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Medicina alternativa



PATRICIA MENDOZA ROMERO*

La salud en nuestra mente, boca y entorno


Sábado 21 de Mayo de 2022 9:09 am


Parte III 

COMO se ha venido planteando en las dos últimas columnas, la salud radica también en la mente y en las emociones; los datos de enfermedades y estudios citados son un ejemplo de ello.

Por otro lado, el hecho de que esto sea así tiene implicaciones interesantes para seguir platicando y analizando, aun cuando los planteamientos nos parezcan raros, nuevos o hasta fantásticos. De manera particular, la forma en cómo se relaciona la mente con la salud en su totalidad. Y se comprende fácilmente cuando parte de la idea que la mente es el centro de mando del cuerpo, con sus debidas excepciones, y revisar cómo se vincula ayuda a sacarle el máximo provecho para nuestra salud preventiva y correctiva.

La mente se relaciona con la boca para producir salud o enfermedad de forma sorprendente. Y aunque lo experimentamos en la vida cotidiana, no reparamos en sus alcances. Por ejemplo, muchas personas sabemos que un sobre salto emotivo agradable o no, genera malestar en el sistema digestivo y hay quien dice que hasta desencadena una diabetes: “cuidado con los sustos”, “corajes”, etc. Y aunque la experiencia individual pueda avalarlo, la pregunta que surge es ¿cómo funciona esto?

La razón consiste en que el sistema digestivo, en especial los intestinos tienen la misma clase de células “neurotransmisoras” (dopamina, serotonina, histamina) que el cerebro tiene y, que tienen la capacidad de registrar de forma inmediata las emociones que la persona genera. Y aunque esto puede ser aceptado en términos biológicos, sus implicaciones quizá no tanto. Imaginemos, pues, cómo se comporta el funcionamiento del intestino y todos los procesos químicos que ahí se llevan a cabo por la distinta carga de emociones en la persona.

Otro aspecto en el que la mente tiene repercusión y está asociada a las emociones son los pensamientos. Estos pensamientos son la antesala de emociones y por ende de la salud y la enfermedad. El tipo de pensamientos que alberga la persona da origen y sustenta la experiencia de emociones que prevalecen en el cuerpo. Por consiguiente, cada partícula del cuerpo está condicionada por la experiencia emotiva y pensamientos. Y a su vez, la activación de las sustancias químicas permite los procesos propios de absorción de vitaminas, minerales, aminoácidos que llevan a la derivación, también a la proclividad, de un estado emocional, como lo es la absorción del triptófano. Es decir, es un ciclo de realimentación.

Hay quien ha definido los pensamientos como una carga eléctrica con carga positiva y negativa. Cierto tipo de pensamientos tienen a una o mayor tendencia y vinculados estrechamente con las emociones: negativas o positivas. Para ponerlo en palabras más cotidianas, y ver su efecto, cuando expresamos los pensamientos por medio de la voz, la palabra, vemos el efecto negativo o positivo de ellos.

Es decir, va más allá del significado cultural que le demos a una palabra, el efecto de los pensamientos expresados en palabras, pues están vinculados con la frecuencia de los pensamientos: frecuencia alta o baja, positiva o negativa.

Lo aceptemos o no, todo el universo del cual somos parte es ondas. Las partículas que conforman la energía que son los átomos, están integradas por los quarks y electrones y ambos vibran. Y estas partículas se comportan como ondas y vibran a cierta frecuencia: altas o bajas. La premisa no es nueva, “tal es el pensamiento de la persona tal es la persona”. Con relación a esto y poder ampliar el horizonte, recomiendo leer y profundizar los estudios y libros de Bruce Lipton, doctor en biología celular y de la doctora Suzanne O’Sullivan, neuróloga ganadora del Premio Wellcome Book 2016 Todo está en tu cabeza: historias reales de enfermedades imaginarias (2015).

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