Dorar la píldora
MÓNICA LAVÍN
La otra Isabel de Martínez-Belli
Sábado 20 de Noviembre de 2021 10:24 am
LAURA Martínez-Belli, montada en la investigación que sostiene el
andamiaje ficcional de esta novela de corte histórico, nos coloca frente al
espejo de obsidiana de nuestra historia. La identidad, los arrebatos, las
vejaciones, el poder, las dudas, la fragilidad, las ternezas y la brutalidad
están en el centro de una propuesta narrativa para sumergirnos, como sólo lo
permite la novela, en la caída de Tenochtitlán, en la posterior caída del
propio Cortés y en el surgimiento del mestizaje. Para ello lleva al
frente de la escena histórica a quienes normalmente pertenecen a la retaguardia
y el olvido: las mujeres. Isabel de Moctezuma es el personaje principal de esta
novela cuyo título ya lo indica. Tecuixpo Iztaxochitl, la hija de Moctezuma, a
quien la autora confiere un carácter guerrero, una estirpe de noble invencible
y sabia que tiene que ceder y traicionar a su padre, aunque lo escuchará cuando
le dice: cambia de piel como la serpiente es el faro narrativo. Isabel es
entonces quien encarna la conquista como sacrificio e inevitable aceptación de
un nuevo orden. Será bautizada como Isabel y en el cambio de nombre abandonará
con dolor el suyo y lo suyo. Y lo suyo ya será lo otro, nos lo propone
Martínez-Belli, cuando esa hija a la que desconoció por ser producto del
ultraje de Cortés, en la vida real, y que en la novela le fue arrebatada por
Altamirano, retorne a México y encarne el mestizaje. En este tapiz complejo
de los años turbulentos de la Conquista, en donde Moctezuma es retenido como un
rehén por Cortés, Martínez-Belli (ella misma hija de español y nicaragüense
radicada en México por algún tiempo y ahora en España) nos acerca el entramado
de concepciones y estrategias sobre la derrota y la victoria a través de
personajes de gran estatura como Cuitláhuac, Cuauhtémoc, y del otro bando
Velázquez, Cortés y otros tantos. Entre traiciones y sabidurías la fineza
mexica de un Moctezuma que la historia ha condenado, ocupa un trono digno en la
novela cuya hija tardará en comprender. Isabel será la piedra de cambio, la
bisagra del tiempo. Tendrá que casarse cinco veces: con su tío Cuitláhuac, con
su primo Cuauhtémoc, con el consejero de Cortés, de Grado, con el extremeño
Andrade, para acabar sus días con Juan Cano (cuyos textos fueron fuente valiosa
para la autora) y preservar su estirpe y sus bienes en Extremadura, donde hasta
hace poco la descendencia de Isabel de Moctezuma y Juan Cano seguía recibiendo
los beneficios de su hacienda. Martínez-Belli en su
estrategia narrativa ha escogido a Isabel y Leonor como proas y ha puesto el
acento en las relaciones filiales, la maternidad y en la búsqueda del origen.
Vine a buscar a mi padre… También la irresistible Malintzin, Marina, la Malinche,
la lengua de Cortés es personaje indispensable en la novela, pero no central a
la trama. Como la propia autora lo ha señalado en algunas entrevistas, otras
mujeres quedan para la escritura de una novela. Pienso en Luisa, la tlaxcalteca
mujer de Alvarado, y María de Estrada, mencionada varias veces entre las
huestes de Hernán Cortés.
La
autora otorga al poder de la palabra la posibilidad de ser, de legar, de
reconocer el origen y de edificar a la mujer del nuevo mundo. Tanto Isabel como
Leonor aprenden la escritura del español y logran así, sorteando la muerte y el
silencio, resolver la procedencia y consolidar ese pasado mexica. La novela no
toma partido más que por lo humano, coloca ternezas y momentos de duda donde es
preciso para no tejer un tapiz de arquetipos simplista. Lo hace con un lenguaje
bañado de la riqueza Náhuatl, de metáforas intensas y dichos hispanos que dan
frescura y nos colocan en el torrente de las sangres conjugadas. Empresa nada
fácil, edificio apasionante en cuyo epílogo la autora anota una serie de hechos
para que observemos las licencias que son propias del trabajo novelístico. Ese
también, lo afirma Laura Martínez-Belli- es un mestizaje literario.