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ALEJANDRO BERNAL ASTORGA
La paz en el ámbito social
Sábado 23 de Octubre de 2021 7:27 am
Alcanzar la paz social debe ser un objetivo compartido por todos. LA segunda guerra cobró la vida de más de 50 millones de
personas y los europeos entendieron que no sobrevivirían a una tercera; por
ello, al término del conflicto, se acordó que los principales países
productores de acero y carbón comercializaran con otras naciones europeas su
producción, evitando la acumulación de reservas y la capacidad para producir
armamento, garantizando con ello la paz. Posteriormente la
integración evolucionó para formar un bloque (la Unión Europea) que actualmente
comparte fronteras, ciudadanía, actividades económicas, instituciones
supranacionales, legislación común e incluso para algunos de sus miembros, una
misma moneda; los resultados son tangibles para la población generando arraigo
y pertinencia. Incluso, la experiencia
europea promueve el desarrollo de los países con economías menos avanzadas, ya
que su crecimiento representa el surgimiento de mercados para hacer negocios;
el tema es de convicción y conveniencia. El proceso de unificación no buscó
generar réplicas entre los países miembros, lo que, es más, con todas sus
aciertos e imperfecciones fomenta “la unidad en la diversidad”. La paz no sólo se define
por la ausencia de guerra, conflictos o de un entorno libre de toda forma de
violencia, sino por la presencia de la justicia social y el bienestar, por la
satisfacción de las necesidades básicas de todas las personas y grupos
sociales. La paz es vista entonces como un proceso inclusivo, que se construye;
no es de generación espontánea, decreto o protagonismo mesiánico, por lo que
requiere de la inteligencia, voluntad y las acciones conjuntas entre el Estado
y la sociedad para mantenerla y acrecentarla. Al ser empáticos tenemos
apertura para entender y atender las necesidades de otros y no sólo las
propias; al tener conciencia colectiva aprendemos a ver con los ojos de los
demás una realidad que puede ser distinta a la nuestra, ya que, en México,
puede haber “muchos Méxicos”. El entorno incide en las
personas, en sus relaciones afectivas y actividades diarias. Existe un contexto
social y familiar que puede representar oportunidades o amenazas para alcanzar
la paz social, el hecho de que las personas se desarrollen en ambientes
seguros, con cobertura de servicios básicos, acceso a educación o empleo digno
puede incidir positivamente; un entorno familiar con funciones educativas y
afectivas adecuadas propicia el desarrollo integral de sus integrantes. Incluso quienes son
resilientes, superan un entorno social y familiar adverso, cambiando para bien
la dinámica de crecimiento de sus antecesores. La paz social debe
reflejarse en igualdad de oportunidades para acceder a mejores niveles de vida
y para ello el acceso a la educación es clave, al generar actitudes y aptitudes
que rompen círculos de pobreza. Si bien los resultados no son inmediatos, sí
marcan la diferencia para hacer sostenible el cambio, al atacar la causa y no
sólo los efectos. La educación “hace
magia” en nosotros cuando nos transforma en mejores personas y cambiamos positivamente
nuestro entorno; cuando tratamos a los demás como nos gustaría ser tratados. Si
esto no ocurre sólo acumulamos conocimientos, pero no estamos educados. Es por
ello, que el camino para alcanzar la paz social puede iniciar con pequeños
cambios que sumados, acaban por hacer la diferencia. En este proceso podemos
encontrar muchos obstáculos: pobreza, inseguridad, corrupción, indiferencia,
falta de valores, prevalencia de los intereses particulares sobre el bien
común, etcétera; por tanto, para desarrollar la cultura por la paz, debemos de
“aprender a aprender”, esto significa desaprender aquellas costumbres asociadas
a la violencia, la exclusión y la inequidad, re-aprendendiendo los valores que
hagan posible la vida social sin violencia, en convivencia pacífica y respeto
por los Derechos Humanos.
La
paz no suele ser perfecta, pero podemos acercarnos, ¿qué harás para hacer la
diferencia?