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Maldonado dice



CARLOS MALDONADO VILLAVERDE

3 años de Obrador


Viernes 03 de Diciembre de 2021 8:29 am


HACE 3 años pedí prudencia y esperar, dando la oportunidad a López Obrador de demostrar que podía hacer un buen gobierno. Esperamos y se le atravesó la pandemia. Los resultados no pueden ser evaluados a la luz de las condiciones que prevalecieron con Fox, Calderón, Peña Nieto o cualquiera de los Presidentes anteriores, pero aun así es tiempo de calificar su actuación y pensar en qué está mal y qué está bien en su trabajo como servidor público.

Un gran Jefe de Estado no siempre sirve también como Jefe de Gobierno. Es más, la mayoría de las veces, el Jefe de Estado es un mal Jefe de Gobierno y, si es bueno, descuida las funciones propias de un Jefe de Estado. Total, que mejor nos iría si tuviéramos un régimen en el que hubiera un Presidente y un primer ministro, cada uno con sus propias responsabilidades.

López Obrador, después de 3 años ha mantenido un liderazgo que nadie le discute ni pone en tela de juicio, pero no puede ufanarse de haber siquiera empezado a conseguir los objetivos que se había trazado. Vamos, ni siquiera los materiales, por lo que ha emitido un “decreto” que convierte en algo así como “prioridad nacional” sus juguetitos, llámense Tren Maya, refinería de Dos Bocas o Aeropuerto Felipe Ángeles.

Entonces, ¿de dónde se alimenta y se soporta su popularidad y liderazgo? Ya imaginarás, querido lector, que el primer soporte lo es repartir dinero en efectivo, lo que no está mal, al contrario, puede ser un factor para lograr la justicia social, pero no veo claramente la sustentabilidad del modelo a largo plazo.

El segundo pilar lo es la permanente confrontación con los otros, llámelos “conservadores”, “fifís” o “neoliberales”. Al grito de “¡Al ladrón!”, distrae constantemente la atención de los verdaderos problemas nacionales. Esos dos factores le han permitido mantener su fortaleza, pero un error estratégico lo está haciendo caer y, si no corrige, perderá el apoyo que hoy mantiene.

Me refiero al ataque a las instituciones. Es cierto que podemos divertirnos con los ataques que hacen al INE y a muchas otras instituciones, que los critique por el abuso en los privilegios y que se ensañe con ellos a la hora de otorgar presupuestos anuales, pero las instituciones autónomas del Poder Ejecutivo federal son respetadas y apreciadas por la mayoría de los mexicanos.

La independencia del Poder Judicial, del Instituto Nacional Electoral, del Banco de México, etcétera, no pueden ser puestas en duda, porque entonces la “mayoría silenciosa” actuará cuidando sus intereses, pues nadie queremos repetir esquemas como el de las elecciones previas a que existiera primero el IFE y después el INE, como tampoco queremos un Banco de México que imprima billetes al gusto del Presidente o se gaste las reservas que garantizan el valor de nuestra moneda. Tampoco queremos jueces subyugados al poder del Presidente y, en fin, un retroceso al totalitarismo absurdo que se manifestó en su peor expresión con la Presidencia de José López Portillo y Pacheco, ególatra, vano e incapaz de hacer nada bueno por su patria.

Y no se me tome a mal, sé que López Obrador no es de esa estirpe de los López, pero creo que está tropezando con algunas de las piedrecillas más comunes en el ejercicio del poder. Por ello, hace algo así como once años escribí estos consejos.


DECÁLOGO DEL BUEN GOBIERNO


El buen gobierno busca el crecimiento de la sociedad, a la que cede espacios en lugar de ocuparlos para sí mismo.

El buen gobierno traza un programa y lo sigue, desviándose sólo en los momentos de crisis.

El buen gobierno se traduce en resultados que se pueden medir, lo demás es demagogia.

El buen gobierno no requiere promover sus logros, pues éstos se promueven solos.

El buen gobierno no requiere de hacer propaganda a la “figura” del funcionario, pues los ciudadanos tienen presente su rostro.

El buen gobierno no se convierte en un estado benefactor, sino en un estado responsable.

El buen gobierno no se siente como presencia de autoridad, sino como armonía social.

El buen gobierno no es protagonista, sino facilitador.

El buen gobierno tiene una fecha de inicio y una de terminación perfectamente acotadas.

El buen gobierno crea líderes que la comunidad respeta y sigue.

Creo que nadie los ha seguido hasta ahora, pero ojalá el Presidente los leyera, los considerara y asumiera el compromiso de hacer un buen gobierno, porque ya solamente le quedan menos de 3 años.