No culpes, responsabilízate

RUTH HOLTZ*
Sábado 29 de Enero de 2022 9:19 am
ES frecuente tener una actitud ante la vida que nos resta
poder, nos puede parecer liberadora, pero en el fondo es un acto de cobardía y
de falta de determinación para ser, hacer como se haya decidido sin miedo a las
consecuencias, a las equivocaciones o al fracaso. “Echarle la culpa” a los
demás, a alguien, a la situación, al clima, a otros factores es una actitud común,
pero si la usas mucho, muy posiblemente estés atrapado. Aceptar nuestros
errores, enfrentar el dolor de las consecuencias es una de las razones de
recurrir “echar la culpa a otros”. Pero también puede haber injusticia y
coacción externa que obligue a una persona a ser impecable, a ser perfecta, a
no fallar, o la sanción puede ser muy drástica. La violencia contra los niños
que no lo hacen bien, es un ejemplo de que los que caen en esta debilidad de
culpar pueden ser movidos por el miedo a ser violentados, rechazados, juzgados
o reemplazados si fallan. El culpar a otros puede librar de un daño a alguien
atrapado en esta actitud. En otros casos, echar la
culpa a otros puede ser una forma de evitar lastimar el amor propio, más si
está disminuido. Revela una intolerancia a los que no se comportan a su altura,
a los que no son empáticos o una mala elección de terminar un conflicto para
quedar impunes. Casi siempre las personas así no pueden soportar que no se les
valore y se les trate de un cierto modo, como aquellos que están justificados
en todo y que merecen un trato de absoluta tolerancia. Si se les señala sus
errores pueden reaccionar exageradamente y “echar la culpa” a sus supuestos
agresores. Aún podrían realmente estar recibiendo una crítica mordaz, pero su
reacción es sumamente intensa como si jamás se pudiera afectarles de algún
modo. Quienes reaccionan culpando de este modo pueden ser seguramente personas
que toleran poco el estrés, las dificultades y que son poco tolerantes con el
que otros los traten con intolerancia, o con cierta actitud inadecuada o
hiriente. En las relaciones humanas no todo es perfecto, algunas veces debe
tolerarse cierto grado de falta de empatía o de ciertos encuentros disruptivos
y procurar recobrar la paz. En cambio este tipo de gente no puede soportar que
no ocurran las cosas según sus expectativas y “culpan a los demás”. Responsabilizarse de
nuestras decisiones, acciones y reacciones significa que aunque pueden
encontrar una explicación en las circunstancias externas, de todos modos los
motivos, las emociones y la manera en que escogemos responder es nuestra
elección y por ello debemos responder con una habilidad que sólo las personas
que han madurado tienen. Es decir que saben que en la vida hay cierto grado de
imperfecciones, de críticas o desavenencias, pero que pueden subsanarse. “Echar la culpa” en
casos más graves en los que claramente el agresor es quien culpa es una manera
de reconocer que la persona atrapada en esta actitud necesita ayuda porque lo
que vive “ha rebasado sus límites”. En este caso debe atenderse, desahogar su
dolor, reconocer su margen de elección libre y subsanar su autoestima, así como
la imagen de sí mismo que lo lleva a negar todo lo que sea “reconocerse a sí
mismo”. Responder por las
consecuencias de nuestras acciones no es fácil. Conlleva una madurez en la vida
para reconocer el radio de acción de nuestro libre albedrío y para también
comprender a la otra parte cuando intenta hacer responsable de lo que no le
competía. “Herir el amor propio de
los demás” llevará a ser agredido. Y no podemos culpar a esa persona si primero
la herimos. Sin embargo hay quienes tienen una susceptibilidad a ser heridos
tan grande que no toleran un cierto grado de rudeza, de imperfección y no son
flexibles para pasar por alto, pelean y culpan a la otra persona de afectarlas.
Tampoco se puede tener a otro “en algodones” para que nada le afecte. La
sutilidad en este tema es el “talón de Aquiles” de las relaciones humanas. Es
importante considerar de todos modos que hablando estrictamente cada quien es
responsable de sí mismo, de responder por el impacto de sus acciones, que
decide lo que siente y de su deber de tratar a los demás con respeto. *Psicoterapeuta
Teléfonos: 312 330 72 54 / 312 154 19
40