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Razones



JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ

Ola Covid y estanflación: el peor de los mundos


Martes 30 de Noviembre de 2021 8:40 am


ATENAZADOS por varias crisis simultáneas, incluyendo la de seguridad pública, la sanitaria, la falta de abasto de medicinas y la social derivada de la pandemia y la inseguridad, la situación económica parece deslizarse rápidamente hacia lo que se denomina una estanflación, una combinación de estancamiento con inflación, esa coyuntura económica en la que, en el marco de una situación inflacionaria, se produce un estancamiento de economía y el ritmo de la inflación se incrementa.

Dicen los economistas serios que la estanflación está considerado uno de los peores escenarios económicos posibles, por la dificultad de su manejo y corrección, ya que las políticas monetarias y fiscales que se suelen utilizar para dinamizar una economía recesiva empeoran el componente inflacionario en la estanflación, y las políticas monetarias restrictivas que se utilizan para combatir la inflación, tienden a profundizar y ampliar el componente recesivo.

La estanflación, explican los manuales, distorsiona completamente los mercados y deja a los gobiernos y sus bancos centrales en una posición de “perder-perder”. En la estanflación la recesión suele ser parcial, registrándose simultáneamente el decrecimiento de algunos sectores, como la producción de bienes, junto al crecimiento de otros sectores, como la producción de servicios. Si se trata de una economía relativamente abierta, como la nuestra, la inflación viene acompañada de un proceso de devaluación, puede registrarse una contracción de las actividades que consumen divisas y una expansión de las que generan divisas. Esto representa un desafío enorme para las autoridades, pues reciben señales mixtas y contradictorias sobre la economía, que hacen muy difícil decidir qué políticas aplicar, en qué secuencia y en qué momento tomarlas. “Es lo peor de los dos mundos”, dicen muchos economistas.

Esto es lo que estamos viviendo o por lo menos se aproxima mucho. Los datos de los últimos días podrían confirmarlo: la inflación alcanzó el 7.5 por ciento, el doble de lo que habían estimado las autoridades para este año; el peso lleva varios días perdiendo valor frente al dólar, y ya se cotiza incluso por encima de los 22 pesos; en el tercer trimestre la economía decreció, a pesar de que tendríamos que ser arrastrados por la locomotora económica estadounidense, un 0.4 por ciento.

En el convulsionado banco central que espera ahora la llegada de Victoria Rodríguez Ceja como gobernadora, existe un debate interno muy importante sobre qué hacer en la coyuntura. Algunos de los vicegobernadores piensan que la inflación podría ser transitoria y no es necesario un aumento fuerte de las tasas de interés, pero otros observan que el fenómeno lleva ya meses, que tiene componentes externos e internos y que es urgente un alza significativa de las tasas de interés.

Mientras tanto las inversiones escasean, la creación de nuevos puestos de trabajo se estanca y las políticas públicas erradas, como la reforma energética, no nos están permitiendo sumarnos a los enormes proyectos de infraestructura que está implementando Estados Unidos y tampoco, por la incertidumbre. Recibir en México a muchas de las plantas de ese país que están dejando China.

Los economistas tienen razón: la estanflación de la que estamos peligrosamente cerca termina siendo el peor de los mundos posibles y no parece que se esté haciendo nada para impedirnos caer en ella.

Al mismo tiempo, la expansión de la variante Ómicron de Covid, pone en riesgo la recuperación económica global. Sus efectos no están aún del todo claros, pero por lo pronto se han cancelado vuelos, sobre todo con Sudáfrica, donde surgió la variante; se han vuelto a establecer limitaciones de viajes en algunos país, otros se han cerrado; se está haciendo acopio de material sanitario, las bolsas han reflejado todo esto con una fuerte caída al tiempo que se ha elevado el valor de las empresas farmacéuticas en más de 50 mil millones de dólares.

Hay muchas opciones que se pueden tomar ante el surguimiento de esta variante, lo único que no se podría ni debería hacer, es lo que se está haciendo en México, o sea, nada. Para el subsecretario Hugo López-Gatell no hay información suficiente, los datos divulgados son desproporcionados aunque numerosos países y la OMS han divulgado información de sobra; el presidente López Obrador asegura que no hay razones para preocuparse y el secretario de salud, Jorge Alcocer, reconoce que puede venir una nueva ola de Covid pero pidió que no lo divulguen en los medios para que la gente no se entere.

No soy partidario de cerrar la economía, no lo fui antes ni lo soy ahora. Pero eso no quiere decir no hacer nada: por lo menos hay que impulsar la vacunación (hay 40 millones de vacunas sin aplicar) porque la vacuna frena la enfermedad y sobre todo sus secuelas mortales, y tomar previsiones sanitarias, sociales y económicas. No es una buena señal, por ejemplo, que en esta situación se convoque un mitin de 100 mil personas para celebrar un año más de gobierno.

Tenemos una estanflación en ciernes y hay que atenderla como tal. Decir que el aumento de los precios es transitorio, que de todas formas se crecerá al 6 por ciento, que el peso está fuerte, improvisar en el manejo de la política momentaria y financiera, no son los instrumentos para hacerlo.