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Entropía del poder



MELY ROMERO CELIS


Viernes 27 de Mayo de 2022 7:34 am


EL principal anhelo de la inmensa mayoría de las y los mexicanos, hablando de asuntos públicos, es acabar con la corrupción. No hay duda. 

Es el cáncer que ha lastimado a millones de familias; es responsable de la pobreza, el subdesarrollo e incluso de la violencia que vivimos en Colima, según declaraciones de la Interpol. Como nación, llevamos décadas de lucha para erradicarla y, a pesar de que hoy tenemos leyes, sistemas, comités, fiscalías y presupuestos en la materia, seguimos sin superar el lugar número 124 de 180 países evaluados por Transparencia Internacional, en cuanto a percepción. 

Hay algo de la entropía convertida en corrupción que no se está entendiendo. Efectivamente, hay que advertir que son los integrantes de los gobiernos del pasado quienes la fueron escalando, sin embargo, no son discursos ni decretos para abolirla lo que la va a exterminar.

Estoy convencida de que la solución al problema no radica en la acusación, sino en el castigo ejemplar para el malhechor; pues mientras pasen funcionarios de los tres órdenes de gobierno por espacios cada vez más corrompidos sin consecuencia alguna, esto nunca se acabará, en perjuicio de la población. 

El gobierno federal y el estatal, como nunca antes, tienen en sus manos la real oportunidad de cambiar para siempre a este país; se requiere talento, compromiso, dinamismo, innovación y, por supuesto, un verdadero combate a la corrupción. Desde esta nueva realidad, tendrían en sus manos la llave para cumplir, a la buena, el evidente capricho de perpetuarse en el poder que buscan a la fuerza imponer, sin entender que la población les votaría muchas veces más si realmente cumplieran la eterna promesa de acabar con esta perversión.  

Pero sospecho que tienen razones más que poderosas para no hacerlo: primero porque afectaría evidentes intereses de los que hoy están adentro, y segundo porque ponerles nombre y apellido a los verdaderos culpables significaría exonerar a todos los demás políticos que hemos ejercido una responsabilidad y que nada tenemos que pagar. Pareciera ser que su único objetivo es eternizar el discurso para que la mancha de la corrupción siga estigmatizando a todos los integrantes de la oposición. Eso es algo demasiado perverso, pero en el terreno de la política ya sabemos quiénes son capaces de todo. Agrego, porque también es muy probable, un tercer supuesto: no castigan porque realmente no tienen elementos jurídicos o penales suficientes para enjuiciar.

Sea cual sea la razón, la entropía en el actual gobierno sigue su curso, exacerbándose de manera natural, pero también causal. El más claro ejemplo es la reciente propuesta de modificar a modo la ley para imponer a cómplices políticos en el Instituto de Transparencia local, en lugar de promover a quienes pueden cuidar el bien común, empujando la transparencia y rendición de cuentas a como dé lugar. 

Ojalá entienda el grupo en el gobierno que cometer un acto de corrupción no solamente es robarse dinero, tiene que ver igualmente con el mal uso de los derechos que se les han confiado por el pueblo. Les invito sinceramente a reflexionar. Aún están a tiempo.