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Razones



JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ

La Corte, el aborto y la justicia


Jueves 26 de Mayo de 2022 8:02 am


LOS datos son brutales: desde diciembre de 2018, hasta marzo pasado, han sido asesinadas 12 mil 586 mujeres. De esas muertes, 3 mil 297 han sido catalogadas como feminicidios. Las desapariciones denunciadas de mujeres en lo que va del sexenio es de 7 mil 917. 

Son cifras que socialmente deberían ser inaceptables. Pero todavía muchos sectores sociales siguen sin condenar la muerte y desaparición de mujeres. Y eso es más terrible aún cuando sabemos que el 29 por ciento de los hogares de México es mantenido por una mujer.

El drama de los feminicidios, de las desapariciones de mujeres, prácticamente no tiene espacio en las mañaneras, no amerita programas y estrategias especialmente diseñadas para atacar ese fenómeno que las autoridades ven simplemente como una consecuencia de la violencia cotidiana o como parte de una cultura machista.

Por eso es tan importante tener una justicia que trabaje con una perspectiva de género. En términos teóricos, está muy bien decir que la justicia debe ser una y se debe aplicar igual para todos, pero lo cierto es que no es así. Hay que reconocer que desde la Suprema Corte de Justicia se está encabezando un esfuerzo explícito en ese sentido. Lo dijeron el ministro presidente Arturo Zaldívar y otras ministras y ministros de la Corte, como Yasmín Esquivel, Juan Luis González Alcántara y Alberto Pérez Dayán, en el caso de la exfamilia política del fiscal Gertz Manero. Y está en el fondo de decisiones tan importantes como la reciente decisión de la Corte de permitir el aborto, aun sin la aprobación de sus padres, en adolescentes de 12 a 16 años que hayan sufrido violación.

Algunas de esas medidas no son las más populares. Nadie puede decir que está a favor del aborto, lo que decimos es que estamos a favor del derecho de una mujer a decidir sobre su cuerpo, sobre su destino, su salud. Todo mundo tiene derecho a profesar su fe religiosa, pero las leyes son para todos, y en este caso para todas, y son las mujeres las que deben tener el derecho a decidir sobre su cuerpo. 

Entre todos los casos de violencia contra las mujeres, el de las jovencitas que son abusadas, muchas veces en el propio ámbito familiar, y que terminan embarazadas, es uno de los más graves, precisamente porque en muchas ocasiones ese embarazo proviene de padres, abuelos, tíos. La violencia y el abuso intrafamiliar es cotidiano y las cifras son altísimas. 

Por eso, estas jovencitas deben poder decidir, incluso sin intervención familiar, qué quieren hacer con su embarazo. Lo otro es aplicarles un doble o triple castigo: haber sido abusada, haber quedado embarazada y estar obligada a tener un hijo que no desean y cuya paternidad puede comprometer incluso su salud. Habrá quienes no la acepten, pero bienvenida la decisión de la Corte en este sentido.

Aplicar la ley, la justicia con perspectiva de género, no implica más que asumir nuestra realidad: aceptar que, en muchas circunstancias, la ley no se aplica igual a hombres que a mujeres, que existe una discriminación real hacia la mujer, que las condiciones de vida, de cultura, de formación, de dominación, influyen en las decisiones que terminan tomando, o son obligadas a tomar, muchas mujeres. Por supuesto que existen mujeres que cometen delitos tan graves como cualquier hombre. Ese no es el tema, como tampoco se discute que cualquier adolescente que quiera tener un hijo, aunque sea el fruto de una violación, tiene el derecho de procrearlo. De lo que se trata es de dar oportunidades, derechos, opciones a las jovencitas y mujeres en una sociedad donde la equidad de género está muy lejos de ser alcanzada.


TEXAS Ayer el presidente Biden, luego de la masacre en Texas de 19 niños, explicó cómo desde 2004, cuando se canceló la prohibición de venta de armas de asalto que había promulgado el presidente Clinton, se comenzaron a vender indiscriminadamente y se reiteraron los ataques y masacres indiscriminados. En México las consecuencias de esa decisión han sido gravísimas. La violencia que vivimos se disparó a partir de 2004 por muchas razones, pero una de las más importantes es que los grupos criminales enfrentados entre sí, y con las autoridades, comenzaron a contar con un armamento que hasta entonces les resulta imposible obtener. Quienes antes utilizaban pistolas, repentinamente gozaron de armas de asalto, de fusiles Barrett, de todo tipo de equipo militar. No es la única causa, por supuesto, pero es una de las más importantes. Visualizar este hecho justifica plenamente el proceso que ha abierto la cancillería contra los fabricantes de armas estadounidenses.