Cargando



Algunos días de la infancia de Griselda Álvarez



CARLOS RAMÍREZ VUELVAS


Domingo 28 de Noviembre de 2021 7:59 am


II/II


HACIA 1927, en plena Revolución Cristera, las autoridades eclesiales ordenaron a sus recintos religiosos intensificar las manifestaciones de apoyo a favor de los cristeros, quienes reaccionaban contra la Ley de Tolerancia de Cultos Religiosos, promulgada por el Gobierno de la República Mexicana de Plutarco Elías Calles (de 1924 a 1928), que impedía el dominio político y el crecimiento patrimonial de las iglesias. Griselda Álvarez recordó la Cristiada como una revolución formada “por gavillas más de bandoleros que de idealistas”, quienes “merodeaban ya muy de vez” por Colima y por Guadalajara.

Otra estampa se fijó en la memoria: “Los simpatizantes de los cristeros eran descubiertos y sentenciados en juicio sumario. Casi siempre eran ahorcados y esto sucedía en la Calzada Galván, hermosa avenida de frondosos árboles a orillas de la ciudad” (de Colima).

Entre la imaginación infantil y la severidad paterna, Griselda Álvarez fijó esa ontología de la realidad que luego manifestará lo mismo en política y en poesía. Primero la voluntad, el actuar poietico sobre el mundo y luego su expresión en sentencia o en verso. El primero es la disposición política sobre la historia, el segundo es la forma expresiva de la voluntad.

Por eso, para Griselda Álvarez siempre fue primero el ánimo de la poiesis y luego su reflexión sobre la polis. Tal vez tampoco podría ser de otra manera: primero se expresa nuestra voluntad primitiva sobre la realidad y luego su comunica a los otros.

El 19 de julio de 1928 murió su madre, Dolores Ponce de León, víctima de sepsis o fiebre puerperal 3 días después de dar a luz a su hijo Jorge. Griselda Álvarez tenía 15 años de edad. Infundida por el sentimiento luctuoso, comenzó a escribir poemas que imitaban los ritmos de la poesía religiosa del Preconvento salesiano.

Con esa misma emoción introspectiva, le comunicó a su padre la intención de continuar con su formación religiosa para vestir los hábitos de monja. Ante la respuesta negativa escribió el poema Hablé con mi padre cara a cara, datado el 12 de abril de 1931, del que se conserva un testimonio transcrito por Miguel Delgado Álvarez.

De esa época se han localizado otras composiciones, que deben corresponder a sus primeros poemas: Pronto seré tuya, firmado el 20 de septiembre de 1930, Tu voz, Señor, tu voz y Reflexiones de los santos ejercicios, ambos datados del 19 de septiembre de 1931, además de Amor divino, sin datación, pero presumiblemente de la misma época. Son piezas con versos de intencionalidad religiosa que parecen recordar a la poesía mística aprendida en el internado, como los siguientes:


Muy pronto seré tuya, toda entera;

mi propia voluntad ya se ha rendido,

viviré junto a Ti, la verdadera

vida de Amor, de Plenitud, de Olvido…


¿Qué me importa ya todo si en Ti espero,

y qué puedo esperar sino tus dones?

¡Jesús, mi dulce amado, verdadero

centro de mis ardientes afecciones!


Me has dicho: “¡Pronto!” desde tu Sagrario,

y a ese grito dulcísimo y querido

yo quiero responder: “¡Que tu Calvario

sea mi favor radioso y bendecido!


Que me goce al sufrir, que sea tu Esposa,

que te ame con locura, ciegamente,

y que pronto, muy pronto, (estoy ansiosa),

me llames junto a Ti amorosamente.


¡Jesús, sal a mi encuentro que estos meses

que de ser “tu paloma” me separan,

vuelen con rapidez, vengan con creces

los gozos que los cielos me deparan...!


Ma. Griselda

20 de septiembre de 1930