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La palabra del domingo



ÓSCAR LLAMAS SÁNCHEZ

Un mandamiento nuevo


Domingo 15 de Mayo de 2022 8:23 am


EN las lecturas de este domingo, encontramos fuerza y aliento para seguir a Jesús. No es un aliento fácil. El continuo caminar de la Iglesia en la historia está lejos de ser una travesía sin problemas. Pero Jesús está con su Iglesia, nos anima, nos conforta y nos da esta clave: “Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otro, como yo los he amado; y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos”.

Cuando Jesús nos dice: “yo soy el camino”, al final de la última cena, los discípulos comienzan a intuir que Jesús ya no estará mucho tiempo con ellos. La salida precipitada de Judas, el anuncio de que Pedro lo negará muy pronto, las palabras de Jesús hablando de su próxima partida, han dejado a todos desconcertado y abatidos. ¿Qué va ser de ellos?

Y Jesús nos dice: “Yo soy la verdad”. Estas palabras encierran una invitación escandalosa a los oídos modernos. No todo se reduce a la razón. La teoría científica no contiene toda la verdad. El misterio último de la realidad no se deja atrapar por los análisis más sofisticados.

Y nos lo repite: “Yo soy la vida”. Jesús puede ir transformando nuestra vida. No como el maestro lejano que ha dejado un legado de sabiduría admirable a la humanidad, sino como alguien vivo que, desde el mismo fondo de nuestro ser, nos infunde un germen de vida nueva.

En nuestros días, el concepto del amor se ha desvirtuando tanto que, para muchos el amor, no es sino desbordamiento de pasiones degradantes.

En cambio, el amor del que Jesús nos habla es el amor que él nos mostró, el amor infinito del hijo de Dios que se hizo hombre para salvarnos, se entregó todo por nosotros hasta morir en la cruz, y se quedó con nosotros en la Eucaristía para compartirnos su divinidad y su amor eterno. Jesús nos pide clara y definitivamente: “ámense los unos a los otros como yo los he amado”.

El amor no es un consejo piadoso, ni una opción que podamos renunciar. Es un “mandamiento nuevo”, tan esencial que realmente es lo que nos hace discípulos de Jesús por sobre cualquier otra característica. El amor constituye nuestra identidad cristiana. Es el amor la señal por la que todos conocerán que somos seguidores de Cristo.

Este amor que Jesús nos exige supera nuestras fuerzas humanas. Pero su gracia santificante nos da las fuerzas sobrenaturales que necesitamos para cumplir su mandamiento. Ese amor es un don de Dios. Es un fruto de la resurrección del Señor.

El amor es un regalo de la Pascua y necesitamos recibirlo de Cristo frecuentemente, porque nuestro egoísmo es demasiado fuerte y rápidamente ahoga el amor. Por eso Jesús nos dejó la Eucaristía que renueva sacramentalmente el misterio pascual, y nos da una inyección de su amor cada vez que participamos en la comunión.

La Pascua y la Eucaristía son la fuente de la fraternidad humana. La misión evangelizadora de la Iglesia y de los cristianos consiste en crear fraternidad en todos los niveles que están a nuestro alcance. Cada vez que trabajamos por realizar auténtica fraternidad, el Reino de Dios avanza, damos un signo de que Cristo ha resucitado.

Amigo(a): La felicidad que buscamos, la felicidad que esperamos en esta y en la otra vida,  la  tendremos  en  abundancia  dando  amor en abundancia a Dios  sobre  todas  las  cosas  y  a  nuestro prójimo como a nosotros mismos.