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La corrupción y el oro



RAÚL PÉREZ OSORIO


Martes 30 de Noviembre de 2021 8:42 am


ESTÁ comprobado que la corrupción parte de las más altas esferas gubernamentales, comparándose más o menos con la gotita de agua que se desliza desde la cúspide de la montaña nevada, hasta formar violentos ríos que llevan su agua a tierras laborables, trayendo un infinito beneficio para los agricultores. En el caso de los ríos de corrupción, acarrean muertes y destrozos, en una sociedad dañada por la incultura y la pobreza.

Cuando la corrupción se posesiona de gobiernos, nunca es mencionada en las esferas gubernamentales, mucho menos por las estructuras económicas y políticas de todo tipo, a excepción de algunos medios de comunicación honestos o personas y grupos que siempre se opusieron a quienes de cualquier ángulo que se mide, eran beneficiados por ella. Una definición sencilla de ese término consiste en sobornar a alguien con dádivas u otros beneficios. Las formas de corromper son infinitas, y su matriz natural son las esferas gubernamentales en cualquiera de sus niveles: federal, estatal y municipal.

Sobornar a un funcionario se llama cohecho, y tiene como objetivo la obtención de dinero al no hacer lo que le corresponde. El cohecho calificado es el que se comete por la administración pública, y lo mismo, se recibe dinero. El cohecho simple se tipifica cuando un funcionario de manera individual procede contra sus funciones, y por tal omisión obtiene dinero.

En tiempos de Porfirio Díaz los extranjeros dueños del petróleo mexicano, cuando descubrían petróleo en algún lugar, iban con los dueños del terreno, les ofrecían dinero, y si no aceptaban la propuesta, le decían que lo iban a tratar el asunto con su viuda. Hoy, la corrupción tiene sus personeros o grupos políticos y crimen organizado, y si alguien no se alinea a los intereses de la corrupción, a la víctima le proponen plata o plomo.

Esto tiene hondas raíces en nuestro país, pero desde hace unos 35 años, nuestro sistema político y de justicia, amparó y contribuyó totalmente con la corrupción. Hace muchos años platicaba con un hombre de avanzada edad y me decía que los sacerdotes no estaban de acuerdo en que los pobres tuvieran un pedazo de tierra, porque los hacendados eran protegidos por la iglesia. Cuando se trató de educar a millones de mexicanos, al mismo hombre lo obligaron a que dijera que no tenía hijos, para que no fueran maestros. “Cómo iba a decir que no tenía, si yo tenía 4 ó 5 hijos”.

En este sexenio, se ha mencionado como en ningún otro, que la corrupción ha destrozado a este país, da la impresión que la oposición a la corrupción está representada por el actual gobierno, y la corrupción es defendida a capa y espada por todas las personas y grupos que siempre vivieron de ella, ejemplos de esto hay millones.

La SEP, en su misión de culturizar y dejar en libertad el criterio de todas las generaciones, debería implementar un objetivo de qué es y por qué existe el infamante entramado de la corrupción. Le duela a quien le duela, todos los niños y jóvenes de las distintas capas sociales tienen semejante capacidad intelectual, pero es minada por el feroz germen de la corrupción.

En la obra Tiempo y mundo, Stefan Zweig se refirió a un personaje de una inteligencia descomunal que terminó en la locura y a ese final hace referencia: “¡Qué tragedia más conmovedora! De una parte, una inteligencia llena de claridad, con una asombrosa capacidad de saber, ligada a un maravilloso poder de expresión, y de otra, un pequeño vacío que roe esta inteligencia única y resplandeciente”.

Finalmente, dice una canción popular mexicana que cantando no hay reproches que nos duelan. Hace muchos años Víctor Manuel lanzó esta canción, pero los oídos neoliberales nunca estuvieron dispuestos a escucharla. Se llama Canción del oro, tanto que lo aman.

“Cantemos todos a coro, cantemos todos al oro. El oro, padre del pan y madre de la cultura. Tesoro de los piratas, con gemelos y corbata; el oro que en las coronas, hace refulgir el sol. Primo hermano del diamante, primo hermano del carbón; el oro que tapa bocas, rompe manos que amenazan”.