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Letras y números



JOSÉ ÁNGEL BRAMBILA LEAL

Te extraño, Colima mía


Lunes 23 de Mayo de 2022 7:48 am


NO sé a dónde te has ido, ciudad amada, pero de momento sólo nos invade, a quienes en ti habitamos, un sentimiento de añoranza, de soledad, de melancolía. Con nostalgia infinita, con amor entrañable, con lágrimas en los ojos, te extraño, Colima de mis amores. Es cierto que seguimos saliendo a las calles, que seguimos asistiendo a escuelas, centros de trabajo, iglesias, parques y jardines y que continuamos conversando entre los moradores de esta metrópoli que traemos tatuada en nuestros genes; sin embargo, querida novia mía, aunque me cuesta decirlo… ¡tú ya no eres la misma!

Como has de recordar –porque estoy seguro de que tienes memoria–, mis amigos y yo somos un montón de mozalbetes, con pieles viejas, pero con alma de niños. Sigue habitando entre nosotros aquella alegría con que recorríamos cada una de tus calles, cada uno de tus jardines y cada uno de tus añorados barrios. Aunque tengamos todos los años, más uno, existe en nosotros la misma sonrisa infantil en un rostro que el tiempo ha ido marchitando, mejor dicho, que ha ido tallando con líneas profundas de experiencia, de amor de abuelos y, hoy, de un dolor inenarrable, porque sentimos que te están arrancando de nuestras manos.

¿Qué sigue ahora, querida y amorosa doncella? Quizás me dirás, como otras veces, que nos aguantemos tantito a que pase el chubasco, que conservemos la calma y que sigamos saltando alegremente como siempre lo hemos hecho. Me estarías pidiendo algo casi imposible. Recuerda que somos una generación que recorría la “Piedra Lisa”, el parque “Hidalgo”, La Huerta de San Miguel y los barrios de La Sangre de Cristo, de Guadalajarita, del Manrique, del Fray Pedro de Gante, de San Francisco, San José y muchos barrios más, con la mano extendida y la sonrisa en los labios, saludando con nombres y apodos a casi todos con quienes nos cruzábamos.

¡Me dueles tanto, amada Colima! Me duele verte postrada, abatida, llorando por cada uno de tus hijos –¡de tus amados hijos!–, los mismos que la violencia incontenible te ha ido arrebatando. El suelo moreno de tus barrios y comunidades se ha teñido con la sangre de tus vástagos, aquellos pequeños que en su infancia corrían descalzos para sentir en la planta de sus pies el chocolate molido de tu tierra y que a temprana edad sucumbieron, arrebatados por la furia enceguecida de otros hermanos que, como ellos, también corrieron por las mismas calles.

De momento sólo nos resta esperar a que regreses de tu ausencia, amada patria chica. Entre los mitos y realidades del virus que nos llegó de China y el estallido inimaginable de esta barbarie que está acabando con tu aureola de paz y tranquilidad, ya vamos para tres años en los que pareciera que nuestro Dios también está ausente. Desde hace muchos ayeres que la angustia y la preocupación invade a los papás y demás familiares cuando los pequeños se van a escuelas y guarderías; a jugar en parques y jardines o a convivir con otros compañeros. 

Es hora de preguntarnos en qué fallamos como sociedad, porque no hay efecto sin causa, y esto que estamos viviendo es fruto del alejamiento de padres e hijos, de maestros y alumnos, de sacerdotes y feligreses y de ciudadanos y gobernantes. ¡Todos hemos fallado! Y tú, querida novia de los colimenses, también te has equivocado. Porque te has olvidado de vestirte con los colores de fiesta en las celebraciones patrias. Porque las noches decembrinas te olvidaste de mostrarnos tus adornos navideños y porque la mayoría de tus jardines permanecen abandonados y los juegos para los niños que los visitan están sucios y enmohecidos.

Te extraño mucho, Colima. Te extraño con una sonrisa de nostalgia en el rostro; pero aun así te amo con un amor incondicional y dispuesto estoy a aportar mi granito de arena para que tus hijos podamos vivir mejor. Ojalá y pronto podamos recuperar el verde de las parotas y las palmeras y que no sea ya necesario el verde militar recorriendo las calles de la ciudad. ¡Por Colima, oremos!

¿Gusta opinar? Lo espero en Las Mentadas. 


jbrambilaleal@yahoo.com.mx