¿Acaso los gatos no saben que tienen un nombre? Incluso la comunidad científica consideraba que los gatos eran tontos y que no podría aprender tantos trucos, mucho menos trucos complejos como lo hacen regularmente los perros.

Pero un investigador llamado B.F. Skinner descubrió que se podían no sólo domesticar, sino entrenar profundamente para que realizaran trucos complejos caminando por tablas, accionando palancas, presionando botones y saltando obstáculos.

Pero a pesar de ser capaces de todo eso, no nos hacen caso por su nombre más que para darles de comer. Incluso, muchos dueños de gatos ni siquiera les ponen nombre y les llaman generalmente “tonchi”, “michi”, “bicho”, “micifuz”, “quiri“ (kitty, gatito en inglés) y otros apodos genéricos.

También hay algunas diferencias entre razas y podemos decir que en general, los gatitos bermejos (rayados con colores verdes, grises y negros) son menos dóciles e independientes, los gatos con rayas amarillas con blanco, suelen ser también más cariñosos y hogareños.

Aún así, no perdamos las esperanzas. Lo primero es establecer una rutina y alimentar a nuestras mascotas maulladoras dos veces al día con una ración adecuada a su edad y peso, para evitar desnutrición u obesidad incluso. Seamos conscientes y aunque puede parecer tierno, no es saludable para nuestro peludo.

Ahora bien. Al mismo tiempo que esté comiendo, debemos acariciarlo y/o cepillar su pelaje y llamarlo por su nombre, decirles palabras de afecto halagando sus cualidades y prometerles afecto incondicional. Con esa conducta estaremos cultivando el apego y arraigando su nombre en su cerebro (y su alma).

Durante otros momentos del día podemos apapacharlos, acariciarlos al mismo tiempo que les llamamos por su nombre. De esa manera, no sólo asociarán su nombre con el alimento, sino con la recepción de afecto y protección que estamos dispuestos a proporcionarle.

Contar con un gato de mascota puede proporcionarnos gratos momentos de compañía, sin contar que un buen guardián mantiene alejados a los roedores y otras plagas indeseables. Además, se sabe que niños y niñas desarrollan lazos más fuertes con gatos que con perros y esto puede proporcionar efectos benéficos de una relación empática: los gatos proporcionan contactos visuales cortos, pero frecuentes a diferencia de los perros que son contactos largos y profundos. Y ¿te gustan los gatos?


*Psicólogo